ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 45, Nº 3, Año 2024 • May-Jun
GUTIÉRREZ L. & De León C.H. «La aversión natural a los avances tecnológicos: el comportamiento del
estudiante universitario guatemalteco hacia la influencia de la inteligencia artificial en las aulas»
reaccionar frente a situaciones atípicas; estas reacciones están supeditadas al entorno, sexo, segmento social al
que se pertenece, grupos, diferencias sociales en general; lo que para una persona puede provocar miedo, para
otra puede pasar desapercibido.
Ludismo y la revolución industrial
Según Alonso & Arzoz (2021, p. 33-35), ser ludita ha sido descrito en diccionarios de lengua inglesa como una
persona que se opone a los cambios tecnológicos; igualmente, se utiliza para referirse a integrantes de bandas
de trabajadores ingleses que se dedicaron a destruir maquinaria, ya que sentían que sus trabajos estaban en
riesgo de desaparecer; desde ese momento, se ha utilizado como calificativo de las personas que se oponen al
progreso, pero realmente, el objetivo de los luditas no era destruir las máquinas, era la lucha por un salario digno;
se atacaban a los artefactos porque era la única forma de dañar y arruinar a los empresarios.
El término ludismo, según Jones (2006, p. 35-46), tiene sus orígenes en 1811, con Robin Hood y su banda de
ladrones en Nottingham; Ned Ludd, personaje inventado en Nottinghamshire o quizás en Yorkshire, para
posteriormente ser adoptado en Lancashire y Northwest, sirvió de modelo para unificar intereses en contra de
la jerarquía económica reinante en esa época. Este personaje, junto a Hood, fueron creados bajo el mismo
contexto de clases sociales y exclusión.
Según Santos-Blazquéz (2021), por lo regular, los cambios tecnológicos han apoyado al ser humano a facilitar los
trabajos más físicos y demandantes; estos, han funcionado más como una ayuda, que un sustituto a la mano de
obra; por ejemplo, el trabajo en el campo, que era destruido por la incorporación de la maquinaria en ese tipo
de labores durante la primera revolución industrial; los obreros del campo que perdían sus trabajos agrícolas,
eran absorbidos por los empleos industriales, lo cual provocó que muchos agricultores emigraran a las ciudades,
buscando colocarse de nuevo en industrias nacientes.
El efecto de la pérdida de trabajos, debido al desarrollo, sucedió de nuevo en la segunda parte del siglo XX,
cuando los obreros empezaron a quedarse sin trabajo, por la mecanización industrial, obligándolos a buscar
empleos en el sector de los servicios; en la actualidad, existe un miedo fundamentado en la automatización, ya
que elimina una gran cantidad de empleos, a ritmos mayores de los que pueden ser creados trabajos sustitutos;
además, la cantidad de mano de obra disponible, ha venido aumentando exponencialmente (Santos-Blázquez,
2021).
Protestas en contra de las calculadoras
Como sucede en la actualidad, en materia de avances tecnológicos, hace unos 50 años, existía una gran
controversia sobre el uso de las calculadoras en las aulas; según Willoughby (1985), en los años 70 y 80, estaban
en el dilema si, la calculadora, era una herramienta de ayuda o una especie de trampa en los estudios, con
muchos argumentos a favor y en contra de su uso; no había consenso, pero lo que, si acordaban, era que, el
modelo educativo debía de cambiar y evolucionar; se debía de enseñar a potencializar el uso de la calculadora y
tratar de obtener el mayor beneficio de la tecnología.
En el artículo de Willoughby (1985), se detalla un experimento realizado en un aula, donde se crearon dos grupos,
uno con acceso a calculadora y el otro no; el resultado fue inesperado, ya que, entre 5 y 10 estudiantes sin
calculadora, de una clase de 30 alumnos, terminaron primero que los que sí tenían acceso a la máquina; con
esto, se llegó a la conclusión que, la calculadora puede ser de gran ayuda en las manos de una persona con juicio;
en las manos de alguien sin juicio, únicamente crea más daño que beneficio.
Según Roberts (1980), en sus inicios, las calculadoras electrónicas, fueron vistas con escepticismo por la mayoría
de educadores; muchos de estos, evitaron llevar a cabo investigaciones que pudieran profundizar en el campo
de estas máquinas y sus beneficios en la educación; en su lugar, las menospreciaron y las catalogaron como