Albert Keesman, Jos Benders y Job de Haan
Volvemos a la discusión inicial: ¿ya se puede considerar la gestión tecnológica como un área integral, o es que todavía en la práctica empresarial, la gestión y la tecnología quedan separadas?. Para contestar esta pregunta, se podría comparar la situación con el concepto de determinismo tecnológico. En su forma más extrema el determinismo tecnológico significa que la tecnología determina la estructura de la organización en que está aplicada. Aplicado más moderadamente, la tecnología sigue siendo una prioridad, aunque se reconoce que hay también otros factores que impactan la estructura de la organización. Más que todo, son los técnicos quienes tienden a favorecer esta visión. Sin embargo, sería una lástima si así se ignoraran factores como la coordinación entre los recursos humanos y las máquinas, factores institucionales en un contexto nacional, criterios económicos y la cultura organizacional. Suponiendo que la gestión tecnológica logra producir efectos sinergéticos entre los factores mencionados arriba y la tecnología, finalmente queremos preguntarnos si este concepto básico de la gestión tecnológica se ha reflejado en la conferencia de Miami.
Al nivel nacional e internacional se nota la amplia atención que recibió el tema de la transferencia de tecnología, entre otros por medio de joint ventures, pero al mismo tiempo se consideró el ambiente en que la tecnología tendría que funcionar. El Estado tendrá que establecer una infraestructura adecuada, promoviendo no solamente el área de transporte, sino también la educación y la tecnología, entre otros.
Una segunda señal positiva en este sentido es la atención a las metodologías de gestión tecnológica, que a menudo impactan más el éxito empresarial que el uso de tecnologías avanzadas. Sin embargo, queda la cuestión de cómo transferir estas metodologías entre diferentes culturas. Por ejemplo, se ha podido constatar que no se pueden aplicar las metodologías de gestión tecnológica estadounidenses en otros países sin realizar ajustes a sus circunstancias específicas.
Instituciones nacionales, como por ejemplo el sistema de educación técnica, tienen una condición básica para la competitividad tecnológica de un país a largo plazo. Estos factores, determinados al nivel nacional, merecían más atención en la conferencia, por ejemplo en el cuestionario sobre la posición tecnológica-competitiva de los Estados Unidos.
En todo caso, la introducción de la gestión tecnológica depende de si los empresarios la consideran importante para fortalecer su competitividad. En este sentido, elementos positivos de la conferencia incluyeron la aceptación de la tecnología como parte integral de la estrategia empresarial y el reconocimiento de la importancia clave de la producción para la empresa. Aunque se puso mucho énfasis en el concepto de flexibilidad, se notó que en la mayoría de los casos los empresarios no aprovechan las oportunidades que les brindan las máquinas o los procesos flexibles. Se prevé que la gestión tecnológica podría ser el catalizador de un mejor aprovechamiento de estas oportunidades.
Igualmente importante será el rol de la gestión tecnológica en la aplicación de la innovación sincrónica, en que paralelamente se introducen mejoras técnicas, organizacionales y de otra naturaleza.
En los diferentes niveles, la aplicación de la gestión tecnológica ha aumentado la atención hacia el ambiente en que se introduce la tecnología y hacia estrategias dirigidas a un mejor aprovechamiento del desarrollo tecnológico. Esta atención todavía no se ha divulgado por todo el mundo industrial (en este sentido, falta mucho trabajo en las pequeñas y medianas empresas), pero se han tomado los primeros pasos. Conferencias siguientes, y más que todo la aplicación de la gestión tecnológica en la industria, van a probar si ésta logrará asumir su rol como motor de la competitividad empresarial.