Espacios. Vol. 12 (3) 1991. Pág. 8

Informática y desarrollo industrial en América Latina

Carlos María Correa *


5. ESTRATEGIAS DE DIFUSION

Se da generalmente como hecho indiscutible que la introducción de la informática, en sus diferentes aplicaciones, genera un incremento en la productividad del trabajo La (aún escasa) evidencia empírica disponible revela, empero, que una afirmación de este tipo no es aplicable por igual a los usos de la informática en la gestión y en la producción industrial.

Un estudio reciente del Massachusetts Institute of Technology (MIT) basado en una encuesta a empresas estadounidenses señala, en tal sentido, que no hay evidencia de un impacto positivo significativo de la tecnología de la información (TI) sobre la productividad.

“En realidad..., el dólar marginal hubiera sido mejor gastado en inputs distintos a TI para la producción, tal como capital no-TI”. Las entrevistas realizadas sugieren que mucho de la pobre performance de la TI se explicaría por estructuras organizacionales inadecuadas y por deficientes técnicas de presupuestación del gasto de capital. En muchos casos, las firmas invirtieron demasiado apresuradamente y más de lo necesario, sin una evaluación de los costos y beneficios. Cuánto podría cambiar esta situación -estudiada para un período en que predominaban los main-frames con el advenimiento de los PCs? No existe, en opinión del autor, razón a priori alguna para extrapolar los resultados. Pero tampoco hay “ninguna evidencia a la fecha de que los retornos de la TI han aumentado”, concluye (Loveman, 1988).
Las conclusiones referidas pueden ser cuestionadas si, como sostiene Diebold, los informes que observan el bajo o nulo impacto de esas tecnologías sobre la productividad no tienen en cuente adecuadamente que “las computadoras cambian fundamentalmente la manera en que trabajamos y en la que hacemos negocios. Uno no puede comparar las cifras de productividad de los días pre-computadora con las de hoy, pues la computadora nos permite hacer cosas enteramente diferentes.... Sin automatización, las cifras de la productividad hubieran declinado- debido a los servicios adicionales provistos hoy por el sector privado”. (Diebold, 1990, p. 144).

Empero, las masivas inversiones en “tecnología de la información” realizadas en el sector servicios y su magro impacto sobre la productividad, es aún una de las paradojas que enfrentan las economías industrializadas. (19) Puede suponerse que la mayor parte de los adquirentes de nuevos equipos y sistemas deben transitar por una curva de aprendizaje más prolongado de lo esperado y, sobre todo, que en general es necesario introducir cambios organizativos y gerenciales de envergadura para aprovechar efectivamente el potencial que la informática ofrece. No se trata sólo de elegir buenos equipos y programas, sino de hacerlos rendir en una forma tal que mejore la eficiencia global de la unidad productiva.

Las restricciones emergentes de la organización para el aprovechamiento de los sistemas de automatización flexible están bien documentadas: “las aplicaciones exitosas usualmente requieren una reorganización de las prácticas de trabajo, uso y desarrollo de calificaciones, y reorganización de la producción y en muchos casos de la empresa entera” (OECD, 1989, p. 32). También parece probado que, siempre que se realicen los indispensables cambios gerenciales y organizativos, la introducción de automatización flexible en los países industrializados, entre otros efectos, reduce en general costos laborales y/o de capital, mejora la calidad, e incrementa la flexibilidad y eficiencia de la producción.

Cuáles son los beneficios que las firmas industriales latinoamericanas pueden obtener de sus inversiones en informática de gestión y producción? Deberían ser alentadas mediante políticas públicas y ser usuarias más intensivas de esas tecnologías? Y, en tal caso, mediante qué mecanismos?

La respuesta a esos interrogantes debe partir de la constatación del potencial de esas tecnologías, pero al mismo tiempo de la ausencia de una relación automática entre su incorporación e incrementos de productividad y competitividad. Para justificarse en términos económicos, la inversión debe ser adecuadamente planificada tanto en términos organizativos, como financieros y técnicos. Un error frecuente es centrar el análisis en estos últimos aspectos, y sucumbir ante la fascinación que suscita la tecnología expresada en las herramientas disponibles, sin considerar suficientemente las condiciones necesarias para su real explotación.

Una mayor difusión de la informática y de la automatización flexible podrían ser instrumentos importantes en estrategias de reconversión industrial, del tipo de las que hoy impulsan varios países de la región, a condición naturalmente de que se tomen en cuenta las reservas anteriores. (20) Como se ha señalado antes, son las grandes empresas las que más han avanzado en la región en el proceso de informatización y automatización. Con seguridad, queda aún mucho por hacer para dar mayor eficiencia a los sistemas instalados, y reducir sus costos de operación y mantenimiento y, sobre todo, para integrar mejor la gestión con las distintas funciones asociadas a la producción y distribución. Asimismo, es poco lo que se ha hecho para crear una relación más dinámica y articulada con los proveedores y clientes. Más allá del uso de la informática intrafirma, su potencial para crear una trama industrial más eficiente -una de las claves del modelo industrial japonés- ha sido muy escasamente explotada en la industria latinoamericana.
Las contribuciones de la automatización flexible en las firmas de alguna dimensión pueden incrementarse sensiblemente en la medida que: a) el actual proceso de apertura económica por el que transita América Latina genere una mayor exposición a la competencia internacional en términos de nuevos productos y calidad; b) se intensifiquen nuevas formas de actuación en el mercado internacional, tal como los que ofrece la subcontratación; y c) se produzcan cambios en los precios relativos del capital y trabajo, como los que se están observando en algunos países de la región en el marco de severas políticas monetarias de ajuste y liberalización de los mercados.

En las empresas pequeñas y medianas, dependiendo de su actividad y envergadura, la informática de gestión (antes que la automatización flexible) puede hacer aportes considerables y más inmediatos. Dichas empresas presentan, en América Latina, una muy baja productividad relativa respecto de las empresas de mayor tamaño (Cepal, 1986). Cambios organizativos asociados a la introducción de microcomputadoras podrían ayudar a mejorar sustancialmente esa situación, a bajos costos. Una serie de obstáculos, sin embargo, deberían ser superados para acelerar (21) el proceso de informatización.

Las políticas tecnológicas aplicadas en América Latina se han preocupado en general más de la oferta de conocimientos que de su demanda. Es curioso notar que, a pesar del carácter mimético de muchas de las políticas aplicadas en la región respecto de los modelos en uso de los países industrializados, no ha habido -salvo algunas excepciones- políticas deliberadamente orientadas a promover la difusión de la tecnología informática y de automatización flexible.

Tres tipos principales de políticas explícitas de difusión pueden ser identificadas: (22)

i) Mejora del flujo de información

Una de las premisas teóricas más comunes de las acciones de difusión se vincula con la falta de conocimiento de los usuarios potenciales. Se supone que la difusión constituye “un proceso basado en flujos de información imperfectos y un ambiente incierto. La difusión no es instantánea porque la información es limitada y la adopción de nuevas tecnologías involucra riesgos e incertidumbre”.(UNIDO, 1984).

ii) Incentivos a la inversión

Otra forma de promover la difusión incluye el financiamiento para nuevas aplicaciones informáticas. Tal financiamiento puede concederse tanto a la firma oferente como a la demandante. La opción entre ambos esquemas plantea complejas cuestiones de política pública. (OECD, 1987).

El incentivo concedido al usuario ha sido practicado en varios países. En el Japón, por ejemplo, la Japan Electronic Computer Company (JECC) ha financiado la venta de equipos de cómputo para favorecer la expansión de las aplicaciones informáticas y, al mismo tiempo, la demanda de equipos de producción nacional.

iii) Capacitación

Ella puede encararse por lo menos en tres planos principales:

A) Sensibilización general: Apunta a familiarizar al ciudadano con la informática, facilitándole el acceso a computadoras y software de uso simple. La instalación de sistemas (basados en microcomputadoras) en “casas de la cultura”, centros municipales, bibliotecas populares, o en clubes o centros para actividades juveniles, ha sido encarada con modalidades diferentes en diversos países desarrollados (p. ej. Francia) y en desarrollo (Cuba, Colombia, etc.) (23)

B) Aproximación a la informática: Su objetivo no es formar especialistas en computación. El manejo de la computadora y de programas standard básicos, el fortalecimiento de la capacidad para seleccionar y negociar la adquisición de aquellos, son los elementos fundamentales de un esquema de aproximación a la informática para un usuario potencial.

C) Entrenamiento del usuario: Esta forma de capacitación es brindada típicamente por el proveedor del equipo (o software), y se encuentra generalmente entre sus obligaciones contractuales. Sin embargo, el enfoque predominante de las grandes firmas proveedoras de hardware como se ha señalado más arriba, ha sido de capacitar en la operación del equipo en sí, descuidando el diseño e instrumentación de los sistemas de información. Ese enfoque debe ser complementado, por tanto, por una capacitación más orientada a los sistemas de información y a los cambios organizativos y gerenciales necesarios para su instrumentación.

Diversos países industrializados han instrumentado políticas como las antes mencionadas. Una de las más interesantes es, tal vez, el Microproecssor Application Project (MAP) de Gran Bretaña. Con un presupuesto de 55 millones de libras esterlinas, y una duración de diez años, el programa se centró en la creación de un incentivo para que las empresas intensificaran la introducción de aplicaciones microelectrónicas (Rush, 1990). En la República Federal de Alemania, desde 1975 diversos programas han sido establecidos para favorecer la difusión de la electrónica en las pequeñas y medianas empresas, principalmente mediante acciones cooperativas en I y D, para el uso común de tecnologías, o el apoyo a empresas individuales. El Technology Centre de Berlin, creado en 1978, es un ejemplo en tal sentido, así como el Kernoforschunges-zentrum de Kesruhe, para el área de CAD/CAM y FMS. En Italia, la Empresa Nacional de Energía Aplicada, ha propiciado centros de difusión de tecnologías CAD/CAM en el área textil (OECD, 1987).

Algunas experiencias se encuentran también en América Latina. Los programas DINFOPYME y AUTOMAT de la Argentina apuntaron a mejorar el conocimiento de las tecnologías de gestión informática y de automatización, respectivamente, en las pequeñas y medianas empresas. En Venezuela, se ha iniciado un programa de capacitación de consultores para que asistan en la informatización de empresas medianas y pequeñas. El gobierno -a través de FIM Productividad- financiara los estudios de consultoría necesarios a tal fin. (24)

En algunos países de la región la principal política de difusión de la informática se basó en mantener bajos aranceles para la importación bajo la hipótesis de que ese esquema llevaría naturalmente a una tasa adecuada de introducción de equipos y software.

En Chile, tal difusión se dio con cierta intensidad paralelamente “a” un desarrollo significativo de la producción local de software, la que generó también cierto volumen de exportaciones (Corea, 1990b). En Costa Rica -el país con más computadoras per cápita en la región- la apertura a las importaciones de equipos se complementó con otras políticas de difusión en el ámbito educativo. (25). Otros países que mantuvieron bajos aranceles no tuvieron, sin embargo, tasas de difusión igualmente elevadas lo que indicaría la influencia de otros factores sobre aquella.

La pregunta relevante es, pues, si la simple posibilidad de importar con bajos aranceles (o sin ellos) asegura una tasa satisfactoria de difusión, o si deben darse otras condiciones facilitadoras y estimulantes de aquella. Nuestra presunción es que queda un importante margen en América Latina para que políticas públicas deliberadas de estímulo y orientación, ayuden a incrementar los aportes de la informática y la automatización flexible al proceso de industrialización, en un marco de mayor apertura y competitividad. La tarea por realizar incluye tanto la definición de los instrumentos apropiados como la identificación de los sectores en donde, por sus características estructurales, esos aportes pueden ser más relevantes y tangibles. (26). Deberían tenerse en cuenta, en particular, las transformaciones en curso en la estructura industrial latinoamericana, y articular las eventuales acciones de difusión referidas con las políticas más amplias de reconversión y modernización industrial.

19. El sector privado estadounidense invirtió el 33% de su gasto de capital en tecnologías de la información” en 1987, o un equivalente a US$ 101 mil millones. Empero, el crecimiento de la tasa de productividad de los Estados Unidos está por debajo del de Japón, Gran Bretaña y muchos otros países. (Diebold, 1990).
20. Son numerosos los estudios que analizan los beneficios potenciales de las nuevas tecnologías informatizadas, los que no se referirán aquí. Para un examen del tema en un país latinoamericano, ver Neffa, 1987.
21. Con la creciente masificación de las computadoras, tarde o temprano aún pequeñas empresas terminarán por adoptar alguna forma de informatización. De ser así, el problema de la difusión concerniría más la velocidad, y la calidad del cambio que su dirección.
22. El análisis que sigue se basa en Correa, 1988.
23. El objetivo fundamental de estas acciones es facilitar la transición a una sociedad informatizada, favoreciendo la comprensión de la tecnología y de sus múltiples aplicaciones, particularmente entre los jóvenes. En cualquier programa de la naturaleza indicada, es esencial tener en cuenta que el cambio tecnológico se orienta a una creciente simplificación en el uso de los sistemas informáticos. La enseñanza de lenguajes, que alguna vez parecía condición básica para permitir el acceso a la informática, es hoy claramente innecesaria a ese fin.
24. También se prevén experiencias piloto de este tipo en el marco del Programa Regional de Cooperación en Informática y Microelectrónica (RLA/86/003) actualmente en ejecución.
25. El programa -probablemente el más ambicioso en la región- prevé instalar 4.200 microcomputadoras en 210 laboratorios de escuelas públicas en todo el país.
26. La posibilidad de aprovechar un “efecto demostración” ha sido destacado por Rush, 1990.

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