Espacios. Vol. 31 (2) 2010. Pág. 7

Estrategias asociativas para la exportación en el sector venezolano de la construcción: el caso del Cluster AVEXCON

Partnership strategies for export in the Venezuelan construction sector: the case of AVEXCON Cluster

María Antonia Cervilla de Olivieri y Maribel Rodriguez de Pepe


2. Marcos conceptual y metodológico

2.1.Arreglos asociativos y estrategias de articulación productiva: algunas definiciones

En la literatura se ha difundido el término asociatividad para referirse a un mecanismo de cooperación entre empresas pequeñas y medianas, donde cada empresa decide participar voluntariamente en un esfuerzo conjunto con los otros participantes para la búsqueda de un objetivo común, manteniendo su independencia jurídica y autonomía gerencial (Rosales, 1997). Los clusters vienen a ser uno de los tipos de arreglos asociativos que se pueden generar de la acción conjunta y de la cooperación ínterempresarial (López, 2003)

La conformación de clusters, en tanto conglomerados de empresas, ha venido siendo estudiada desde hace varias décadas, siendo destacados por varios autores su relevancia para el éxito económico de una nación (Porter, 1990), así como sus implicaciones para el desarrollo local (López, 1999; Vázquez, 1999). El creciente interés en los clusters es sólo uno de los aspectos detrás de una reorientación más amplia de la investigación en ciencias económicas hacia las bases microeconómicas del crecimiento y desarrollo (Porter, 2003)

Si bien existe un acuerdo general en que el concepto de cluster está llegando a ser cada vez más importante, se ha argumentando que su definición es muy vaga y no existe un consenso en torno al mismo, habiéndose propuesto numerosas interpretaciones. Por ello, se considera pertinente revisar la literatura relevante de manera de identificar los aspectos fundamentales que constituyen un arreglo asociativo de esta naturaleza.

Un cluster es definido, generalmente, como un conjunto de empresas y otros actores co-localizados dentro de un área geográfica concentrada, cooperando alrededor de un nicho funcional, estableciendo vínculos cercanos y trabajando en alianzas para mejorar la competitividad colectiva (Andersson et al, 2004), Ketels (2003) también los ve como un grupo de empresas e instituciones en una región geográfica específica, interdependientes para proveer un conjunto de productos y/o servicios. Debido a la proximidad entre ellas, en términos de geografía y de actividades, los integrantes del clusters disfrutan de los beneficios económicos derivados de varios tipos de externalidades positivas: acceso a proveedores y recursos humanos especializados; transferencia de conocimiento; presiones para mejorar el desempeño derivadas de la competencia, y aprendizaje, producto de la interacción cercana tanto entre las empresas participantes como con proveedores y clientes.

Como puede verse, la dimensión geográfica está presente en las diferentes definiciones. Sin embargo, un cluster puede también atraer a agentes que venden en mercados distantes y favorecer la oferta de servicios técnicos, financieros, contables, legales, de formación y entrenamiento, etcétera. En algunos casos, los clusters también contemplan alianzas estratégicas con universidades, institutos y centros de investigación, consultores, instituciones de enlace (por ejemplo, “brokers”) y clientes (Roelandt et al, 1999)

Estos conceptos tienen que ver con las teorías de aglomeración o co-localización de actividades relacionadas, pero van más allá. Mientras que la localización puede estar asociada con efectos externos favorables que no son intencionales, sino más bien incidentales (Mishan, 1971), las estrategias de articulación y las acciones asociativas motivadas por la anticipación de beneficios colectivos son de mayor importancia en un cluster. Por su parte, Porter (1990) relaciona el concepto de cluster con la competitividad de industrias y naciones, enfocándose en la especialización y llamando la atención hacia múltiples factores a través de los cuales la empresa puede mejorar su desempeño. Así, se establecen cuatro factores de una economía que conforman el entorno en el que han de competir las empresas, proponiendo el modelo conocido como “el diamante de la competitividad”, el cual puede ser utilizado para analizar la calidad general del ambiente de negocios al nivel nacional o regional. En este caso la unidad de estudio es ampliada a los agrupamientos de empresas al nivel nacional (Ferro et al, 2000). Posteriormente, el autor (Porter, 1998) expande sobre el tema y discute la nueva economía de la competencia, definiendo a un cluster como: un grupo de empresas interconectadas e instituciones asociadas, próximas geográficamente y vinculadas por áreas comunes y complementariedades.

En un cluster existen múltiples actores relevantes que pueden estar interrelacionados de diferentes maneras. Los gobiernos y otras autoridades públicas han sido los responsables por la mayor parte de las iniciativas de conformación de clusters que se observan al nivel internacional, aunque hay una marcada variación entre los distintos países. Los resultados tienden a ser diferentes dependiendo de si están a cargo actores públicos o privados, habiéndose concluido de diferentes estudios de procesos de clusters que, con frecuencia, las políticas “top-down” fracasan, dado que el centro de los procesos de conformación de cluster reside en la interacción entre las empresas y organizaciones involucradas (Sölvell et al, 2003)

Por ello, aunque hasta hace algunos años, el proceso había sido considerado como determinado exógenamente, las iniciativas de clusters son cada vez más vistas como acciones conscientes tomadas por varios actores para crear o fortalecer los vínculos entre las diferentes organizaciones participantes, para quienes la membresía dentro del grupo es un elemento importante a efectos de su competitividad individual (Asian Development Bank, 2001; López, 2003)

2.1.1. Categorías de clusters

Pueden ser definidas ciertas categorías principales de clusters. Una categorización está relacionada con los ejes espacial/funcional, habiendo sido definidos los clusters como sistemas funcionales de actividades interrelacionadas y como sistemas espaciales de actividades similares y relacionadas (Andersson et al, 2004). Desde esta perspectiva pueden ser presentadas dos categorías principales de clusters: a) clusters regionales o localizados, y b) clusters industriales.

Los clusters regionales o localizados son agrupamientos espaciales de empresas similares y relacionadas (Malmberg y Maskel, 1997) Los sistemas vinculados funcionalmente, que están menos restringidos a regiones estrechamente definidas –en línea con la definición original de Porter–, son referidos comúnmente como clusters industriales. Para la ONUDI (1999), un cluster industrial viene a ser una concentración sectorial y geográfica de empresas que producen y venden un mosaico de productos relacionados o complementarios y en consecuencia se enfrentan con retos y oportunidades comunes. Humprey y Schmitz (1996) definen un cluster industrial como una concentración geográfica de empresas que se beneficia a través de economías externas como, por ejemplo: el surgimiento de proveedores que abastecen de materia prima y componentes, maquinaria, partes y repuestos, y la emergencia de mano de obra calificada con talentos específicos para el sector.

Aunque las definiciones anteriores incluyen la dimensión geográfica, los clusters industriales normalmente no están confinados a un área geográfica; por el contrario, tienden a abarcar un área más amplia, cubriendo un estado o una nación (Porter, 1990; Francés et al, 1996), enfocándose en la competitividad dentro de sectores. Son sistemas abiertos que normalmente se componen de un gran número de actores y recursos, desarrollando para producir y mercadear varios tipos de bienes y servicios. Una masa crítica en la cadena de valor hace a las empresas más competitivas en la medida en que ellas se benefician de compartir mercados, capital humano y otras condiciones de factores.

Así, un cluster industrial viene a ser una manera alternativa de organizar la cadena de valor (Vera, 2006) Un aspecto clave de un cluster es su carácter estructural como una forma de organización con una perspectiva de largo plazo.

2.1.2. Elementos clave de un cluster

A pesar de la diversidad prevaleciente en percepciones, la cual dificulta los esfuerzos por presentar un concepto de cluster uniforme y aceptado de manera universal, se han llegado a identificar ciertos elementos clave de los clusters, los cuales no necesariamente tienen que darse simultáneamente. Así, Andersson et al (2004) muestran siete bloques necesarios para la construcción de un clusters: i) la concentración geográfica: las empresas se localizan en la proximidad geográfica debido a factores “duros”, como economías externas de escala y a factores “blandos”, como capital social y procesos de aprendizaje; ii) la definición de la especialización del cluster y de sus actividades medulares: los clusters se centran alrededor de una actividad medular en la cual todos los actores están relacionados.; iii) múltiples actores: los clusters no solo consisten de empresas, sino que también involucran autoridades públicas, instituciones académicas, representantes del sector financiero y otras instituciones dispuestas a colaborar; iv) la competencia y la cooperación: esta combinación caracteriza las relaciones entre los distintos actores interrelacionados; v) la masa crítica, requerida para lograr una dinámica interna; vi) el ciclo de vida del cluster: no son fenómenos temporales de corto plazo, sino que deben ser conformados con perspectivas de largo plazo, y iv) la innovación, dado que los beneficios surgen de las oportunidades para la innovación y el aprendizaje colectivo.

Los autores destacan que no todos estos elementos deben estar presentes obligatoriamente en el caso de cada cluster específico, y que la ausencia de uno o varios de ellos no debe ser vista de forma automática como un signo de debilidad o una indicación de la necesidad de cambio. Pero, si bien no es necesario que todos los elementos están presenten en un caso específico, la innovación es de particular importancia para generar los beneficios potenciales del clusters.

En su evolución un cluster pasa a través de una serie de etapas o estadios de desarrollo y, aunque puede que éstos no sean idénticos en todos los casos y que el ritmo de su evolución varíe, existe una lógica inherente a la forma como el cluster evoluciona que permite proponer ciertos patrones característicos. En este sentido, Andersson et al (2004) proponen que el ciclo de vida de un cluster generalmente sigue las etapas siguientes: i) aglomeración: una región tiene un conjunto de empresas y otros actores; ii) cluster emergente: como un embrión del cluster, un grupo de actores de la aglomeración comienza a cooperar alrededor de una actividad medular y se da cuenta de las oportunidades que surgen de estos vínculos; iii) cluster en desarrollo: se establecen nuevos vínculos a medida que aparecen nuevos actores en la misma actividad o en alguna actividad relacionada; iv) cluster maduro: el cluster ha alcanzado una masa crítica de actores y también ha desarrollado relaciones fuera de éste, con otros grupos de empresas, actividades, clusters o regiones; hay una dinámica interna de nueva creación de empresas a través de emprendimientos, “joint-ventures”, “spin-offs”, etcétera, y v) transformación: así como los procesos, mercados y tecnologías cambian en el tiempo, también lo hacen los clusters. Para que un cluster sobreviva debe evitar el estancamiento, estando obligado a innovar para adaptarse a esos cambios. En su evolución podría transformarse en uno o varios nuevos clusters enfocados alrededor de otras actividades o, por ejemplo, podría cambiar las formas en que elabora sus productos y/o entrega sus servicios.

2.2. El proceso de conformación de un cluster

Los clusters y las iniciativas de clusters no representan soluciones temporales para resolver problemas; ellos tienen un sentido de dirección y una estabilidad interna en el tiempo. De allí la necesidad de estudiarlos desde una perspectiva dinámica, prestando atención al desarrollo evolutivo del arreglo de colaboración, a los elementos claves en las diferentes fases y al proceso de interacción entre las empresas para la consolidación del acuerdo de colaboración (Escribá, 2003) De acuerdo con este autor, entre los temas de mayor interés en el estudio de arreglos de colaboración están los relativos a los procesos dinámicos que se dan en la relación entre los socios y la atención a aspectos de dicha relación, tales como: la confianza, el compromiso, las percepciones, las negociaciones, la comunicación, el aprendizaje, etcétera, que pueden influir en el rendimiento de las alianzas y, por tanto, condicionar las probabilidades de éxito o fracaso de la cooperación.

A continuación se describen las diferentes fases del proceso de creación y consolidación del cluster, así como las actividades realizadas en cada una de ellas, siguiendo el modelo de cuatro fases propuesto por Andersson et al (2004), indicando los aspectos o variables clave que se ha señalado en la literatura que afectan el rendimiento de un arreglo cooperativo (Martin, 2004)

Fase 1. Construcción de capital social y capital humano: Tal como lo señalan Cegarra et al (2005), si bien es cierto que en la fase previa a la cooperación los beneficios esperados son claves para pasar a niveles superiores de cooperación, es imprescindible la confianza. La confianza es un concepto que ha sido tratado en una amplia variedad de contextos organizativos y sociales (Escribá, 2002). Montoro (2000, citado en Cegarra et al, 2005) la define como la creencia de una empresa de que las acciones de su socio tendrán resultados positivos para ella, además de que éste no realizará acciones inesperadas que puedan provocar efectos o consecuencias negativas para la misma. Si los acuerdos de cooperación son desarrollados y organizados socialmente, la confianza entre las partes adquiere una dimensión fundamental para su éxito, pero cuando falta cierto grado de confianza, es casi imposible establecer y mantener relaciones organizacionales con éxito durante un largo período (Escribá, 2002) Por ello, el primer paso para preparar el terreno para la iniciativa de articulación es la construcción de capital social y la creación de confianza (Ottati, 1994; Sabater y Montes, 2001; Vázquez, 2005)

En las fases iníciales de la colaboración, la construcción de capital social viene a ser un complemento necesario para el capital humano; es decir, el conocimiento, las destrezas gerenciales y las destrezas sociales al nivel individual. En esta fase, el establecimiento de normas y obligaciones y la creación de un clima de confianza que propicie el intercambio de conocimiento, constituyen aspectos claves para el éxito del proyecto de colaboración.

Fase 2. Desarrollo de enlaces y construcción de vínculos: La fase siguiente del proceso de articulación implica definir y desarrollar vínculos estratégicos. La metodología más común para lograr una cooperación inicial son las reuniones entre las diferentes organizaciones interesadas en el arreglo colaborativo, orientadas a crear un entorno para la formación, que facilite la resolución de problemas. La existencia de reuniones previas se asocia de manera positiva con la adopción de niveles superiores de cooperación (Cegarra et al, 2005)

Como lo señalan Ferro et al (2000), el proceso de creación de un cluster es delicado y progresivo, por lo cual las empresas deberían hacerse acompañar por un organismo o agente externo, que actúe como catalizador en el proceso, a fin de evitar un fracaso prematuro. En investigaciones recientes sobre el tema se ha destacado la importancia de este tipo de instituciones, las cuales crean plataformas especializadas para la interacción entre las empresas (Porter y Emmons, 2003), señalándose que la presencia de consultores externos dinamiza la capacidad para poner un marco a diferentes intereses, produciendo un efecto catalizador (Cegarra et al, 2005) Así, su presencia en los acuerdos de cooperación ejerce un efecto moderador, ya que median en las negociaciones y ayudan a delinear los objetivos, lo que debería conducir a una mejora de la situación de todas las empresas participantes.

Fase 3. Definición de estrategia y visión: A medida que la intensificación de los vínculos entre los participantes en un arreglo colaborativo crea un sentido de compromiso e identidad, un iniciativa de cooperación evoluciona hacia un proceso de desarrollo más estructurado (Andersson, 2004). Así, los vínculos informales se formalizan y comienzan a tener lugar acciones más estructuradas y proactivas para llegar a la tercera fase de definición de estrategias conjuntas.

Mora (2003) presenta un modelo básico de análisis, y hace referencia al concepto compromiso como el factor de mayor influencia sobre el resultado de la cooperación, al definirlo como el grado en el que los socios se involucran en la transferencia. Este autor considera que su análisis incluye varios aspectos, como el volumen de recursos aportados por los socios, el apoyo de la alta dirección y la implicación del personal que participa directamente en la transferencia, lo cual garantiza el funcionamiento con éxito de los acuerdos de cooperación. En definitiva, la falta de compromiso se puede manifestar en la ausencia de entusiasmo o interés por apoyar la cooperación en el largo plazo (Cegarra et al, 2005)

Fase 4. Toma de acciones de lanzamiento e implementación de la asociatividad: La dinámica de un cluster no ocurre de manera automática, sino que ella depende de que pueda ser reforzada por acciones concretas, con un objetivo específico (Ketels, 2003). Es en esta fase donde se puede hablar entonces de la consolidación del cluster.

Por su parte, Ring y Van de Ven (1994) consideran que los acuerdos de cooperación no deben ser vistos sólo como un proceso secuencial, sino que señalan que más bien se trata de un fenómeno cíclico compuesto de secuencias de negociación, compromisos y etapas de ejecución, lo cual lleva en cada fase al replanteamiento de los acuerdos y a la renegociación (Escribá, 2003), cerrando así el ciclo del aprendizaje de la colaboración. Cada una de las fases puede comprender un número de interacciones repetidas, el resultado de las cuales se valor en términos de la eficiencia y la equidad.

El éxito o fracaso de un acuerdo de asociatividad estará influenciado por la mejor o peor gestión de las variables clave en cada una de las etapas de desarrollo (Senise y Parras, 2005) En la Figura 1 se presentan las cuatro fases del proceso de generación y desarrollo de un cluster, descritas de acuerdo con el modelo de Andersson et al (2004), destacando las variables y acciones que merecen especial cuidado de parte de las empresas en cada una. Es importante señalar que, dentro de cada una de estas fases evolutivas puede tener lugar un proceso de revisión y re-negociación que modifique y redefine los términos del acuerdo, el cual podrá ser influenciado tanto por factores internos (las características expectativas de las organizaciones participantes, por ejemplo), como por factores externos (condiciones del entorno) Una vez alcanzada la cuarta fase, la percepción de logros y beneficios (rendimiento del acuerdo) será determinante para el mantenimiento de arreglo asociativo, junto a otros aspectos como la interdependendencia y la frecuencia y fluidez de la comunicación entre las organizaciones participantes (Senise y Parras, 2005)

Figura 1. Fases y etapas en el proceso de creación de un cluster

Fuente: Adaptado de Andersson et al (2004) y de Escribá (2003)

2.3. Rendimiento y beneficios percibidos de la asociatividad

Aunque no ha resultado sencillo hallar un criterio confiable y objetivo para evaluar el rendimiento de un arreglo de colaboración, en la literatura parece existir cierto consenso en cuanto a la idea que te éste tiene que ver con la valoración que las empresas participantes hacen de los resultados obtenidos y con su satisfacción con el desarrollo y la evolución de la relación, así como con la percepción de los beneficios obtenidos a partir de las actividades del cluster (Martin, 2004)

El poder del concepto de clusters se apoya en la percepción de los beneficios (Vera, 2006). Según Dini (1997), los principales beneficios asociados al desarrollo de sistemas de relaciones eficientes para las pyme se ubican en cuatro grandes ámbitos: i) potenciación de las capacidades de aprendizaje y de innovación; ii) mejoramiento de la capacidad para tomar decisiones en un contexto turbulento; iii) logro de economías de escala y mejora en el poder de negociación, y iv) captura de externalidades.

En la literatura se han distinguido tres grupos de variables que afectan el éxito o fracaso de un acuerdo de cooperación: i) factores relacionados con su formación la estructura inicial del arreglo asociativo (características de los socios, negociación, diseño del acuerdo, protocolo, planificación de la cooperación, recursos a aportar, etcétera); ii) factores relacionados con la gestión continua del acuerdo de cooperación y con el desarrollo y evolución de la relación (toma de decisiones, solución de conflictos, factores propios de las capacidades de los socios y de la interacción entre ellos, tales como: confianza entre los socios; compromiso con el acuerdo; grado de dependencia entre las empresas, etc.); y iii) factores externos o influencias del entorno (cambios tecnológicos; cambios en la demanda; cambios en la economía o en el papel que ejercen las instituciones públicas, etc.) que se podrían traducir en la redefinición de los objetivos empresariales y llevar al replanteamiento de la alianza (Martin, 2004) Por su parte, Camargo (2005) propone un modelo de determinantes del éxito en una alianza o asociación estratégica, planteando dos grandes categorías de causas del éxito: 1) relativos al socio: atributos del socio, selección del socio, lazos sociales del socio y aprendizaje y conocimiento; y 2) relativos a la alianza: atributos de la alianza; gestión de la alianza; redes sociales; recursos y capacidades, y aprendizaje y conocimiento.

2.4. Aspectos metodológicos de la investigación

El objetivo general de la investigación es mejorar la comprensión de los procesos intra- e inter-organizacionales que conducen al desarrollo de un arreglo de cooperación entre PYMEs que operan en un mismo sector de actividad económica. Para ello, la atención se centra en el estudio de la evolución del proyecto de articulación y en el proceso de interacción entre las empresas involucradas, para la consolidación del cluster (1).

El trabajo se plantea un conjunto de objetivos específicos: i) estudiar las prácticas asociativas y los procesos involucrados, en un conjunto de PYMEs venezolanas, a fin de identificar las rutinas (2) más efectivas para afrontar los retos que implica la colaboración inter-empresarial(Nelson, y Winter, 1982); ii) evaluar los beneficios y las ventajas competitivas que ha otorgado a estas empresas la participación en arreglos de colaboración, y iii) extraer lecciones para otras empresas y proponer recomendaciones para que permitan incrementar la probabilidad de éxito de un acuerdo de cooperación entre PYMEs.

La investigación pretende dar respuesta a las preguntas siguientes: ¿Cuáles son las motivaciones principales de las empresas para participar en arreglos asociativos?; ¿cuál es la naturaleza de los objetivos perseguidos por las organizaciones a través del cluster?; ¿cómo evolucionan los acuerdos de colaboración y cuáles son los elementos clave en cada una de las etapas?; ¿en qué ámbito de acción se ubican los beneficios percibidos por las empresas de su participación en un proyecto de articulación productiva?; ¿qué factores, tanto internos como externos, influyen en el éxito de los arreglos de colaboración? Para el logro de los objetivos se diseñó un estudio de carácter exploratorio, utilizando una metodología cualitativa de investigación, con base en el enfoque del estudio de caso (Yin, 1998; Eisenhardt, 1989; Eisenhardt y Graebner, 2007). Se escogió este método debido a que permite examinar la interacción entre los distintos factores que han conducido a la configuración y evolución del arreglo de colaboración entre las empresas (3).

Lo característico de un estudio de caso viene dado por el énfasis en la comprensión de un fenómeno dentro de su contexto particular. Su objetivo es extraer información a partir de la observación y el análisis de fenómenos reales. La mayor utilidad del estudio de caso se aprecia cuando el fenómeno y su contexto no son evidentes o son difíciles de estudiar; es decir, cuando no son obvias las relaciones entre el comportamiento del individuo, grupo u organización y las condiciones del ambiente que pudieran servir como causas en una explicación. Por ello, es la estrategia recomendada para el estudio de fenómenos complejos, caracterizados por la actuación simultánea de un gran número de variables con múltiples interrelaciones (Malavé, 2004). Por otra parte, Katz (1986) caracteriza a los estudios de caso como la única vía para enfrentar la comprensión del fenómeno microeconómico que plantea el carácter eminentemente idiosincrásico de las empresas de países en vías de desarrollo. Los clusters son de naturaleza idiosincrásica, con diferentes aplicaciones del concepto según las distintas situaciones. En éste se lleva a cabo una investigación intensiva de la unidad social (en este caso el “cluster”), para lo cual se recoge información acerca de la situación existente, de las experiencias y las condiciones pasadas y de las variables ambientales que ayudan a determinar las características específicas y la conducta de la unidad (Van Dalen y Meyer, 1978).

El caso presentado forma parte un “estudio de caso múltiple”, ya que en la investigación se analizan las estrategias, capacidades y procesos organizacionales de que han seguido empresas venezolanas en distintos sectores de actividad para la conformación de arreglos colaborativos, siendo el caso de interés para este artículo una de las experiencias analizadas. Para la identificación y selección de las experiencias de asociatividad a estudiar se solicitó el apoyo de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) (4).

Para el estudio de la trayectoria de crecimiento y consolidación del arreglo colaborativo analizado, se desarrolla una narrativa histórica como estrategia analítica (5). Las fuentes de información utilizadas fueron de naturaleza diversa: entrevistas, encuestas, consulta de documentos, informes, presentaciones, proyectos y otras fuentes de información secundaria. Las entrevistas constituyeron la fuente de información más importante para la investigación. En el curso del trabajo de campo esta técnica asumió diversas características: a) Entrevistas semiestructuradas llevadas a cabo en las fases preliminares de la investigación y dirigidas fundamentalmente a recolectar información general sobre el cluster, así como a recoger algunos datos valiosos del punto de vista de su historia y evolución; b) entrevistas estructuradas a individuos claves en cada organización partiendo de cuestionarios estandarizados.

En el instrumento o cuestionario estandarizado aplicado a las empresas participantes se plantean los temas siguientes: barreras y problemas para la conformación del cluster en sus etapas iniciales; funciones del cluster; competencias generadas; beneficios percibidos; expectativas a futuro y obstáculos para la sostenibilidad del arreglo asociativo.

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(1) De acuerdo con Escribá (2003), el estudio de los procesos dinámicos de interacción entre los participantes en un arreglo de colaboración, constituye el principal reto de los investigadores interesados en la comprensión de los factores de éxito de la cooperación inter-empresarial.
(2) La noción de rutinas de innovación de Nelson y Winter (1982) es clave para esta investigación uno de cuyos objetivos es entender los procesos organizacionales que se dan en la empresa en torno a las actividades de colaboración y analizar su vinculación con la configuración de las capacidades competitivas.
(3) Durante mucho tiempo se pensó incorrectamente en el Estudio de caso como un tipo de diseño cuasi-experimental. El estudio de caso se reconoce ahora como una estrategia de investigación distinta que tiene sus propios diseños de investigación (Cook y Reichart, 1985).
(4) La Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) es una organización empresarial del sector industrial venezolano, que brinda asistencia técnica a la industria manufacturera venezolana. Ha promovido el desarrollo de la pyme, a través de programas y proyectos para mejorar la productividad y la competitividad, siendo considerada un actor estratégico en el crecimiento económico del país.
(5) Los estudios de caso se enfocan en los procesos organizacionales, destacándose las decisiones gerenciales que han sido clave para la configuración del arreglo de colaboración. Según Van de Ven y Huber (1995), los procesos de cambio están compuestos de eventos con antecedentes y consecuencias y cuando ellos son comprendidos y conectados en la forma de una historia o narrativa histórica con frecuencia tiene lugar una mayor comprensión del proceso.

Vol. 31 (2) 2010
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