Espacios. Vol. 26 (Especial) 2005. Pág. 1

La apertura petrolera y el potencial de alianzas entre PDVSA y sus proveedores: El papel del contexto nacional antes del "paro petrolero" del 2002-2003

The venezuelan oil industry opening and the potential of alliances between PDVSA and their suppliers:  the role of the context before "oil strike" in 2002-2003

Arnoldo Pirela


RESUMEN
El objetivo de este artículo es doble. Primero, presentar el contexto nacional, particularmente turbulento en lo político y económico, dentro del cual se inicia, durante el último lustro del siglo XX, la controvertida “Apertura Petrolera”. Entendida esta como punto de partida del proceso de desnacionalización de las operaciones de exploración, perforación, producción, refinación y comercialización de las inmensas reservas de hidrocarburos que posee Venezuela. Lo que finalmente se alcanza con la “destrucción de PDVSA” y del sistema de proveedores nacionales, o la “construcción de una nueva PDVSA”, según sea el punto de vista estrictamente político de quién lo califica. Segundo, este artículo presenta un resumen analítico, a modo de conclusiones, de la información contenida en la base de datos que logramos construir sobre las empresas establecidas en Venezuela y proveedoras de bienes y servicios esenciales para las operaciones de PDVSA, hasta el momento en que se produjo su expulsión y desarticulación como sistema de proveedores, luego del llamado “paro petrolero” del 2002-2003. Son los resultados agregados del análisis detallado pero parcial o por dimensiones (Económica, Tecnológica, Ambiental, Organizativa, de las Relaciones cliente-proveedor y de  la Cultura de la información) que se realiza en los restantes seis artículos que conforman este número de la revista ESPACIOS.
ABSTRACT
This paper presents the national economic and political context, a particularly turbulent period, within as one begins during the last lustrum of the XX century the so called “Oil industry opening”. Understood this like departure point of the process of denationalization of the operations of exploration, perforation, production, refinement and commercialization of the immense oil reserves that Venezuela has. What finally it is reached with the "destruction of PDVSA" and the system of national suppliers, or the construction of a “new PDVSA", according to politician is the point of view strictly as whom he describes it. This article also presents an analytical summary, as a conclusions, of the information contained in the data base that we managed to construct on the companies established in Venezuela and suppliers of essential goods and services for the operations of PDVSA, until the moment at which one took place its expulsion and disarticulation like system of suppliers, soon of the "oil strike" of the 2002-2003. They are the added results of the detailed analysis by dimensions (Economic, Technological, Environmental, Organizational, of the Relations client-supplier and the Culture of the information) that it is made in the rest six articles that conform this special issue of  ESPACIOS.

Índice

Presentación

Queremos primero que todo agradecer a la Revista ESPACIOS por aceptar, y por segunda vez, publicar un número especial que exclusivamente recoge un conjunto de trabajos, parte integral de un amplio y complejo programa de investigación, desarrollo e intervención realizado por nuestro equipo del Laboratorio de Innovación y Aprendizaje (LIA) del CENDES-UCV[1].

Tomando en cuenta esa unidad y complementariedad entre todos los trabajos recogidos en este número, creemos importante que este primer artículo presente la visión del contexto dentro del cual se realizó la investigación, aportando así precisión acerca del objeto de estudio, cosa que no es del todo explícita en el tratamiento de los aspectos parciales que se hace en el resto de los artículos.  Además, resumimos aquí algunos de los resultados y conclusiones más generales de esta compleja actividad de investigación, desarrollo e intervención.

En otras palabras, el objetivo de este artículo es doble. Primero, presentar el contexto nacional, particularmente turbulento en lo político y económico, dentro del cual se inicia, durante el último lustro del siglo XX, el controvertido e indudablemente importante proceso de “Apertura Petrolera”. Un muy impactante proceso político, económico y organizativo, con profunda trascendencia en la vida y cultura de los venezolanos, que nos atrevemos a anunciar que se convertirá en un hito clave de la historiografía venezolana.

La Apertura petrolera, dentro de la dinámica política y económica en la cual se inicio y posteriormente se ha desarrollado, la entendemos como el proceso de desnacionalización de las operaciones de exploración, perforación, producción, refinación y comercialización de las inmensas reservas de hidrocarburos que posee Venezuela. Lo que finalmente se alcanza con la “destrucción de PDVSA”, o “construcción de una nueva PDVSA”, según sea el punto de vista estrictamente político de quién lo califica. Pero en todo caso, una perturbación severa que, por razones políticas y no técnicas, expulsó de su seno aproximadamente a la mitad de todo el personal gerencial, técnico y obrero, junto a una gran cantidad de contratistas de obras y suministros, por cierto que un hecho poco mencionado pero también de inmensa trascendencia. Todo lo cual dejó a PDVSA con una capacidad especialmente limitada para operar sus instalaciones y realizar negocios a los niveles de eficiencia y seguridad que logró desarrollar luego de un largo cuarto de siglo de denodados esfuerzos organizativos.  Un conjunto de circunstancias que finalmente sirvieron la mesa para el regreso de la inversión directa extranjera a la industria petrolera venezolana, y en particular, de las grandes empresas petrolera del mundo, las de siempre y las nuevas, que en estos momentos están haciendo el desarrollo de grandes planes de ampliación de la producción, largamente postergados por falta de un consenso político nacional al respecto.

En otras palabras, nos referimos al contexto dentro del cual se revierte la llamada nacionalización de la industria petrolera en Venezuela, realizada en 1976 luego de iniciada la crisis energética mundial. El final de la “Nacionalización” que puso a PDVSA en control directo y absoluto de las operaciones petroleras en Venezuela, luego de decretar el fin del sistema de concesiones con el que se inició la creación de esta industria en los  albores del siglo XX.

Segundo, este artículo presenta un resumen analítico, a modo de conclusiones, de la información contenida en la base de datos que logramos construir sobre las empresas establecidas en Venezuela y proveedoras de bienes y servicios esenciales para las operaciones de PDVSA, hasta el momento en que se produjo su expulsión y desarticulación como sistema de proveedores, luego del llamado “paro petrolero” del 2002-2003. Son los resultados agregados del análisis detallado pero parcial o por dimensiones (Económica, Tecnológica, Ambiental, Organizativa, de las Relaciones cliente-proveedor y de  la Cultura de la información) que se realiza en los restantes seis artículos que conforman este número de la revista ESPACIOS.

Introducción

El “Caracazo”, como lo denominó la prensa nacional e internacional, fue una espontánea, nadie hasta ahora ha podido demostrado lo contrario, explosión social de inmensas dimensiones e inmensa trascendencia; ocurrida el 27 de febrero de 1989, y que arrastró en su acción a una parte importante de los sectores marginales y a muchos trabajadores, desempleados, incluso algo de la clase media de Caracas y sus zonas aledañas. El fenómeno se caracterizó por los saqueos a miles de  negocios de víveres y licores, farmacias, tiendas de equipos eléctricos, supermercados, depósitos comerciales y decenas de medianas y pequeñas empresas industriales y manufactureras. La ola de saqueos se prolongó en su fase más aguda por más de 48 horas, hasta que las Fuerzas Armadas tomaron control de las zonas afectadas y de extensas áreas marginales de la región capital. Al final la algarada arrojó un saldo de cientos de muertos y unos cuantos desaparecidos, miles de heridos y miles de millones de US $ dólares en pérdidas materiales.

El acontecimiento dejó evidencias palpables, por una parte, de las graves debilidades del Estado, de sus instituciones así como de los aparatos de seguridad, para garantizar el imperio de la ley y el orden. Por otra parte, dejó ver con claridad los efectos sociales del sostenido deterioro económico, posesionado de Venezuela desde el inicio de la década de los ochenta. Los signos de un terrible fracaso económico y social, después de sesenta años de crecimiento sostenido, pero cuya gerencia no fue capaz de  resolver grandes desequilibrios en la distribución del ingreso. Precisamente el problema que impidió una mayor diversificación y desarrollo de los mercados internos y un sostenible potencial de crecimiento económica y de prosperidad ciudadana.

Pero, como de esperar, el “Caracazo” también sirvió para alimentar la lucha política y para una explicación centrada en el alto grado de frustración social e impotencia frente al gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez, electo con una oferta populista sembrada durante el  “boon” petrolero del quinquenio 1974-79, pero que sorprendió a todos con un programa de ajustes de corte neoliberal. Un gobierno que se planteó la posibilidad, en corto tiempo y sin efectivos mecanismos de compensación social, de desmantelar los seculares esquemas populistas, paternalistas y proteccionistas sobre los cuales Venezuela creció durante sesenta años. Para sustituirlos por una orientación de equilibrios macroeconómicos basados en el libre juego de las fuerzas del mercado, la receta de las doctrinas económicas de moda en ese momento y del llamado “consenso de Washington”.

Es precisamente a partir de 1979 cuando se pone en evidencia la dificultad para construir consenso y establecer un paquete coherente de política económica y una línea de gerencia de esa política económica, capaces de lidiar con la volatilidad de los mercados petroleros internacionales. Una crisis recurrente donde,  como señala Janet Kelly: “Los políticos tienden a oscilar entre los excesos populistas y los ajustes crueles, empujados y halados alternativamente por el resentimiento popular y por las resistencias de la elite económica”[2].

Y como resultado de ese tira y encoge, una caída casi perfectamente sostenida del ingreso per cápita desde su tope histórico en 1977[3]. Además, deterioro institucional, deterioro de la estructura productiva, creciente dificultad para avanzar con procesos de movilidad social, la natural secuela de sectores en creciente empobrecimiento y marginalidad, y finalmente, las inevitables turbulencias políticas.

En resumen, podemos afirmar que la Apertura Petrolera surge en el punto álgido de un creciente proceso de ingobernabilidad, producto esencialmente de una dinámica económica general que podemos describir en forma esquemática de la siguiente manera[4]:

1.     Durante la segunda mitad de la década de los setenta Venezuela vivió el clímax de la secular política económica venezolana, centrada en el aprovechamiento del ingreso petrolero (casi 60 años de alto crecimiento sostenido) para promover la diversificación productiva, el crecimiento económico y las mejoras sociales.

2.     Una política económica basada, por una parte, en una tasa de cambio fijo sobrevaluado que permitía comprar barato los bienes de consumo y de capital que demandaba el crecimiento y la diversificación. Y, por la otra, un amplio esquema de promoción industrial y protección arancelaria que eludía la competencia externa y estimulaba el empleo.

3.     La devaluación de 1983, o “viernes negro”, marca el final del período en que Venezuela tuvo la oportunidad de cambiar ese esquema de política económica. La elite dirigente obviamente no tuvo la claridad necesaria para aprovechar esos diez años en que la circunstancia política internacional, provocada por el conflicto árabe – israelí, arrancó temporalmente el control del mercado petrolero mundial de las manos de los grandes países consumidores de energía en Norteamérica, Europa y Asia, para ponerla en la de los productores organizados en la OPEP.

4.     No se advirtió ni el estancamiento ni los efectos sociales del secular esquema de política económica y cambiaría. Así que se prolongó más allá de su agotamiento, en medio de una absurda controversia de teorías y doctrinas económicas en las más altas esferas de los partidos políticos y las demás estructuras organizadas de la sociedad civil, en las grandes empresas públicas y privadas y otras esferas económicas, y en el mundo académico y de las ideas. Una lucha entre las estructuras, modelos de política y valores seculares, con las tendencias dominantes y de moda del pensamiento económico, el liberalismo económico o neoliberalismo, que en cierta medida han acompañado al fenómeno de la globalización.

5.     El resultado ha sido un juego pendular de la política económica venezolana, en donde algunas veces predominan las orientaciones en favor de los controles de cambio y las restricciones a las transacciones externas con tasas diferenciales. Mientras que en otras se deja flotar el bolívar de manera amplia o con bandas que delimitan las referencias para la intervención discrecional de las autoridades monetarias. Pero en general, ha predominado la situación de sobre valuación en períodos de precios altos del petróleo, seguido por fuertes devaluaciones que facilitan el restablecimiento de los equilibrios fiscales derivados de los períodos de precios bajos del petróleo.

 La Apertura Petrolera

La llamada “Apertura Petrolera”, precisamente el marco dentro del cual se definió el proyecto de investigación que respalda este artículo, preveía una inversión extranjera estimada en más de setenta mil millones de US $ en diez años, 1996-2006, destinados a expandir la capacidad nacional de producción de hidrocarburos. Y fue concebida y vendida en su momento al sector político y al país como el eje de un paquete de política económica  y de Estado,  como panacea a los males consecuencia de la volatilidad de los precios e ingresos petroleros. Para que el país pudiera responder eficientemente a los frecuentes cambios en la demanda y precios del petróleo y la consecuente inestabilidad del ingreso nacional.

Aún hoy, Luis E. Giusti, el líder de ese proceso de apertura desde PDVSA, defiende su “solución de fondo al problema” de Venezuela, que “está en vincular orgánicamente la industria petrolera o minera a la actividad socio-económica del país”. “Fue precisamente ese precepto”, agrega Giusti, “el que a mediados de los años 90 inspiró la apertura petrolera en Venezuela. Aunque la apertura es mayormente identificada por la llegada al país de capitales petroleros internacionales, ese constituye solamente uno de sus componentes. Se trataba de acercar el petróleo a la sociedad y viceversa. Los convenios operativos, Sofip, las cadenas petroquímicas y la participación del sector conexo nacional, fueron otras de sus manifestaciones.”[5]

El argumento de base era aprovechar la doble condición, por una parte, de proveedor cercano y confiable de los Estados Unidos, el mayor mercado energético del mundo, y por la otra, de poseedor de las mayores reservas de hidrocarburos del hemisferio. Por lo tanto, se postuló la necesidad de jugar en el mercado con volúmenes y no con precios, con la expectativa de debilitar la posición de otros proveedores menos eficientes y ganar los espacios de mercado perdidos por la sujeción a la política de control de volúmenes y precios altos de la OPEP.  

En cuanto al impacto de la Apertura Petrolera en el desarrollo de la economía no petrolera, más allá de garantizar un ingreso estable, la idea que se promovió desde PDVSA, y que “compró” casi todo el establecimiento político de la época, fue la de un llamado “efecto locomotora”. Según el cual, las cuantiosas inversiones necesarias para llevar la capacidad de producción a cerca de ocho millones de barriles equivalentes de petróleo diario, no sólo estabilizarían el ingreso del Estado y el crecimiento económico, sino que ejercerían un impacto positivo en el crecimiento de la estructura industrial y manufacturera durante un período de al menos veinte años.

Ahora bien, no hay duda que todas o casi todas las bases sobre las cuales se había montado la “Apertura Petrolera” se empezaron  a desmoronar poco tiempo después de iniciada la implantación. El derrumbe de los precios internacionales del petróleo en el año 1997-98 marcó la pauta y tuvo su impacto directo,  no sólo sobre las inversiones previstas con la Apertura y su ritmo, sino sobre el contexto político nacional, tremendamente inestable desde el “Caracazo” y los golpes militares de 1992. Además, en 1998 se completó el largo proceso de desarticulación del sistema bipartidista venezolano y ello abrió paso al Gobierno del ex Teniente Coronel Hugo Chávez, quién ganó las elecciones y abrió un período constituyente llamado de “La V República”.  El autoproclamado “proceso revolucionario” que sin duda trajo aún más agudas expresiones de crisis política y económica.

Queremos en adelante, no detallar el complejo proceso político que ha vivido y está viviendo Venezuela, sino destacar el efecto particular de este fenómeno político sobre la economía venezolana en general y más específicamente sobre las empresas del sector proveedor de bienes y servicios a la industria petrolera, petroquímica y de procesos, nuestro objeto central de atención. Proceso que tiene un clímax en el año 2002, con los dos paros petroleros, el segundo de dos meses de duración, luego del cual se despidió casi el 50% de los empleados y trabajadores de PDVSA y se suspendió u obstaculizo casi completamente todas las contrataciones de PDVSA a proveedores nacionales, incluso se retardo o no se cancelaron facturas y otras obligaciones derivadas de contratos en curso o recién terminados.  

Lo primero que debemos señalar, respecto de los proveedores nacionales de bienes y servicios a la industria petrolera, es que estas empresas se han visto afectadas por un extenso período de restricción en la producción de hidrocarburos que se inició en 1997 y que se ha extendido más allá del  2002, incluso mucho después, hasta hoy, cuando el mundo se mueve en un  período sin precedente de precios altos del petróleo, iniciado tímidamente en el 2000. Se vieron afectadas durante las dos paralizaciones de la industria en el 2002, y luego por la dramática reestructuración de PDVSA que involucró la liquidación no programada de unos veinte mil trabajadores y la ruptura de relaciones comerciales y de trabajo con casi todos los proveedores nacionales de PDVSA.

Ahora bien, y antes de precisar aún más el análisis sobre la apertura petrolera y su impacto en la estructura productiva de la economía venezolana, particularmente en los proveedores de PDVSA, creemos útil revisar algunas de las más importantes bases conceptuales y de doctrina económica, que se animan detrás de la controversia acerca de la política económica y petrolera venezolana. Y, de paso, precisaremos nuestra visión acerca de la estructura productiva de la economía venezolana y el papel que han jugado algunos conceptos en la interpretación convencional acerca de la economía venezolana, como es el caso del muy difundido concepto de “enclave petrolero”.

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[1] Un proyecto financiado inicialmente por el Consejo Nacional de Investigaciones Petrolera (CONIPET) conjuntamente con CONICIT, hoy FONACIT, así también apoyado por la Cámara Petrolera de Venezuela, PDVSA y la Universidad Central de Venezuela. Proyecto originalmente titulado: LA APERTURA PETROLERA Y SU IMPACTO EN LA ESTRUCTURA INDUSTRIAL VENEZOLANA: MONITOREO DEL DESEMPEÑO Y DESARROLLO DE COMPETENCIAS TECNOLÓGICAS, ORGANIZATIVAS Y AMBIENTALES.

[2] Janet Kelly, “The Question of Ineficiency and Inequality: Social Policy in Venezuela”, en: Louis W. Goodman, et al, “Lessons of the Venezuelan Experience”, Woodrow Wilson International Center for Scholars, Washington, D.C. 1995, pag. 284. Traducción nuestra.

[3] Según Informes del Banco Central de Venezuela, 1991 y 2003.

[4] Para más detalles de esta perspectiva de la historia económica reciente de Venezuela, ver: Pirela, A. (Ed.) Venezuela: El desafío de innovar, Fundación Polar/CENDES, Caracas, 2003.

[5] Luis E. Giusti L. “La paradoja de Angola”, El Nacional, Caracas, domingo 2 de octubre de 2005, pag. A-8.

Vol. 26 (Especial) 2005
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