ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 44, Nº 09, Año 2023 • Nov-Dic
SALAZAR J.R. et al. «El impacto de la educación superior en la competitividad económica de México»
La competitividad es un asunto que nos debe importar a todos, si no somos más competitivos que otros países
en algún giro, seremos dominados por aquellos países que sí lo son. Los países más exitosos nos están dominando
económicamente y no revertiremos esta situación si no realizamos acciones para ser más competitivos. Nuestra
realidad es que somos menos avanzados que otras regiones y aunque parece que estamos conscientes al
respecto no hemos hecho nada por mejorar. Esta situación no solo nos condena a ser proveedores de materias
primas o a trabajos menos calificados, sino también nos aleja de ser un país con riqueza (Fonseca, 2015).
Un pueblo bien educado y capacitado resulta vital para el bienestar de la económico y social de una nación. La
educación ejerce un efecto esencial para dotar a al ser humano las capacidades, los conocimientos y las
habilidades requeridas para contribuir de forma eficiente con el bien común y con la economía. De acuerdo con
la OCDE, los mexicanos cuentan con un promedio de 15.4 años en el sistema educativo entre los 25 y los 34 años,
valor inferior que el promedio de 18 años de dicho organismo, situándose en el nivel más bajo de la organización
(Organización para la Cooperación y Desarrollo económicos [OCDE], 2022).
El termino competitividad tiene sus inicios dentro de los principios del comercio internacional, fundado en las
teorías de la ventaja absoluta de Adam Smith en 1776 y posteriormente en la teoría de la Ventaja comparativa
de D. Ricardo en 1817. La teoría económica clásica postula que los países que manufacturan una mayor cantidad
de productos para el consumo y los intercambian en un medio con economías abiertas al libre mercado, elevan
su competitividad al ganar posición en el mercado; además de generar mayores utilidades debido a la
especialización de aquellos productos que se manufacturan a un menor costo relativo, debido al eficiente manejo
de recursos destinados a su producción (Huber & Mungaray, 2017).
1.1. Educación
La educación es una dimensión fundamental de la competitividad económica de una población, ya que en ella
radica la posibilidad de que las naciones desarrollen mayores indicadores de productividad, progreso técnico y
crecimiento económico; permitiendo reducir las tasas de pobreza e inequidad. La educación, aparte de brindar
beneficios personales, también produce efectos que promueven la integración social y ayuda en la generación
de rentas futuras. Cabe destacar que el vínculo que existe entre la educación y el crecimiento económico de las
naciones no se forma de manera automática, ni causal, debido a que un aumento en la cantidad y calidad en la
educación, por sí misma no asegura una mayor competitividad si no que propicia las capacidades y habilidades
que facilitan dicho efecto (Mosquera, 2011).
La economía fundamentada en la educación se erige como un nicho de estudio relativamente moderno, ya que
apenas se creó a mediados del siglo XX. A pesar de esto, se ha ido extendiendo conforme ha crecido el interés
por la educación dentro de la economía globalizada, a razón del incremento en la producción de bienes y servicios
(Carnoy, 2006). El Capital humano se define como el stock de conocimientos que genera, fomenta y almacena
cada individuo en su camino universitario o de formación profesional; la disyuntiva que existe entre la mano
obrera y el capital humano subyace en que la mano obrera se evalúa por la capacidad física y el capital humano
por la capacidad cognitiva, lo que implica la acumulación de conocimientos, atributos y habilidades (Torres,
2009).
Desde los tiempos de los economistas clásicos ha estado vigente la inquietud por el nexo existente entre la
educación y el desarrollo económico. Sin embargo, no fue hasta hace unas décadas cuando empezó a presentarse
un enfoque especial sobre este asunto. La manifestación no es excesiva si se examina que la incursión de los
economistas en el marco educativo no sólo incidiría en los argumentos que se suscitan en su núcleo, sino que
contribuye al nacimiento de la visión neoclásica de la economía, brindando un significado inédito hasta ese
instante en la disciplina (Morduchowickz, 2004).