Espacios. Vol. 29 (1) 2008. Pág. 25

Problemas de la  investigación en las universidades venezolanas

Problems of the investigation in the Venezuelan universities

Lilia Pereira de Homes[*], Wendolin Suárez Amaya[**] y Jhoady Hernández Simancas[***]


Contenido


RESUMEN:
La investigación juega un papel estratégico dentro de las instituciones de educación superior por ser una actividad conducente a la generación de conocimientos y a la formación de individuos críticos, encargados de interpretar las nuevas realidades y buscar alternativas de solución a la diversidad de los problemas sociales. En la práctica, la investigación presenta serias limitaciones para su desarrollo, por tanto, se encuentra situada en un lugar secundario de la actividad universitaria. El propósito de este trabajo es caracterizar los principales obstáculos que presenta la investigación en las universidades autónomas venezolanas (UAV), basados en el análisis documental. Los resultados evidencian diversos obstáculos entre ellos: la preeminencia de la docencia sobre la investigación; la  existencia de esfuerzos de investigación desarticulados y un financiamiento insuficiente e ineficiente. Se concluye que los obstáculos señalados podrían superarse siempre y cuando exista  voluntad para deslastrarnos de las costumbres y modelos de organización que impiden el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país.
Palabras claves: Investigación universitaria, Universidades, Venezuela.

ABSTRACT:
The research plays a strategic role inside the institutions of superior education as a conducive activity to the generation of knowledge and the formation of critical individuals, who are in charge of interpreting the new realities and looking for alternatives to a solution to the diversity of the social problems. In the practice, the research presents serious limitations for its development, since it is located on a secondary plane of the university activity. The purpose of this work is to characterize, based on documental analysis,  the main obstacles the research  presents within the autonomous Venezuelans universities (AVU). The results show diverse obstacles such as the pre-eminence of teaching on the investigation; the existence of disjointed research efforts, and an insufficient and inefficient financing. In conclusion, the indicated obstacles could be overcome as long as it exists a disposition to reject  the customs and organization models that impede the development of science and the technology in our country.
Key words: University investigation, Universities, Venezuela

1. Introducción

El desarrollo y fortalecimiento de la investigación es vital para generar conocimientos en búsqueda de soluciones a los problemas de nuestro entorno, para esto se requiere, en el caso latinoamericano, la participación activa de la comunidad académica particularmente de profesores y estudiantes, por ser las instituciones de educación superior el principal centro de investigación en los países de la región; asimismo, es indispensable  el compromiso  del  Estado  con la investigación a través de la formulación, ejecución de políticas y apoyo financiero  como soporte a esta actividad.

Sin embargo, en los países latinoamericanos y por ende en Venezuela, el desarrollo de la actividad investigativa ha sido aletargado por diversos motivos, entre los cuales tenemos una marcada desvinculación entre las investigaciones producidas y las necesidades reales de la sociedad; la supremacía de la función docente sobre la investigación como respuesta a la creciente demanda estudiantil; la docencia no fundamentada en la investigación y una marcada tendencia hacia la disminución del presupuesto asignado a las universidades públicas para la investigación, asociada a una administración poco óptima de los recursos otorgados.

Lo expuesto da cuenta de la notable desventaja de los países latinoamericanos con relación a los países desarrollados, los cuales detentan la hegemonía en el desarrollo y transferencia de conocimientos de punta.  Por su parte, los países de la región muestran resultados poco alentadores dada la escasa cultura de investigación que históricamente los ha hecho dependientes de los conocimientos producidos en otras latitudes. Al respecto sostiene Tûnnerman (2002:172) que “el subdesarrollo científico-tecnológico es, a la vez causa y consecuencia del subdesarrollo económico-social”.

Los países latinoamericanos se caracterizan fundamentalmente por la diversidad cultural, económica, política y científico-tecnológica; no obstante, tienen a la universidad como lugar común de generación de conocimientos y al Estado como la principal fuente de financiamiento.

 En el caso venezolano el Estado ha venido promoviendo una política de apoyo a la investigación a través de la creación de instituciones destinadas al diseño de políticas, planeamiento y promoción de la investigación. A pesar de ello priva la ausencia de articulación entre las políticas de Estado en materia de ciencia y tecnología con las políticas internas de las universidades oficiales, en un contexto de crisis económica acentuada desde la década de los ochenta, las cuales condicionan las relaciones tensas pero necesarias entre ambos actores.

 Las universidades oficiales venezolanas se encuentran ante el reto de atender las diversas funciones que como instituciones de educación superior le corresponden, sin que esto perjudique la investigación como pilar fundamental de su misión, en un contexto de crisis política, económica, social y cultural del país. La investigación es un proceso complejo que requiere de una serie de condiciones a fin de que sus productos se materialicen en beneficios sociales.  

A continuación se caracterizan los principales avances y obstáculos que presenta la investigación en las universidades autónomas venezolanas (UAV).

2. La investigación en Venezuela

Para finales del siglo XIX cuando las sociedades latinoamericanas se estrenan como capitalistas, la ciencia se convierte en una alternativa para el logro de mejoras en el escenario político y económico. En sus inicios la investigación estuvo circunscrita únicamente a la gente de ciencia perteneciente a las universidades, empeñadas en absorber y difundir nuevos conocimientos, motivo por el cual ese grupo de profesores universitarios avanzaron en la práctica investigativa con una marcada predisposición al positivismo[1]. Afirma Lanz (2003:122) que esto fue consecuencia de la transferencia del paradigma científico propio del mundo occidental.

El acercamiento de América Latina a la ciencia surge como proceso casi agregado a la colonización influenciado por la idiosincrasia europea a través del Imperio Español -hegemónico para la época-.  Al respecto afirma Vessuri (en prensa) que la historia de la ciencia latinoamericana es la historia de la ciencia del transplante; adaptación del conocimiento y técnicas europeas en manos de activistas culturales y empresarios. Sin embargo, hubo culturas indígenas que resistieron la introducción de ideas, artefactos y tecnologías, como las de México, Perú, Ecuador y Bolivia, en otras.  En países como Argentina, Chile, Colombia y Venezuela los pueblos indígenas fueron vencidos por la fuerza y quedaron arrinconados o fueron eliminados.

En nuestro país, la ausencia de una cultura científica autóctona se debió a que la investigación era realizada fundamentalmente por extranjeros para responder a los intereses del dominador; en tanto los blancos criollos, personas con formación y capacidad para hacer ciencia, se avocaron principalmente a actividades políticas en aras del movimiento independentista; las universidades hispanoamericanas fueron creadas con la misión de defender los intereses de la corona y velar por la pureza de la religión católica.

Siguiendo esa orientación, en 1721 se decretó la creación de la “Real Pontificia Universidad de Caracas” la cual pasó a llamarse Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1827. La segunda fue la “Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros”, denominada desde 1883 Universidad de los Andes (ULA) y la tercera fue la Universidad del  Zulia  fundada en 1891.  Las actividades en estas casas de estudios estuvieron signadas por altibajos generados por la inestable situación  política  y  social  de  la  época.  En  este  contexto,  la  UCV y  LUZ  fueron clausuradas durante el gobierno de Cipriano Castro en los años 1900 y 1903, respectivamente. Según Fermín en Carvajal, (1998:132) durante el período Castro-Gomecista la educación venezolana permaneció en la más absoluta indiferencia, barbarie, oscurantismo y negación de la libertad.

Una vez finalizada la dictadura se inicia el período de transición democrática con los gobiernos de los Generales Eleazar López Contreras (1936-1941) e Isaías Medina Angarita (1941-1945); época en la cual se produjo la expansión y mejoramiento de la educación. Se decreta en 1940 una Ley de Universidades que otorga cierta autonomía a estas instituciones y se crean los primeros institutos de investigación a lo interno de ellas.

De acuerdo con Ruiz (1992:09) el desarrollo de la actividad científica en Venezuela para el período 1936-1958 se centra en tres aspectos fundamentales: 1) Crecimiento y complejidad del Estado en un contexto de modernización del país; 2) Acción estatal para proporcionar espacios, recursos económicos y profesionales dirigidos a iniciar actividades científicas, y 3) Incremento y diversificación de la docencia universitaria de pre y postgrado.

Lo anteriormente señalado impulsa a la creación de nuevas carreras universitarias como respuesta a la necesidad de formar personal en áreas estratégicas relacionadas con la exploración de las riquezas naturales -foco de atención del proyecto modernizante- y se promovió el conocimiento de las potencialidades del país distintas a la explotación petrolera.

Adicionalmente, bajo el auspicio del Estado se crean una serie de instituciones destinadas al avance de la ciencia que en sus inicios se dirigieron a los estudios del área biomédica para contrarrestar las endemias del paludismo, la malaria y la tuberculosis, entre otras. Se organiza el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social a través del cual se sistematiza la investigación científica preventiva.  Este escenario sirvió de plataforma para el impulso de revistas científicas con la finalidad de difundir los trabajos de investigación de los nuevos científicos del país (Ruiz, 1992).

Otro hecho significativo que marcó el camino para el desarrollo de la ciencia en el país, fue la creación en 1950 de la Asociación Venezolana para el Avance  de la Ciencia (ASOVAC), conformada por un grupo reducido de investigadores provenientes de las universidades. La referida asociación favoreció la conformación de comunidades científicas a través de la concentración de esfuerzos colectivos en torno a la actividad investigativa en contraposición a los esfuerzos individuales.

En medio de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez y con las universidades intervenidas, fue creado en 1952 el Instituto de Investigaciones Médicas “Fundación Luis Roche” para hacer ciencia a partir de problemas nacionales o locales de la medicina. A mediados de los cincuenta se crea el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), liderado por el Dr. Humberto Fernández Morán.  Éste dio paso a la creación en 1959 del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) con carácter de Instituto autónomo, basado en el principio de multidisciplinariedad y adscrito al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Uno de sus principales logros fue la formación de jóvenes venezolanos con inclinaciones hacia la ciencia quienes fueron becados para realizar estudios en el exterior.

Ahora bien, con el advenimiento de la democracia a finales de los cincuenta, comienza a promoverse en el plano educativo reformas tecnocráticas[2] que buscaban colocar a la enseñanza en función de satisfacer las necesidades del modelo de sustitución de importaciones[3]. En este contexto se aprueba la Ley de Universidades a través de la cual se instituyen los Consejos de Desarrollo Científicos y Humanísticos (CDCH)[4] y, a lo interno de las universidades, se da  inicio a  programas  de  becas   y  creación  de  centros  e  institutos  de investigación como es el caso del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) en 1961.

Una de las principales políticas del Estado para coordinar la actividad de ciencia en el país fue la creación en 1967 del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT). Para los setenta, el Estado realiza importantes inversiones con miras al progreso de la actividad científica de las universidades, siendo estas últimas un espacio privilegiado para su desarrollo.

A pesar de las inversiones realizadas en las décadas anteriores, en los ochenta, la actividad científica en nuestro país estuvo marcada por la apatía del Estado y la asignación de escasos recursos a tal actividad, en el contexto de una severa crisis económica ocasionada por la caída de los precios del petróleo, fuente principal de ingresos para el país.

A principios de los 90 luego del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones y con la adopción de una nueva concepción de mercado basado en un paradigma neoliberal[5], la investigación científica en el país se reconceptualiza  al cobrar mayor significación la generación y aplicación de los conocimientos producidos. En este sentido, se crea el Programa de Promoción del Investigador (PPI) en 1990, cuyo objetivo principal es incentivar y premiar la productividad de los académicos.

A mediados de esa década surgen las Agendas de investigación[6] como primer intento de integrar diversidad de actores (Estado, empresas, comunidades organizadas, productores agrícolas, gobiernos regionales, locales, entre otros) en la búsqueda de respuestas a problemáticas sociales y establecer acuerdos de cooperación y cofinanciamiento que aseguren la viabilidad, el monitoreo y el impacto de los resultados de las investigaciones en el país.

A finales de los 90 y principios de la década actual las citadas agendas fueron transformadas en áreas prioritarias, de la misma manera han sido incorporadas otras áreas[7] consideradas indispensables para el desarrollo del país.  A tal finalidad se desplegaron esfuerzos orientados a brindar apoyo financiero a proyectos de investigación y formación de recursos humanos. De acuerdo con el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, esta política científica persigue “…la conformación en la sociedad de un cultura de conocimiento y la innovación que incremente sustancialmente la valoración de la ciencia y la tecnología como motores de desarrollo…” Ministerio de Ciencia y Tecnología (2001:14). Todo ello se enmarca en el contexto de la creación de los Ministerios de Educación Superior y de Ciencia y Tecnología; éste último asume las funciones del CONICIT, el cual se convierte en el Fondo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (FONACIT).

Ahora bien, la política de Estado más reciente con relación a ciencia y tecnología es la Misión Ciencia, cuyo propósito es modelar una nueva cultura científica y tecnológica que aborde la organización colectiva de la ciencia, el diálogo de saberes, la integralidad, la interdisciplinariedad y la participación de diversidad de actores en el ámbito del desarrollo científico-tecnológico del país, con la finalidad de alcanzar mayores niveles de soberanía; asimismo se plantea la Incorporación masiva de actores sociales con la utilización intensiva del conocimiento y la articulación interinstitucional a través de redes económicas, sociales, académicas y políticas, para el desarrollo endógeno y la integración latinoamericana (Misión Ciencia, 2006).

A lo interno de la comunidad científica existen diversas opiniones respecto a esta política.  La misión ciencia para Lanz (2006) es el curso de desarrollo de una política pública pensada para el país, comprometida a fondo con contenidos trascendentes, con un claro horizonte de realizaciones donde el país es el centro, con una honda inspiración en los desafíos mayores de la soberanía y la independencia. Según Parra (2006) los indicios empíricos sugieren que la cultura de investigación prevaleciente en las universidades venezolanas no parece estar preparada para asumir el  desarrollo de una  ciencia que tenga “color, olor y sabor de calle”, ni para la “incorporación de otros actores” tal como propone la Misión Ciencia.

A lo largo de la historia en Venezuela las políticas en ciencia y tecnología han sido decretadas desde el Estado, -tal como ocurrió con las Agendas de Investigación-  sin que se hayan desarrollado los mecanismos de vinculación con la comunidad científica, la cual en su mayoría se encuentra en las UAV. La cultura predominante ha sido la investigación individual o en pequeños grupos no articulados y mucho menos comprometidos con la política nacional.  En tal sentido cabria preguntarse cuál es el impacto que tendrá la Misión Ciencia en el futuro, a sabiendas de que en el pasado las políticas decretadas no han tenido el resultado esperado.

En suma, la historia de la ciencia en Venezuela desde sus inicios ha estado inevitablemente ligada al desarrollo de la ciencia en los países con conocimiento hegemónico. Sus repercusiones se reflejan en la política científica de las universidades oficiales, donde pese a las dificultades existentes, se han creado, desarrollado y fortalecido grupos de investigación, los cuales han permitido la conformación de una comunidad científica aún no articulada ni consolidada.


[1] En la segunda mitad del siglo XIX, el positivismo surge como importante movimiento filosófico que reacciona frente al idealismo trascendental. Promueve que la filosofía se limita al conocimiento de los hechos de la experiencia, a comprenderlos y unificarlos, lo que la aleja de la metafísica y la acerca a las ciencias naturales.  En este sentido se pretende unificar la filosofía con la ciencia (Jaimes, 1998:41).

[2] La organización tecnocrática según Ochoa (1995:21) es aquella dirigida por tecnócratas, sujetos con poder de decisión y con formación para la dirección, apoyados en gran medida en el desarrollo técnico con base a la racionalidad económica acorde con los fines de los propietarios de los medios de producción.

[3] El modelo de sustitución de importaciones pretendía fomentar el crecimiento de una sólida base industrial nacional para el  abastecimiento del mercado interno mediante la reducción de la competencia externa en el mercado venezolano, con lo cual se levantaron barreras a las importaciones.

[4] El objetivo primario de los CDCH es promover la investigación, los procesos creativos y el desarrollo del conocimiento en ciencia, tecnología y áreas humanísticas y sociales en las diversas facultades, tomando en cuenta las necesidades regionales y finalmente, apoyar la captación de investigadores. Estos organismos según Morles et. al. (2003) tienen representación en los grandes sectores del conocimiento (el científico-tecnológico y el humanístico) y reciben un mínimo del 3% del presupuesto de la institución para financiar becas a egresados, proyectos de investigación, equipamiento de centros, publicaciones y participación en eventos nacionales e internacionales.

[5] Afirma Albornoz (1998:81) que el neoliberalismo se trata de un criterio doctrinario determinado por criterios de eficiencia, productividad, competitividad, privatización institucional, rendimiento, selección del talento; en una palabra, según criterios de costo-beneficio

[6] En total fueron 21 agendas agrupadas en 4 grandes áreas: 1) Economía: Petróleo, Cadena Oleofinas-plásticos y Sidero-Metalúrgica, Cacao, Arroz, Circuitos Avícola y Porcino; 2) Sociedad: Educación, Salud, Políticas Públicas, Ciudad, Seguridad Pública, Deporte, Protección Integral de la niñez y Adolescencia, Seguridad Social; 3) Información: Sistemas Sain-Riiv, Red Platino; y 4) Ambiente: Ambiente en Guayana, Agroambiente en Amazonas, Biodiversidad; Cuenca del Lago de Maracaibo, Oceanología (CONICIT, 1998:5).

[7] Para el 2005 son nueve: Petróleo Gas y energía; Soberanía y seguridad alimentaria; Salud pública; Habitad y desarrollo; Tecnologías de Información y Comunicación; Innovación para el desarrollo endógeno; Calidad de la Educación; Calidad de la Gestión Pública; y Ciencias Básicas (FONACIT, 2005).

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[*] Profesora e Investigadora del Centro de Estudios de la Empresa (CEE).  Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FCES).  Universidad del Zulia (LUZ).  Doctora en Ciencias, Mención Gerencia. Acreditada en el Programa de Promoción del Investigador (PPI).  E-mail: lpereira14@yahoo.es
[**] Profesora e Investigadora del CEE-FCES-LUZ.  Cursante del Doctorado en Ciencias Sociales de LUZ. Acreditada en el PPI.  E-mail:  wendolinsa@yahoo.com
[***] Estudiante de pregrado de la carrera Administración en la FCES-LUZ y colaboradora de investigación en el CEE-FCES-LUZ.. E-mail: jhoa_@hotmail.com


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