Antonio Maria Gomes de Castro, Suzana Maria Valle Lima y Carlos Manoel Pedroso Neves Cristo
Mucho ha sido dicho sobre enfoque sistémicos, teoría de sistemas, holismo, en los campos más variados del conocimiento y de las actividades sociales. Sin embargo, tales abordajes no siempre aportan un significado preciso, claro y de utilidad sobre los conceptos. Para clarificar esta cuestión es necesario referirse a las dos grandes escuelas del método científico: el reduccionismo y el holismo. Cada una de ellas, con sus procedimientos, conceptos específicos e instrumentos tienen exactamente el mismo objetivo, el avance del conocimiento humano (Castro et al., 1998).
Como el reduccionismo y el holismo poseen propósitos similares, o sea, la comprensión de los fenómenos interactivos entre la naturaleza y el hombre, en principio estas escuelas son complementarias. Tal planteamiento es evidente, aunque pueda parecer que hay competencia entre los holistas y los reducionistas y sus procesos para generar conocimiento. En principio, el objetivo del método científico sería la comprensión de la complejidad.
El reduccionismo se puede entender de dos maneras: como filosofía y como estrategia de investigación. En el primer caso, se basa en la creencia que todo en la naturaleza, inclusive el comportamiento del ser humano, se puede explicar como resultado de fenómenos físicos y químicos. Como estrategia de investigación y base para el planeamiento de experimentos con el objetivo de conocer el funcionamiento de los componentes de un sistema, el reduccionismo ha sido muy exitoso siendo un complemento imprescindible para el avance del conocimiento. En este sentido, el reduccionismo complementa el enfoque sistémico u holismo.
No obstante, el reduccionismo no es suficiente para explicar todos los fenómenos, especialmente los que involucran el funcionamiento concomitante de más de una causa, explicable por la actuación conjunta de variables. La existencia de interacciones entre los factores causales múltiples ha sido una de las dificultades enfrentadas por la escuela reduccionista en la búsqueda de comprensión sobre los fenómenos. Esta situación no contribuye a que fenómenos más amplios, incluyendo los que requieren de interacción entre las ciencias humanas, biológicas y exactas, puedan ser entendidos en su plenitud.
Fue de esa insatisfacción con las limitaciones del reduccionismo que conllevó al uso del enfoque sistémico, el concepto de sistemas y sus herramientas analíticas en la ciencia como alternativa. Las leyes del reduccionismo no eran consideradas apropiadas para explicar las relaciones entre las entidades económicas o las interacciones complicadas de variables biológicas que ocurren en los seres vivos. Así, comenzaron a aparecer las nuevas leyes que complementaban al reduccionismo, ayudando en el entendimiento de las relaciones complejas y las interacciones de la naturaleza.
El biólogo alemán Ludwig von Bertalanffy, fue el que estableció inicialmente la teoría general de los sistemas (Bertalanffy, 1951; 1968; 1977) y más adelante, en artículos diversos y foros científicos, ayudó a consolidar esta nueva metodología científica. La motivación principal era la búsqueda de nuevas leyes, más aplicables al estudio de los seres vivos y menos influenciadas por la rigidez de las leyes de la física clásica y newtoniana, y por lo tanto, más favorable al conocimiento sobre sus relaciones complejas.
Desde el inicio, fue notada la existencia de interfases entre las ciencias sociales, la física y la biología, que no eran consideradas por el reduccionismo. Por otra parte, las herramientas y los conceptos del reduccionismo no cubrían bastante a los campos no físicos del conocimiento. Fue notado que habían entidades cuyo comportamiento general no era una suma simple de sus partes, solamente el resultado de interacciones complejas de un todo indivisible. Esta última constatación dio origen al concepto de sistema, un conjunto de partes interconectadas.
Las premisas básicas de la teoría general de los sistemas son:
Para la teoría de los sistemas, el todo (o el sistema) es el producto de las partes interconectadas, cuyo conocimiento y estudio debe suceder siempre relacionando el funcionamiento de estas partes en lo referente a el todo. Una definición para un sistema puede ser bosquejada de la siguiente manera:
Un sistema es un conjunto de partes (o componentes) interactivos, en las cuales el investigador está interesado (Milsun, citado en Jones, 1970).
Un resultado de esta definición es la noción de límite del sistema, o sea, una abstracción aplicada por los analistas para separar un determinado sistema que es de su interés particular, de todos los otros que compongan el universo. Como la naturaleza es un enorme complejo de componentes interactivos, y esta amplitud no siempre es de interés del analista, la idea de establecer límites permite la identificación de conjuntos más pequeños de componentes interactivos, facilitando el conocimiento sobre su funcionamiento.
Del concepto de límite se deriva otro concepto muy importante para el estudio de los sistemas, el de la jerarquía. Mientras que el concepto del límite se relaciona con los objetivos a lograr, el concepto de jerarquía deriva del hecho de que en la naturaleza existen los sistemas dentro de sistemas en un orden que disminuye y donde un determinado sistema del sistema pasa a ser un subsistema en una escala jerárquica más alta y al mismo tiempo contiene otro subsistema en una escala más baja. En términos didácticos, pueden ser imaginados sistemas en estratos jerárquicos.
Figura 1
El concepto de la jerarquía de sistemas
La noción de jerarquía tiene uso en el análisis de sistemas. En general, la explicación del funcionamiento del sistema se encuentra en uno o dos niveles jerárquicos inferiores (o los superiores, en el caso de ciencias sociales). El análisis de sistemas presenta en este punto una interfaz con el reduccionismo, revelando la complementariedad entre los dos enfoques.
La representación de un sistema en cualquier otra forma distinta a la propia entidad es llamada modelo. Los modelos pueden asumir formas diversas, desde los modelos físicos y los diagramas, hasta los modelos conceptuales, de los cuales los modelos matemáticos (o cuantitativos) son la expresión más útil para el científico.
El concepto de modelo es común a toda la metodología científica. De hecho, en cualquier enfoque aplicado, es a través de modelos que la ciencia se ha expresado para entender la naturaleza de los fenómenos. Los modelos matemáticos, por lo tanto, han satisfecho la función de universalizar el conocimiento, de forma inequívoca. No es por coincidencia que el enfoque sistémico se ha apoyado principalmente en estos tipos de modelos. La complejidad de los sistemas se simplifica en los modelos que los representan, como forma de facilitar la comprensión de su funcionamiento. Aunque se puede elaborar los modelos sin el marco conceptual sistémico, los modelos de sistemas son los más eficaces para aumentar la comprensión de los fenómenos. Así, el enfoque sistémico se puede aplicar en la metodología de la investigación de muchas formas, como será presentado en las secciones siguientes.
Los conceptos de sistema, limite, jerarquía y modelo son los que pueden ofrecer mejores oportunidades de uso, como la base conceptual para los estudios prospectivos. El concepto de cadena productiva es una derivación de esta base conceptual y también será examinado en las secciones siguientes.