ISSN 0798 1015

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Vol. 39 (Nº 04) Año 2018. Pág. 31

Revoluciones modernas y modernidad en América Latina

Modern Revolutions and Modernity in Latin America

Víctor Enrique BONILLA Castillo 1

Recibido: 26/09/2017 • Aprobado: 15/11/2017


Contenido

1. Introducción

2. Metodología

3. Resultados (América Latina)

4. A manera de síntesis

Referencias bibliográficas


RESUMEN:

La revolución francesa al igual que otras revoluciones posteriores influyeron para reafirmar la consolidación de un proyecto de modernidad que ha influido a América Latina, en lo económico, lo político y lo social, en un sistema mundial cada vez más homogéneo, bajo un modelo que impera desde occidente, permea y desestima la participación de regiones con menos experiencia en los grandes ejes que rigen el mundo. Así mismo, los intereses que han perseguido a América Latina han sido desde el interior, como también desde un entorno globalizado y moderno fundado en manifestaciones occidentales tan influenciables como la ilustración, entre otras.
Palabras clave Modernidad, desarrollo, economía, América Latina

ABSTRACT:

The French revolution, as well as other previous revolutions influenced in reaffirming the consolidation of a modernity project that has influenced Latin America, in economic, political and social issues, in an increasingly homogenous world system, under a prevailing model from the West, permeates and dismisses the participation of regions with less experience in the major axis that govern the world. Likewise, the Latin America interests have been from the interior, as well as from a globalized and modern environment based on such influential Western emergences as illustration, among others
Keywords: Modernity, development, economy, Latin America

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1. Introducción

La revolución francesa fue un cambio social, político y lo más importante del modelo económico que se dio en Europa, pero que posteriormente, por supuesto, influyó en la reconfiguración de todo el mundo occidental, es decir aquellos principalmente euro centristas, como también en algunos países no occidentales fuertemente influenciados.

La revolución francesa no es un hecho único desde el punto de vista del tiempo y del espacio. Fue una inspiración que se venía dando ya desde el siglo XVI o inclusive en algunos pensadores anteriores, por qué no decir los griegos y algunos otros posteriores del medio evo, que venían consolidando sus bases. Ideas tales como la libertad, la igualdad, el desarrollo, la evolución, las mismas oportunidades para todas y todos.

Aunque corrigiéndolo de modo menos fantasioso y más consecuente con la realidad histórica humana de los últimos 200 años, una libertad no del todo dada, mentalmente más inducida hacia el desconocimiento, hacia el manejo provocativo de las mentes, de manera mediática, y por supuesto un desequilibrio social en todos los aspectos que para nada se asemeja a la igualdad y el progreso prometidos.

Además de los griegos, posteriores pensamientos bases de la revolución, se venían consolidando desde la edad media con el remamiento, y sobre todo con la ilustración: ideas nacidas desde la física, la química, las letras, la política, la economía, las artes, y el derecho que nos daremos cuenta poco a poco dieron firmeza y sustento al proyecto de la revolución que no fue otra cosa que la consecución del poder por parte de una élite social y económica conocida como la burguesía, grupo social de gran influencia y hoy por hoy absoluto dueño del poder en la economía, en la política y en la sociedad.

El proyecto de la modernidad acentúa en rescatar y legitimar lo que la ilustración sustentó y que ha servido de base para la vida moderna y como discurso de la ciencia, la política y la economía para seguir sometiendo a un pueblo: la razón. No dista mucho este plan moderno que tiene sus bases en la ilustración, entonces, del oscurantismo religioso del medio evo. Los dos proyectos tenían, tienen, como objeto la manipulación de las y los sujetos, y la sociedad en general. 

Un discurso supuestamente emancipador, que termina siendo un apoyo más para legitimar el estado de derecho, el estado moderno, el cual lidera la burguesía. Uno de los autores más importantes de la ilustración, la mente que sustenta el orden establecido y el consenso que ayuda a dar equilibrio a una sociedad, por medio de las leyes, irónicamente anuncia la siguiente frase que si bien ayer hacía alarde a la esclavitud hoy sirve para explicar el sometimiento al que nos referimos: “Hago contigo un convenio, completamente en tu perjuicio y completamente en mi provecho, que yo observaré cuando me plazca y que tú observarás cuando me plazca a mí también”  (Rousseau, 2014: 35).

Rousseau establece en su tratado de derecho de la política y de lo social, que debe haber leyes que establezcan un consenso en el Estado, mediante las cuales este pueda ejercer un poder y una tiranía sobre el pueblo. La misma manipulación, sustentada entonces a través de un brillante “Contrato Social”, donde unos pocos ejercen una gran influencia y poder sobre la inmensa mayoría. 

Hay que aclarar que lo que pretende Rousseau es legitimar el poder del Estado, es decir de un poder soberano ejercido por unos pocos para controlar y someter a muchos. Por supuesto que él lo dice con palabras y frases construidas que fonética y literalmente, en apariencia, suenan a un discurso libertario, pero por eso mismo idealista en las verdaderas intenciones y desencadenamiento de la libertad, tanto física, como mental, material y emocional de los individuos.

2. Metodología

La metodología empleada en la investigación es de tipo mixta en la que se utilizan los métodos descriptivo y cualitativo. Esta es una investigación que está en el proceso de sustentar las bases teóricas del tema de investigación, así como también de consultar los antecedentes empírico práctico del tema y por consiguiente problema de la investigación. 

Por consiguiente aún no se otorgan resultados que puedan otorgar conclusiones verídicas de la investigación, si es que el conocimiento que otorga la investigación, desde el punto de vista epistemológico de la ciencia puede otorgar conclusiones.

2.1. Ciencia, racionalismo y modernidad

Racionalismo y Ciencia

En el 2016 se cumplen dos siglos de haberse escrito Frankenstein o el moderno Prometeo. Quizá la misma Mary Shelley (1997), no se daría cuenta del aporte tan importante y transcendental que su obra literaria haría, de manera crítica a la modernidad, que se empezaba a forjar desde entonces, y más aún la mofa que haría a ciencia y racionalidad. La invención de un personaje como el monstruo de Frankenstein por parte de un científico es la metáfora de las destrucciones posteriores de la ciencia, eje central de la modernidad, desde comienzos del siglo XIX. Se inventa en aras de destruir, y muy seguramente algunos genios inventores no visualizaron los nefastos alcances de sus inventos ¿Las intenciones de la ciencia eran otras, o realmente las logradas hasta ahora han sido las verdaderas intenciones de la invención humana a través de la ciencia? El racionalismo del siglo XVIII, y con el cual se sustenta que la ciencia es el único conocimiento válido en la modernidad, no tardaría en evidenciar terribles aportes de la nueva etapa de la humanidad, enmarcada en unos adelantos tecnológicos y científicos que ha llevado a materializar las ideas que acentuaría el proyecto de la modernidad como son el progreso y el desarrollo, y que a tiempo a traído las peores consecuencias para la destrucción de la especie humana. Industria armamentista, invenciones de armas químicas, y un Proyecto Manhattan que otorgó a la especie humana una de las más frecuentes amenazas del hombre y para el hombre.

Todas las ocupaciones y sometimientos violentos de conquistadores y colonizadores, todas las guerras revolucionarias de supuestas liberaciones, una primera, una segunda y hasta una tercera guerra fría mundiales, han demostrado al hombre, lo infinitamente intimidantes y destructibles, que pueden llegar a ser como especie humana. La razón ha servido para materializar los intereses económicos y de poderío que tiene todo grupo social, que es superior que otros.  

Por otro lado, con la creación de Frankenstein, Mary Shelly, hace un aporte a lo que más tarde el psicoanálisis y el mismo arte y la literatura, empezarían a tratar de desenmarañar, y es la atención de algunas manifestaciones humanas, como es el inconsciente. No solamente la razón, es una manifestación más, igualmente fracasada. Hay que tener en cuenta una serie de expresiones que sobresalen desde el interior más desconocido, y que aún hoy por hoy, son difíciles de entender.

La ciencia, la razón, han sucumbido en soberbias experiencias humanas con un mar de sin sabores, que por supuesto aún no se han terminado de manifestar. Fransskestein es la representación de un discurso cientificista, creado por el hombre, para destrucción del hombre. La ciencia al servicio de la potente destructiva condición humana.

2.2. Clases sociales del influyente mundo occidental moderno

La aristocracia

Además de la monarquía, es decir el rey, la reina y los príncipes, para entonces había una clase social que tenía un poder en las decisiones políticas económicas y sociales con una influencia muy alta que eran denominados aristócratas.

Tenían a su favor cargos públicos, grandes riquezas, terrenos y de hecho influían en las decisiones del rey. Ellos obtenían títulos de nobles por herencia o por posición social, es decir que tenían unos antecedentes en sus familias que les hacían ser merecedores de esos títulos y poderes.

Durante el estallido de la revolución francesa fue una de las clases que más presión hizo para hacer reconocer su participación, y fue muy considerada y respetada por su gran influencia. Para cuando el tercer estado,integrado por un grupo social frecuentemente excluido y comandado por la burguesía, ganaba la batalla, e imponía el triunfo de la revolución,la monarquíapoco a poco estaba desistiendo, y entonces decidió defender la importancia y legitimidad de la clase aristócrata.Lefebvre decía al respecto sobre la influencia y el impacto de esta clase social en la revolución:

 “No se podría pues emprender nada contra los privilegios sin el consentimiento de la aristocracia y, a disponer de dos votos de cada 3, esta se consideraba capaz de imponer al rey sus condiciones. En todo caso, la monarquía había implícitamente cesado de ser absoluta; se regresaba a 1614. Era una revolución, pero la intervención de la burguesía cambió su sentido” (Lefebvre, 1982: 43).

Lefebvre corrobora entonces la participación tan importante de esta clase en el poder, pero avecina a lo último la posterior e inevitable importancia y de hecho el triunfo de la clase burguesa: de alguna manera el modo de organización, de exigencia, de influencia y de lucha de la aristocracia fue una enseñanza que supo recoger y poner en práctica muy bien el líder grupo burgués.

El triunfo de la llamada burguesía

Para finales del siglo XVIII cuando acontece la revolución,  el llamado tercer estado era un grupo social que de hecho fue el que provocó el estallido de la revolución y estaba compuesto por campesinos, artesanos, comerciantes y la burguesía misma. Era algo así como los apátridas olvidados, la clase social que poca participación tenía, y era tratada de formamenos incluyente y por supuesto ejercía poca y nada influencia.

El proyecto que ya se venía consolidando desde la ilustración y el renacimiento, lo supo vender muy bien el comandado grupo burgués al expresar que ese cambio social que se pretendía en la revolución iba a generar más progreso, evolución y desarrollo, al igual que una libertad de expresión y una mayor participación de todos en las decisiones políticas, económicas y sociales. Lefebvre  sostiene al respecto lo siguiente:

“Así se extendió entre las masas esa expectativa optimista que la idea de progreso había sugerido a la burguesía, sin que el espíritu crítico pudiera atenuar en ellas la fuerza de seducción. El carácter mítico de la revolución se mostró desde el principio: iba a comenzar una nueva era en la que los hombres serían más dichosos” (Lefebvre, 1982: 51)

Pues bien la participación de todos esos grupos rezagados socialmente ejerció una presión tan grande que hizo estallar la revolución social y consolidar el triunfo de la única dominante que por supuesto no compartiría el poder con ninguna otra clase social. Por el contrario a todas las otras clases sociales sometería o tomaría para sus intereses económicos y políticos.

La vencedora indiscutible de esa revolución fue la burguesía, la cual instauró y terminó de ratificar su sistema económico imperante, así como también la dudosa idea de la democracia. El capitalismo que ya había resurgido con fuerza desde el siglo XVI se consolidó como proyecto económico imperante, y la propiedad privada, el comercio, la inversión y el consumismo empezaron a ser pilares fundamentales del cambio social. A modo de conclusión Lifebvre indica lo siguiente:

La burguesía se había adjudicado el poder político. La legislación económica de los constituyentes, concebida igualmente en su provecho, fue para las masas una decepción más. El 15 de marzo de 1790, la obligación de redimir las cargas señoriales relativas a la dependencia del feudo había sido confirmada. El provecho de la supresión del diezmo había sido, por otra parte, reservado al propietario; el arrendatario, el aparcero, no ganaba pues nada con ello, con mayor razón el jornalero. Confiaron en que se les distribuiría por lo menos una parte de los bienes nacionales gratuitamente o a precio módico. (Lifebvre, 1982: 70)

Se empezó entonces a crear el rezago de otra clase social ya no esclava, ya no vasalla, ahora explotada y excluida de grandes necesidades y derechos importantes para las personas como la educación, el trabajo, la salud, la tierra, la participación en los repartos de las riquezas y recursos naturales que por antonomasia pertenecen a toda la humanidad: que para entonces y después de la revolución industrial se conoció como el proletariado, y que hoy por hoy somos los trabajadores, los desempleados, las amas de casa, los habitantes de las calles, la gente común y corriente y de a pie que no es otra cosa que la clase social menos influyentes en las grandes decisiones y participaciones económicas, políticas, y sociales.

La revolución francesa trajo consigo cambios sociales drásticos en la economía, en la política, y muchas de las clases sociales tuvieron una participación importante como fue la pérdida del poder monárquico, la influencia cada vez más debilitada de la aristocracia y el triunfo inexorable de la clase social burguesa.

2.3. El modelo económico del mundo moderno

Zamora (1984) plantea algo interesante y es que el hombre recibe del cosmos, en un intercambio de energía, menos, igual o más de lo que espera dar, generando así unos resultados de bienestar.

La naturaleza es importante para comprender este equilibrio pues de ella se toma lo que se necesita, y a su vez, por supuesto, ella se va alterando en la medida en que más se le usurpe. La extracción, saqueo y alteración de recursos naturales. Pero nace entonces nace un dilema y es que el hombre y la mujer hacen parte de la misma naturaleza. Desde una visión antropocéntrica, como un actor principal, o desde una visión biológica una parte más de todo un sistema natural.

Por consiguiente cuando el hombre sobre explota para tomar por la fuerza lo que cree le pertenece, está vulnerando la naturaleza humana, algo así como la explotación del hombre por el hombre, o de la mujer por la mujer, o en consecuencia de manera mixta. Se necesitan brazos, fuerza, trabajo, no importa a qué precio, pero se necesitan para el proceso de producción masiva, esa que antes fue un sistema básico de producción e intercambio, y que hoy por hoy es todo un proceso de producción en serie, que se ha vuelto un vicio de crear más de lo que se requiere, no solo lo necesario tiene lugar, sino además lo innecesario, en un juego de que siempre habrá algo más para satisfacer. Se crean entonces necesidades, se acentúa el deseo, la vanidad y las apariencias. El consumismo entonces prevalece sobre el bienestar. En el modelo económico vigente, la calidad de vida se mide por la capacidad de consumo.

La economía es un acto que se hace de manera social, son las relaciones sociales la manifestación de los hechos económicos, y a su vez son los hechos económicos lo que hacen ciertas relaciones sociales. En la modernidad los procesos de producción se hacen cada vez más de forma masiva, el modelo económico impera en mantener un consumo más que libre, inducido, casi convirtiéndolo en un modo de vida, individual, familiar y socialmente aceptado y puesto en marcha.

Karl Marx fue el autor que mejor conoció el sistema, convertido en un modelo llamado capitalismo. Describió muy bien su funcionamiento, sus alcances, dándonos unas bases fundamentales, además de sólidas para comprender premisas tan importantes como la acumulación de capital de parte del inversor capitalista, la compra del trabajo y por consiguiente la apropiación del trabajo del trabajador por parte del inversor capitalista.

Así mismo Marx sustentó algo tan importante como la lucha de clases en donde las principales eran la monarquía, ya extinta para cuando él empezó a trabajar sus teorías en el siglo XIX, y las dos más importantes que hasta hoy son vigentes: la burguesía, es decir el empresariado inversionista, y los trabajadores.

En un contexto global y para el caso latinoamericano, analiza muy bien el sistema socio económico, Eduardo Galeano, uno de los pensadores más conocedores del tema, quien a su vez cita al historiador y escritor estadounidense Kirkland (1947), quien dice lo siguiente:

Éste no era el caso, por cierto, de las colonias latinoamericanas, que proporcionaban el aire, el agua y la sal al capitalismo ascendente en Europa, y podían nutrir con largueza el consumo lujoso de sus clases dominantes, importando desde ultramar las manufacturas más finas y más caras. Las únicas actividades expansivas eran, en América Latina, las que se orientaban a la exportación; y así fue también en los siglos siguientes: los intereses económicosy políticos de la burguesía minera o terrateniente no coincidían nunca con la necesidad de un desarrollo económico hacia dentro, y los comerciantes no estaban ligados al Nuevo Mundo en mayor medida que a losmercados extranjeros de los metales y alimentos que vendían, y a lasfuentes extranjeras de los artículos manufacturados que compraban. (Galeano, 2011: 46).

2.4. Entre otras revoluciones

Hubo una serie de revoluciones muy importantes que establecieron el nuevo orden del mundo, y que se originaron desde el siglo XVIII, por lo menos en el mundo occidental o aquel que pertenecía o tenía influencia de occidente. Estas fueron además de la revolución francesa, la revolución industrial, la independencia de los Estados Unidos y la independencia de los pueblos latinoamericanos. Estas luchas fueron importantes para el nuevo ordenamiento del mundo puesto que la clase social que resultó vencedora fue la burguesa.

Si bien antiguamente era la monarquía la que tenía el poder y estaba al mando, ahora la nueva élite económica había ganado un nuevo ordenamiento del mundo, afirmando la consolidación del capitalismo como modelo único que permea lo político, lo social y también lo cultural del sistema mundial. Es así como se plantea, que la clase social más revolucionaria en ese momento y hasta tanto prevalezca el modelo, es la burguesa. Así entonces quedará presente en la historia de la humanidad.

Por supuesto que estas revoluciones no se habrían podido hacer sin la participación de varios sectores sociales como los mismos trabajadores que fueron los que más apoyaron la causa, los comerciantes y los artesanos, entre otros. Todos ellos, que no entendían bien los verdaderos intereses de una clase social burguesa que se sirvió de unos y de los otros, para después dominar a la clase trabajadora que fue la que más apoyó la causa de la revolución francesa. Es decir, las revoluciones, por lo menos el caso de la francesa que es la que más influencia ha tenido en la modernidad, no se habrían podido hacer sin la participación, a partir del descontento, los gritos y luchas de las clases sociales menos favorecidas, que sin embargo fueron olvidadasy excluidas de beneficios e intereses comunes, por la oportunista clase burguesa.

3. Resultados (América Latina)

América era un mundo para entonces con un dominio predominante de España y Portugal. Todo el imperio español era el perteneciente al de habla hispana desde el norte, hoy México, hasta el sur en el Río de La Plata, hoy Argentina. Portugal tenía como territorio colonial a Brasil.

A finales del siglo XVIII, al tiempo que se implantaban las reformas borbónicas, España había reestructurado su imperio y estaba dividido en 4 virreinatos y capitanías generales. Los virreinatos eran: en el norte la Nueva España hoy conocido como México y Centro América. En el sur estaban La Nueva Granada, hoy los países de Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela; un tercero que era el virreinato del Perú, y por último el Virreinato del Rio de La Plata, hoy los países de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, algunas partes del sureste de Perú, del norte de Chile, del sur de Brasil, así como las tan disputadas islas Malvinas. Guatemala en América Central, Cuba en las Antillas, Chile y ciertos territorios de Venezuela en América del Sur eran las capitanías generales.

Los dos virreinatos más importantes y que existieron desde el principio fueron en el norte, México, y en el sur, Perú, nótese que fueron creados y son herencia de dos de las tres culturas más poderosas de este lado del mundo: Azteca o Mexica en el norte, e Inca en el sur. La otra cultura fuerte a la que nos referimos son los Maya en Mesoamérica.

3.1. Revoluciones e intereses

Intereses internos

Desde antes que se consolidaran las revoluciones de independencia a comienzos del siglo XIX, ya se venían gestando algunas manifestaciones como las de Túpac Amaru en Perú y los comuneros en Colombia, entre otros. Ya en el comienzo del siglo XIX hombres como Simón Bolívar en los países Bolivarianos, José de San Martín en el cono sur, y Miguel Hidalgo en México de la mano de miles de campesinos, indios, negros, mestizos y criollos empezaron a consolidar las revoluciones de independencia.

Estas luchas tenían algo en común con la revolución francesa y la liberación de Estados Unidos que ya había acontecido a finales del siglo XVIII. Aquellos grupos que persiguieron claros intereses de liberación económica y política y sus pensadores, influyeron en líderes y militares nacionales que supieron ganarse la confianza y recibieron el apoyo del pueblo: campesinos, negros, indios y otros sectores sociales. Al igual que los comerciantes y por su puesto la gran sociedad criolla. Aldo Ferrer dice algo importante para describir y analizar este suceso:

A finales del siglo XVIII y principios del XIX se acumulaban las amenazas contra la relación entre España y sus colonias americanas. Pero el derrumbe del orden colonial también amenazaba la estabilidad del orden social establecido. Las oligarquías criollas comprendieron bien pronto que la independencia debía preservar la estratificación social heredada de la conquista y la ocupación territorial y los mecanismos de exclusión de las mayorías. (Ferrer, 2000: 324).

El orden y las garantías socio económicas, después de las revoluciones no cambiaron en gran cosa. Simplemente se pasó de un poder monárquico a uno republicano. En el primero América era colonia de Europa, de imperios monárquicos bajo el dominio de un rey. En el segundo los países los empezaron a conducir criollos, y desde entonces, sobre todo en el siglo XIX y gran parte del XX empezó la disputa de liberales y conservadores, en el caso de Colombia, que básicamente son similares, buscan proteger el mismo interés de grandes élites económicas y se olvidan de los verdaderos derechos de todos esos grupos que los ayudaron a zafarse del yugo colonial, para continuar como países falsamente independientes.

Es decir, había una clara intención de los criollos de empezar a manejar los países con sus propias riendas en vez de dejarlo a Europa. Sin embargo, es claro que los españoles siguieron teniendo poder aún después de las luchas de independencia, sobre todo en México, pues muchos seguían siendo los grandes hacendados, dueños y señores de inmensos territorios.

Intereses Externos

Por supuesto que las revoluciones de independencia no tenían un interés y un significado de heroísmo y libertad, pues estas hacían parte de un proyecto que ya se venía gestando desde siglos antes llamado: globalización y expansión del capitalismo a nivel mundial. Es importante, entonces, parafrasear lo siguiente, reforzado por supuesto con ideas de Lenin (1948), quien plantea lo siguiente: el capitalismo alcanza su máxima expresión como modelo imperialista cuando se logra implementar en todo el mundo.

Francia, Holanda, Inglaterra y Estados Unidos tuvieron fuertes intereses en América Latina después que de alguna manera ellos mismos hicieron lo posible para quitarle el trono a España y Portugal. No obstante existen países o territorios como Belice, Jamaica, Guyana, Guyana Francesa, y hasta la misma isla de San Andrés y Providencia hoy perteneciente a Colombia, donde no se habla español, símbolo de conquistas anteriores y posteriores de estos países.

Entre tanto, la pérdida de grandes estados, más de la mitad de su territorio mexicano, se hizo posteriormente por la ambición de Estados Unidos al arrebatarle y adicionar a ellos todos esos territorios del sur que para entonces fueron de México en la parte norte, a decir: California, Utah, Nuevo México, Texas y Nevada. Fue así, como México perdió más de la mitad de su territorio.

4. A manera de síntesis

Los orígenes de la naturaleza humana han estado recreados por relaciones sociales de tipo material e inmaterial, las ciencias sociales juegan un papel importante en el análisis de todas ellas. La sociología, como la antropología y la politología de la mano todas ellas de la economía y por supuesto de la historia, pueden hacer un trabajo conjunto en aras de darle un matiz a la ciencia más integral, con un punto de vista tan importante en las unas como en las otras, dejando de lado las soberbias posiciones que muchas veces quieren tener unas especialidades por encima de otras.

Es difícil percibir el estudio de las ciencias sociales con una perspectiva individual del estado de las situaciones, pues los comportamientos sociales, son precisamente una complejidad e integración de expresiones que muchas veces, en el estudio de algunas, ese complemento se deja por fuera.

Un proceso económico, que se puede abarcar muy bien de la mano de otras ciencias sociales, ayuda a reforzar ese comportamiento complejo de los individuos, que se relacionan inevitablemente en grupos, relaciones de tipo social. Una sociedad civil, o mejor un grupo social, que siento ha perdido la influencia en la vida, y ha sido puesto por debajo de instituciones y grupos de élites políticas y económicas.

La idea de lo público poco y nada existe, ahora trabaja bajo órdenes de intereses privados, ese privado que está en manos de unos pequeños grupos, poderosos grupos familiares y empresariales, nacionales y del sistema mundo, como el que nos explica Wallerstein (2005), modelo que deja de lado el proyecto de estado nacional, para ser de tipo global.

La independencia de los pueblos latinoamericanos tuvo fuertes influencias y una historia que la antecedieron como fueron las bases que se sentaron en el renacimiento, los ideales y el discurso conveniente de la ilustración que se basaba en la libertad, la igualdad, la evolución y el desarrollo, premisas de la vida moderna, en las que ciertamente el positivismo, para el cual el único conocimiento válido es el científico y la ciencia misma como tal, tuvierony jugaron un papel importante.

Las revoluciones de liberación de los países latinoamericanos tuvieron grandes intereses tanto internos como externos. A nivel interno, pues una élite criolla que ya pedía a gritos la participación en los grandes asuntos, económicos y políticos. A nivel exterior, o mejor del sistema mundo, el proyecto de hegemonía y homogenización del modelo económico imperante, el capitalismo, que se pretendía y sí bien lo conseguía, expandirse en todo el mundo. Por supuesto bajo el liderazgo de potencias mundiales que venían consolidándose más fuerte que España y Portugal, como lo son Inglaterra, Francia, Estados Unidos y con menor participación Holanda.

4.1. América Latina

Ese gran territorio, diverso, complejo y curiosamente mágico que es América Latina nunca ha dejado de estar sujeto a intereses  económicos y políticos, y con excepciones de algunos logros recientes, casi todo el territorio ha sido en los últimos 500 años colonia de grupos que tienen más experiencia en un modelo que se ha construido con unas bases occidentales hechas para controlar al más débil.

América Latina es realidad y realidades, es todas, todos y cada uno de los que nacimos, pisamos y seguimos en esta tierra. No es el estado nación moderno y la idea nacionalista que como ventaja de control y ordenamiento del territorio y la especialización del trabajo se ha inventado el poder. América Latina somos todos desde Río Grande en México, hasta el sur de la Patagonia, y las ansiadas valiosas y siempre nuestras islas Malvinas.

Referencias bibliográficas

Ferrer, Aldo. Historia de la Globalización II. F.C.E. México, 2000.

Galeano, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina, siglo xxi editores, México, 2011. 

Kirkland, Edward. (1947). Historia Económica de Estados Unidos. México: FCE. 842pp.

Lefebvre, Georges. La revolución francesa y el imperio. Fondo de cultura económica FCE, México, 1982.

Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Ediciones en lenguas extranjeras, 1948.

Marx y Engels. Acerca del colonialismo. Artículos y cartas. Edit. Progreso, Moscú, 1932.

Marx y Engels. Materiales para la historia de América Latina. Ediciones pasado y presente, Córdoba Argentina, 1972.

Marx, Carlos, El capital (Sección primera: mercancía y dinero). México, FCE, 2009, pp.3-15, 2009.

Rousseau, Jean. El contrato social. Editores Mexicanos Unidos S.A. México, 2014.

Shelley, Mary (1997). Frankenstein o el moderno Prometeo. Editorial Edicomunicacion, Barcelona.

Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Siglo xxi editores, México, 2005.

Zamora, Francisco. El proceso económico, en “Tratado de teoría económica”, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1984. 


1. Investigador colombiano en el área de las Ciencias Sociales y Administrativas, Magister en Desarrollo Regional con mención en Procesos Socioculturales.  Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia. Administrador de Empresas (Programa de Administración de Empresas presencial). victorbonillacastillo@gmail.com


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