Antonio Maria Gomes de Castro, Suzana Maria Valle Lima y Carlos Manoel Pedroso Neves Cristo
El enfoque sistémico fue utilizado en el proceso del planificación estratégica de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) a principios de la década del 90, cuando buscaba un marco conceptual para el análisis del ambiente externo de la organización y la determinación de las estrategias que podrían dirigir el cambio institucional. Se buscaba alinear la institución con su ambiente externo relevante, en proceso de cambio acelerado y por lo tanto de alta turbulencia (Johnson et al., 1994).
La idea central era que la visión del cliente de la institución tendría que ser revisada, para incluir nuevos actores y agentes importantes participantes del desarrollo de la agricultura y de importancia para la institución. Se habían caracterizado a estos agentes como los actores fuera de la finca los proveedores de insumos, las agroindustrias, las estructuras de comercialización, los consumidores y las estructuras de apoyo a la producción.
Durante el proceso, se recuperó el trabajo donde se presentó una visión sistémica de la agricultura, propuesta en los años 50 por los profesores Davis & Goldberg (1957), cuando desarrollaron el concepto de negocio agrícola. Este concepto, en los años siguientes, fue introducido en el Brasil con la denominación de complejo agroindustrial, agronegocio o negocio agrícola y se define no solamente en lo referente a lo que ocurre dentro de los límites de las fincas, sino también a todos los procesos interconectados que permiten la oferta de los productos de la agricultura a sus consumidores (Zylbersztajn, 1994). Esta base conceptual era adecuada para las necesidades del planeamiento estratégico de la institución y por lo tanto fue adoptada.
El concepto de agronegocio es muy amplio y no siempre adecuado para la formulación de estrategias sectoriales, principalmente cuando se trata de promover la gestión tecnológica o de investigación y desarrollo (IyD). Por lo tanto, el concepto fue desarrollado, adicionalmente, para crear los modelos de sistemas dedicados a la producción, que incorporaran los agentes antes y después de la propia actividad productiva en las fincas. De este marco, se derivó el concepto de la cadena productiva, como subsistema (o sistemas dentro de sistemas) del agronegocio (Figura 2). Este se compone de muchas cadenas productivas, o los subsistemas del negocio agrícola.
Las cadenas productivas poseen entre su componentes (o subsistemas) los diversos sistemas productivos agrícolas y agroforestales, en los cuales ocurre la producción agrícola (Castro et al., 2000). El primer trabajo aplicando este enfoque aparece en la década de los 80, siendo ampliado extensamente el número de trabajos en la década de los 90. Contribuyó para esta extensión el desarrollo de las herramientas analíticas correspondientes (Castro et al., 1995 y 1998; Zylbersztajn, 1994; Batalha, 1998). Estas contribuciones ampliaron el uso del enfoque sistémico y de cadenas productivas en estudios y en proyectos de desarrollo, como forma de extender la comprensión, la intervención y la gestión en el desempeño de la agricultura.
El enfoque de cadena productiva demostró su utilidad para organizar el análisis y aumentar la comprensión de los macro procesos complejos de la producción, para examinar el desempeño de estos sistemas, determinar cuellos de botella a los procesos de desempeño, oportunidades no exploradas, procesos productivos, tecnológicos y de gestión. Al incorporar en la metodología alternativas para el análisis de diversas dimensiones del desempeño de cadenas o de sus componentes, como la eficiencia, la calidad de productos, la competitividad, la sostenibilidad y la equidad, ésta ganó amplitud para incluir la visión de campos sociales, económicos, biológicos, gerenciales y tecnológicos, qué resultó en la extensión de este enfoque para un gran número de profesionales y de instituciones. Entre estos usos, se incluyen la prospección tecnológica y no tecnológica.
Pueden ser mencionados usos del enfoque en la gerencia de las cadenas productivas, en el desarrollo sectorial, en la formulación de políticas publicas, en la gestión de IyD y en la tecnología. Los siguientes son ejemplos de estos usos:
Figura 2
Representación del agro-negocio y de sus cadenas productivas
(CP=cadena productiva; T1...Tn=transaciones a lo largo de cada cadena).
Como fue presentado previamente, el concepto de la cadena productiva se originó en el sector agrícola a partir de la necesidad de magnificar la visión de dentro de la finca, para la de dentro y fuera de la finca. Bajo este concepto, una cadena productiva agrícola sería compuesta por eslabones, que reunirían las organizaciones proveedoras de los insumos básicos para la producción agrícola o agroindustrial, las fincas y agroindustrias con sus procesos productivos, las unidades de comercialización mayorista y minorista y los consumidores finales, todos conectados por los flujos de capital, materiales y de información. En la Figura 3 se presenta el modelo general de una cadena productiva.
Figura 3
El modelo general de una cadena productiva
Fuente: Castro et. al. (1995)
En el modelo general de la cadena productiva, se identifica algunos elementos que son característicos de sistemas, como: a) los componentes interconectados, en esto caso organizaciones que se dedican a una función productiva directa o al proceso conectado a la producción, como la comercialización; b) los flujos de materiales (flechas blancas), de capital (flechas grises) o de información (flecha superior). Los componentes que determinan la especificidad de la cadena productiva para la agricultura son las fincas agrícola y la agroindustria. En éstos, se especifican los productos que serán comercializados y consumidos (por ejemplo, soja en granos, café en polvo, carne bovina).
Sin embargo, el uso del concepto y el desarrollo conceptual y metodológico en el tema (Castro et el al. 1995; 1999) revelaron que este modelo se puede aplicar a las actividades productivas de otra naturaleza diferente a la no agrícola, como la producción industrial. Siendo usado como referencia el modelo general de la Figura 3, para representar la actividad productiva industrial, sin relación directa con la agricultura, es bastante para eliminar en el modelo el eslabón agrícola. Los demás componentes de la cadena productiva serán de la misma naturaleza que los de una cadena productiva agrícola, o sea, los proveedores de insumos para la industria, la comercialización al mayor y por menor y consumidores finales. También se identifican en este caso un flujo de materiales, de capital y de información, transacciones en la cadena, procesos productivos y factores de desempeño, como eficiencia productiva, calidad de productos y procesos, competitividad, equidad, como expresión de la apropiación de ventajas a lo largo de la cadena productiva.
Las semejanzas acentuadas no ocurren por eventualidad ya que estos elementos son comunes al enfoque sistémico. Solamente consolidan la idea central de la teoría general de sistemas que plantea que los fenómenos sociales, económicos, físicos y biológicos son sistémicos y la metodología de sistemas es una de las buenas herramientas disponibles en el método científico, para aumentar la comprensión aislada e interactiva de estos fenómenos.
Quizás por esta compresión ampliada que ofrece la visión sistémica ofrece a sus usuarios, y que inició como un abordaje sectorial, el enfoque de cadenas productivas agrícolas pasó a ser adoptado por otros sectores de la economía, como el sector industrial, generando el enfoque en cadenas productivas industriales. Esta evolución apunta en la dirección de la universalización del concepto, para representar y para entender, para dirigir la intervención y para la gerencia de macro procesos productivos.
Esta generalidad del enfoque admite que de una manera general hablemos de un enfoque sistémico en cadenas productivas.