ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea)
https://www.revistaespacios.com Pag. 64
Vol. 43 (09) 2022 • Art. 5
Recibido/Received: 06/08/2022 Aprobado/Approved: 12/09/2022 Publicado/Published: 15/09/2022
DOI: 10.48082/espacios-a22v43n09p05
Representación social de los hábitos alimentarios
en estudiantes de Psicología Clínica (Ecuador)
Social representation of eating habits in clinical psychology students
RODRÍGUEZ Miguel J.1
VÁSQUEZ María J. 2
SALAMEA Rosa M. 3
Resumen
El estudio busca comprender cómo se representan los hábitos alimentarios de los estudiantes del último
nivel de la carrera de Psicología Clínica en la Universidad Técnica de Machala (Ecuador). Se realizó desde
una metodología mixta, con un universo de 30 estudiantes del último semestre de la carrera. Los
resultados evidencian que en el núcleo de la representación social de los hábitos alimentarios en estos
sujetos existen ideas que apuntan a la construcción de una representación social polémica de la
alimentación.
Palabras clave: representación social, hábitos alimentarios,estudiantes, psicología clinica.
Abstract
The study seeks to understand how the eating habits of students of the last level of the Clinical
Psychology career at the Technical University of Machala (Ecuador) are represented. It was carried out
from a mixed methodology, with a universe of 30 students of the last semester of the career. The results
show that the core of the social representation of eating habits in these subjects there are ideas that
point to the construction of a controversial social representation of food.
Key words: social representation, eating habits, students, clinical psychology
1. Introducción
Durante toda la historia de la humanidad la alimentación ha tenido un papel clave en el proceso de evolución y
crecimiento del hombre como especie. La alimentación ha variado a través del tiempo, modificándose no sólo
las costumbres alimenticias sino también los propios alimentos y las preferencias y percepciones que tiene la
sociedad, provocando a su vez efectos sobre la salud física y mental; entre ellos algunos que perjudican el normal
desarrollo del ser humano como los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
1
Egresado de la carrera de Psicología Clínica. Universidad Técnica de Machala. Correo electrónico de contacto: mrodrigue4@utmachala.edu.ec
2
Egresada de la carrera de Psicología Clínica. Universidad Técnica de Machala. Correo electrónico de contacto: mvasquez5@utmachala.edu.ec
3
Docente de la carrera de Psicología Clínica. Universidad Técnica de Machala. Correo electrónico de contacto: rsalamea@utmachala.edu.ec
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En la actualidad los TCA se han convertido en un campo emergente para su investigación y tratamiento,
considerándose que poseen una etiología compleja, en la cual están presentes factores biológicos, sociales y
relacionados con la personalidad, todo ello, sumado a las complicaciones que acarrean para la salud de quien los
padece, justifica la creciente necesidad de su estudio. Las modernas clasificaciones nosológicas (DSM-V, CIE-10)
incluyen dentro de este apartado de TCA fundamentalmente dos trastornos específicos: la anorexia nerviosa
(AN) (F50.0, 307.1) y la bulimia nerviosa (BN) (F50.2, 307.51). Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
son enfermedades que preocupan a la comunidad científica, pues su inicio ocurre generalmente en la
adolescencia y la juventud, observándose que en los últimos años presenta una tendencia al crecimiento en los
países en vías de desarrollo (Gaete y López, 2020).
Para Méndez, Vázquez-Velázquez y García-García (2008) los trastornos de la conducta alimentaria se entienden
como alteraciones en la ingesta de alimentos, presentes en personas que tienen patrones distorsionados en el
acto de comer y caracterizados por comer en exceso o por dejar de hacerlo, como respuesta a un impulso
psíquico y no debido a una necesidad metabólica o biológica.
Los estudiantes universitarios constituyen una población vulnerable a presentar TCA, dado que en esta etapa de
la vida existen numerosos factores que pueden provocar estrés, conflictos psicológicos, entre otros; ante los
cuales se pueden instaurar diferentes trastornos, dentro de ellos los de la alimentación. Según la National Eating
Disorders Association (NEDA), de 10% a 20% de las mujeres y de 4% a 10% de los hombres entre 18 y 21 años
batallan con algún trastorno alimentario, y estas cifras van en ascenso, NEDA (2021).
1.1. Los hábitos alimentarios en estudiantes universitarios
En un es tudio de la Universidad Católica del Ecuador, realizado por Marsetti (2014), se explica que la población
universitaria mayormente se enfrenta a variaciones en sus estilos de vida que está sujeta, principalmente, al
contexto en el que se encuentra por el hecho de entrar a estudiar una carrera y es posible que esto afecte
significativamente los hábitos alimentarios y físicos por falta de ánimos o desmotivación, debido a que
regularmente tiene que dejar su lugar de vivienda y a las personas con las que ha establecido nculos, para
cumplir con su deber de estudiante.
En otra investigación de Hernández, Arencibia, Linares, Murillo, Bosques y Linares (2020) sobre la condición
nutricional y hábitos alimentarios en estudiantes universitarios de Manabí, Ecuador, se indica que las
investigaciones de conducta alimentaria no son regularmente publicadas por lo menos en la región costa del
país. El estudio señala que los precedentes alimentarios que mantienen los universitarios se asocian con su estilo
de vida, que se basa en no comer por lo menos las veces necesarias en un día, mientras que su consumo
alimentario se basa fundamentalmente en las grasas saturadas o comida rápida, a lo que se añade una rutina
sedentaria, condicionado sobre todo por las obligaciones inherentes a un estudiante universitario.
En este ámbito puede señalarse que las instituciones de educación superior no son precisamente grandes
promotoras de una alimentación saludable: las universidades no necesariamente constituyen una institución
promotora de conductas alimentarias saludables, según Hun, Urzúa, López-Espinoza, Escobar y Leiva (2019).
Diferentes autores las incluyen como espacios carentes de una dieta saludable, como Salgado, Salazar, Márquez,
Parra, Salgado, Muñoz , Altamirano y Vizmanos (2015).
1.2. Pertinencia del estudio de los trastornos de la alimentación desde las representaciones
sociales
En los últimos años los medios de difusión social han jugado un papel fundamental en la forma de alimentarse
de la sociedad. Al respecto Naranjo, Andrade y Calderón (2019) indican que los medios de comunicación
transmiten de manera reiterada mensajes no saludables relacionados con el ideal de belleza, la figura corporal y
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la alimentación. En ese sentido, Jiménez y Arias (2014) indican que los medios de comunicación dirigen a las
personas hacia unas representaciones culturalmente establecidas y aceptadas que guían sus actitudes en ciertas
situaciones. Las conceptualizaciones formuladas por los medios de comunicación establecen las
representaciones sociales que dictan las formas de comprender e interpretar la realidad.
Según indica Villarroel (2007), las representaciones sociales son fenómenos producidos de forma colectiva que
tienen lugar en la intersección entre lo psicológico y lo social. Por otro lado, Abric (2001) afirma que las
representaciones funcionan como sistema de interpretación de la realidad que rige las interacciones de los
individuos con su entorno, a través de las cuales es posible determinar sus comportamientos y prácticas, por
tanto, son un modelo que orienta las acciones y relaciones sociales.
Para que un objeto cualquiera pueda ser tomado como objeto de representación es imprescindible que a nivel
social sea considerado y que el conjunto de representaciones en torno al mismo, de alguna manera se vea
reflejado en el diario vivir de los seres humanos. Partiendo de esto, puede entenderse que la alimentación
constituye objeto de representación. Esto se corrobora también con los aportes de Contreras y Gracia (2005) y
Bertran, (2010). El modo de percibir las representaciones relacionadas a la alimentación puede definir los hábitos
alimentarios de la persona, en conjunto con su estilo de vida, factores que a su vez se reflejan en la salud, lo cual
puede ser origen de enfermedades. Englobada en esa imagen, la enfermedad adquiere significación (Herzlich,
2005).
Según Florenzano (2006) y Cuenca, Robladillo, Meneses y Suyo (2020), en la etapa universitaria se observa un
vacío de conocimientos acerca de la salud mental. Por ello fue seleccionada para este estudio la carrera de
Psicología Clínica, teniendo en cuenta los favorables resultados obtenidos en investigaciones sobre la
personalidad de estudiantes de Psicología (Aragón, 2011), los cuales han evidenciado características
personológicas favorables para el desempeño de la profesión y específicamente para el autocuidado.
Por otra parte, existen investigaciones que demuestran que los estudiantes de esta carrera de manera semejante
a los de otras se hallan de manera cotidiana inmiscuidos en situaciones de estrés académico; que en su caso se
exacerba ante un alto requerimiento de atención y concentración al interactuar con pacientes, pues una buena
parte de esas interacciones se producen en contextos de riesgo psicosocial; apreciándose que desde temprano
se ocupan de problemáticas psicosociales como la violencia intrafamiliar, la delincuencia, los problemas en el
aprendizaje, entre otros.
Todas las situaciones antes mencionadas hacen muy vulnerables a los estudiantes de esta carrera a presentar
diferentes cuadros de pérdida de la salud mental. Fueron identificados trabajos como los de Alonso (1986) quien
en una investigación con estudiantes universitarios encontró que los pertenecientes a la carrera de Psicología
presentan una fuerte tensión y ansiedad. González, Luengo y Amigo (2014) identificaron en su estudio que los
estudiantes de Psicología presentan síntomas ansiosos, depresivos y descontrol de impulsos, así como rasgos y
trastornos de la personalidad no tratados.
Por otra parte, en el caso de los psicólogos, al finalizar su formación profesional, según Zanatta y Camarena
(2012), se logra la integración de las nuevas construcciones y tendencias en una representación global que hace
posible su proyección hacia la realización profesional a través del desarrollo personal, de modo que pueda
afrontar las situaciones con alta demanda profesional que enfrentarán una vez graduados.
Aunque en el escenario ecuatoriano se han identificado algunas investigaciones sobre el tema,
fundamentalmente desde el ámbito académico, los trabajos de Angamarca (2016), Mosquera (2018), Carrasco
(2012), Zamora y Barbosa (2020), tienen como rasgo común que han estado circunscritos al estudio de los
conocimientos sobre la alimentación y los factores predisponentes a los trastornos en esta área.
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Psicología Clínica» Pag. 67
Por todo lo descrito anteriormente, el presente artículo recoge el resultado de una investigación cuyo objetivo
es comprender cómo se representan los hábitos alimentarios por parte de los estudiantes de un grupo del último
nivel de la carrera de Psicología Clínica en la Universidad Técnica de Machala.
2. Metodología
Por su alcance e intencionalidad la investigación se realizó desde una perspectiva metodológica mixta
(Hernández y Mendoza, 2018), tanto para el proceso de recolección de información como para el procesamiento
y análisis de datos. Los datos abordados de manera cuantitativa tienen que ver fundamentalmente con los
patrones de consumo alimentario de los sujetos y sus disposiciones en relación con ellos. Las representaciones
sociales de los hábitos alimentarios se interpretan desde lo cualitativo, dado que es de interés abordar la
subjetividad expuesta en la narrativa de los sujetos con relación a sus criterios sobre la alimentación. Se enmarca
en lo fenomenológico al enfatizar la descripción de un evento desde la perspectiva del participante.
El universo de la investigación lo conformaron los 30 estudiantes del último nivel de la carrera de Psicología
Clínica de la Universidad Técnica de Machala (Ecuador), cuyas edades oscilan entre los 20 y 25 años, de ellos un
90% son mujeres y un 10% son hombres. Como criterio de exclusión se consideró a todos los sujetos que no
completaran la batería de pruebas, de ahí que finalmente el estudio se realizó con 29 sujetos, 24 mujeres y 5
hombres.
Por el enfoque metodológico de la investigación, se trabajó con la unidad de análisis principal que es la
Representación social de los hábitos alimentarios: Conocimiento de la vida cotidiana relacionado con la
alimentación, elaborado a partir de las propias experiencias así como de las informaciones, conocimientos,
actitudes, íconos e imágenes, que se reciben y transmiten a través de la tradición, la educación y la comunicación
social. (Elaborado a partir de lo expresado por Théodore, Bonvecchio, Blanco y Carreto (2011, p.217)
Se consideraron las categorías y subcategorías que se describen seguidamente:
1. Hábitos alimentarios: Conjunto de conductas adquiridas por un individuo, por la repetición de actos en cuanto
a la selección, la preparación y el consumo de alimentos (Barriguete et al., 2017, p.39):
-Tipos de alimentos consumidos (contenido de nutrientes)
-Frecuencia de consumo de los alimentos
2. Creencias sobre la alimentación: La creencia es una verdad subjetiva, una convicción, algo que el sujeto
considera cierto y que se erige a partir de ideas ya asumidas por la sociedad y con las que el sujeto en su
desarrollo se encuentra y adopta como interpretación de la realidad, (Dz, 2017):
-Conocimientos sobre hábitos alimentarios
-Supuestos subjetivos sobre la alimentación
3. Disposiciones personales acerca de la alimentación: La forma organizada y estable en que se expresan las
tendencias motivacionales hacia los alimentos, así como las situaciones relacionadas con su consumo y manejo,
a través del sistema general de la personalidad, dentro del cual se integran el aspecto cognitivo, el
comportamiento, el sistema de valoraciones y la expresión emocional. (Elaborado a partir de lo expresado por
González, 1989, p. 61):
-Consumo de alimentos saludables y no saludables
-Combinación de dieta y ejercicios físicos
-Sistematicidad en las prácticas alimentarias
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A continuación se describe el procedimiento seguido para el desarrollo del proceso de la recolección de datos y
que para una mayor comprensión se ha organizado en secciones que se corresponden con la organización dada
al proceso de aplicación de los instrumentos (efectuado entre febrero y junio del 2022) y análisis de información:
Sección 1. Inicia con el acceso al campo, donde se realizan los contactos con la dirección de la carrera para
ingresar al trabajo con el grupo de estudiantes y una vez en contacto con ellos se establece su consentimiento a
ser parte del estudio. Se aplicó en esta fase el Cuestionario de Frecuencia de Consumo de Alimentos para Adultos
Ecuatorianos (Morejón, Solís, Betancourt, Abril, Sandoval, Espinoza, y Carpio, 2021), el cual permite conocer el
consumo dietético de manera cuantitativa de la población en un período de tiempo, en base al consumo habitual
de esa población.
Sección 2. Se enfocó en las representaciones sociales de los hábitos alimentarios, aplicando una entrevista en
profundidad bajo la forma de Focus Group, por su flexibilidad y dinamismo, para conseguir de forma menos
tensa y más casual las experiencias de los estudiantes referentes a determinados criterios relacionados con la
alimentación .
Sección 3. Se aplicó una Escala de Likert para conocer las disposiciones que tienen los sujetos para variar sus
hábitos alimentarios, si requieren tener mayor información sobre el contenido de los alimentos y conocer más
acerca del valor para la salud de los mismos. El análisis de la información que proporcionó esta escala se dirigió
a la identificación de los criterios que subyacen a las representaciones acerca de la modificación de los hábitos
alimentarios.
3. Resultados y discusión
Dada la composición del cuestionario, así como la intencionalidad de la investigación, se utilizó, de acuerdo a los
planteamientos de Hernández y Mendoza (2018) una metodología mixta, tanto en el proceso de recolección de
datos como en el análisis de los mismos. Los datos analizados de forma cuantitativa son los que corresponden al
perfil de consumo dietético de los consumidores y la escala Likert. Mientras que los correspondientes a los datos
cualitativos se identificaron determinados discursos que son parte del proceso de objetivación de las
representaciones sociales, en el caso que nos ocupa sobre los hábitos alimentarios, con el focus group, lo que
permitió resaltar la subjetividad expuesta en la narrativa de los consumidores respecto a preocupaciones en
torno a los alimentos. Por lo anterior, si bien la presentación de resultados es mixta, estos han sido interpretados
desde el ámbito conceptual de las representaciones sociales buscando responder a una pregunta de
investigación cualitativa.
Hábitos alimentarios
En relación con los alimentos más consumidos por los sujetos se identificaron los resultados que se reflejan en
la tabla 1:
Tabla 1
Alimentos más consumidos
Grupo alimentario m/30
Cantidad de sujetos que
lo consumen
Por ciento (%)
I. Panes, cereales y tubérculos
Plátano Verde cocido
28
96%
Arroz blanco
28
96%
Plátano Maduro cocido
26
89%
Papa cocida
24
82%
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Grupo alimentario m/30
Cantidad de sujetos que
lo consumen
Por ciento (%)
2. Frutas
Fresa
28
96%
Manzana
28
96%
Aguacate
28
98%
Guineo
27
93%
3. Verduras, legumbres y leguminosas
Frejol cocido tierno
29
100
Cebolla colorada
27
93%
Lenteja cocida
27
93%
Choclo cocido
27
93%
Pimiento (rojo, verde y amarillo)
26
89%
4. Huevos, carnes, embutidos, leche y derivados
Carne de pollo cocida
28
96%
Huevo entero frito
27
93%
Chorizo frito
27
93%
5. Aceites y grasas
Mantequilla
22
75%
Aceite de girasol
19
65%
6. Dulces y azúcares
Azúcar blanca
21
72%
Mermelada
20
68%
7. Misceláneas
Snacks (Doritos, chifles, papitas, etc)
25
86%
Café
25
86%
Gaseosa
23
79%
Chocolate en tableta
20
68%
Fuente: Resultados del Cuestionario de Frecuencia
de Consumo de Alimentos para Adultos Ecuatorianos (2021)
Elaboración de los autores
Como se aprecia en el cuadro anterior, fueron identificados los alimentos en todos los grupos alimentarios que
sobrepasan el 50% de consumo de los estudiantes-sujetos y en algunos casos como sucede con el grupo de los
azúcares, 21(72%) y las misceláneas con 25 ( 86 %) implican consumo de alimentos que se conocen como
chatarra, dado que tienen poca cantidad de los nutrientes que el cuerpo necesita y con un alto contenido de
grasa. En una investigación con estudiantes universitarios, Hun, Urzúa, López, Escobar y Leiva (2019) encontraron
en la población que estudiaron una tendencia no saludable a un alto consumo de comida rápida y alimentos de
conveniencia como hamburguesas, sándwich, gaseosas y snack en general, un patrón de consumo que de
mantenerse en el tiempo incrementa la posibilidad de que se desarrollen enfermedades crónicas no
transmisibles (ECNT).
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Psicología Clínica» Pag. 70
Tabla 2
Frecuencia de consumo
Grupo alimentario
Frecuencia
2 a 3v x
día
5 o 6v x
semana
1v x
semana
1 a 3v x
mes
I. Panes, cereales y tubérculos
Plátano Verde cocido
2
5
5
3
Arroz blanco
14
2
1
3
Plátano Maduro cocido
2
5
6
4
Papa cocida
-
8
4
3
2. Frutas
Fresa
2
7
6
7
Manzana
-
3
6
6
Aguacate
-
5
7
4
Guineo
2
8
2
1
3. Verduras, legumbres y leguminosas
Frejol cocido tierno
-
4
9
3
Cebolla colorada
9
4
1
1
Lenteja cocida
3
5
3
3
Choclo cocido
4
3
3
5
Pimiento (rojo, verde y amarillo)
5
7
2
1
4. Huevos, carnes, embutidos, leche y derivados
Carne de pollo cocida
2
5
5
3
Huevo entero frito
1
8
4
3
Chorizo frito
2
7
6
6
5. Aceites y grasas
Mantequilla
1
3
6
6
Aceite de girasol
2
6
2
3
6. Dulces y azúcares
Azúcar blanca
3
1
2
3
Mermelada
1
2
5
9
7. Misceláneas
Snacks (Doritos, chifles, papitas, etc)
-
5
10
6
Café
4
4
5
4
Gaseosa
-
3
8
7
Chocolate en tableta
-
3
1
13
Fuente: Resultados del Cuestionario de Frecuencia de Consumo de
Alimentos para Adultos Ecuatorianos (2021). Elaboración de los autores
En relación con la frecuencia, el consumo de carbohidratos, específicamente arroz blanco, tuvo la frecuencia más
alta (de dos a tres veces al día), con 14 estudiantes- sujetos (48.2 %). Para el resto de los alimentos de mayor
consumo, las frecuencias se expresan para todos los grupos y en los casos de la comida chatarra y los licores, las
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frecuencias se expresan una vez por semana o de una a tres veces por mes. Estos resultados coinciden con los
encontrados por Hernández, Arencibia, Linares, Murillo y Bosques (2020).
Creencias sobre la alimentación
A través de la realización del focus group, pudieron identificarse aspectos relacionados con las creencias y los
conocimientos sobre alimentación que poseen los estudiantes.
En relación con el concepto de hábitos alimentarios que manejan, los sujetos asocian al acto de comer con el
hábito de alimentación, lo que se manifiesta en algunas de sus respuestas:
S.1. J.M. Bueno, yo creo, que es como comemos habitualmente, o sea, como acostumbramos a comer. Por
ejemplo, algunos solo acostumbran a comer un batido en el desayuno con una tostada y eso es lo que come
habitualmente”
S.2.A.C. “ Yo, también creo que está relacionado a las conductas o maneras en la que las personas repetidamente
consumen alimentos, la hora en que lo hacen, el régimen y todo lo que tiene que ver con el momento en que
comen”.
S.2.S.Q. “Son conductas que nosotros tenemos a la hora de ingerir alimentos”
Barriguete et al. (2017) afirman que los hábitos alimentarios son un “conjunto de conductas adquiridas por un
individuo, por la repetición de actos en cuanto a la selección, la preparación y el consumo de alimentos(p. 39).
En términos de representación social (RS) de los hábitos alimentarios, se deduce de lo manifestado por los
estudiantes-sujetos que en su núcleo se aprecian elementos contradictorios relacionados con el sistema de
información que lo configura, al desconocer que los hábitos alimentarios no solo tienen que ver con el acto de
comer, sino también con las conductas relacionadas con la selección y preparación de los alimentos y la nutrición
que con ello se alcanza. Esta representación puede poner en peligro aspectos tan importantes como la ingesta
de alimentos saludables, ya que el interés está centrado en el consumo y no existe una reflexión consciente sobre
sus posibles consecuencias.
Pese a esto en algunos casos en el núcleo de la RS sobre los hábitos alimentarios que presentan los estudiantes
participantes en el estudio, se identificó la reflexión sobre las afectaciones en el desarrollo psicológico y físico
que son consecuencia de poseer incorrectos hábitos y contribuyen al surgimiento de trastornos alimentarios.
Algunas de sus expresiones fueron:
S.3.C.Q. “Los problemas en la alimentación incluyen también afectaciones en el aspecto físico que tiene la
persona”.
S.2.S.Q. “Se tiene una afectación física y también una distorsión de percepción en ciertos trastornos alimentarios,
lo que genera que la persona afectada por estos trastornos no tenga una buena calidad de vida” .
Los estudiantes que realizan un análisis más profundo sobre los trastornos alimentarios, señalan la importancia
de los grupos de pertenencia de los sujetos que presentan estos trastornos. En estos casos, la generación del
conocimiento social sobre los hábitos alimentarios y los trastornos de la alimentación, posiblemente se base en
la información que proviene de la carrera que estudian, observándose que incorporan en su análisis términos
propios de la profesión. Al respecto señalan:
S.2.S.Q. “Desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria va a depender mucho de cómo nos relacionemos
con el entorno. En este caso, la familia, tener buen vínculo afectivo con la familia. Todo eso es importante para
que desarrollemos cualidades como una buena autoestima. Si la autoestima es elevada, es poco probable que la
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persona desarrolle un trastorno de la conducta alimentaria. Y, por supuesto, tener buenos hábitos de
alimentación, puede evitar que surjan problemas de este tipo”
S.1. J.M. Lo primero, sería por parte de los padres. Evitar ciertos comentarios negativos acerca del cuerpo y
asimismo inculcar hábitos alimenticios saludables”.
En la segunda parte del focus group, se puso énfasis en las evocaciones o imágenes a modo de asociación libre
que los estudiantes-sujetos tienen de la alimentación. Posteriormente, las evocaciones fueron cotejadas con las
preguntas abiertas.
Los estudiantes-sujetos asociaron los siguientes términos con los hábitos alimentarios: Comer bien”,
“Problemas para comer”, “Problemas de salud”, “Baja autoestima”, “ Comer frutas y verduras”, “Buenos hábitos
para comer”, Personas saludables”, “ No comer”, “ Malos hábitos al comer”, “ Consumo excesivo de comida
chatarra “, Buena autoestima”, Buenos hábitos alimenticios. En relación con la primera parte del cuestionario
guía del focus group, se observa que se limita igualmente la conceptualización de los hábitos alimentarios y se
reitera que son limitados al acto de comer y que, igualmente se incluyen aspectos ya manejados como la
necesidad de trabajar la autoestima como modo de prevenir trastornos de la alimentación.
Este tipo de asociaciones se pueden relacionar con una retórica a nivel social que exagera la ingestión de
alimentos, por encima de la calidad en su selección, lo que permite establecer que estos sujetos aunque de cierta
manera reconocen la importancia de buenas conductas alimentarias, no lo relacionan con lo que es mejor para
una buena alimentación. En este caso se expresa por parte de los sujetos una creencia a partir de ideas que se
manejan en el contexto social y que han asumido para su propia interpretación de los hábitos alimentarios. Según
Maciel de Paula (2021), la alimentación humana atraviesa en la actualidad por una gran entropía cultural en la
cual el ser humano se aleja de los referentes originales acerca de esta función.
Si desde los inicios de la hominización la alimentación fue la fuente natural a través de la cual los seres humanos
consumían los productos necesarios para el sostenimiento energético vital de su organismo, se asiste hoy a un
escenario en el cual la comida ha pasado a ser una mercancía que marca las pautas de consumo, “ moldeado no
sólo por la necesidad fisiológica y por los valores socialmente construidos, sino también por las estrategias de las
empresas industriales y redes de fastfood, con destaque para publicidad y propaganda” (Maciel de Paula: 2021,
p. 11).
Los resultados indican que en el núcleo central de la representación social de los hábitos alimentarios se halla el
tema de la ingestión de alimentos, lo que se refuerza a partir de las asociaciones que establecen, o sea, los
elementos periféricos. En todos los casos es posible distinguir que el conocimiento social de los hábitos de
alimentación se ha producido bajo la influencia de las experiencias alcanzadas en la vida social, el modelo de
pensamiento sobre la alimentación existente a nivel social (Moscovici, 1986) y la acción de ciertos discursos
ensamblados a nivel social. Resulta contradictorio observar que la experiencia a nivel individual proporcionada
por la carrera, no ha desplazado del núcleo de la representación a las ideas previamente formadas desde el
imaginario social, lo que posiblemente hable de la fuerza con la que se ha instalado una cultura que privilegia el
comer por encima de otra, referente a la calidad del comer.
En la escala Likert aplicada fue incluida una sección encaminada a conocer creencias sobre alimentación que
manejan los estudiantes-sujetos:
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Psicología Clínica» Pag. 73
Tabla 3
Creencias en salud sobre los hábitos alimentarios
Nro
Creencias
Creencia a
favor
%
Creencia en
contra
%
Sin creencia
definida
%
1
Relación del peso con la
salud
9
31 %
20
68.9 %
-
-
2
Valor del cuidado de la
figura
9
31 %
-
-
20
68.9 %
3
Ingesta de grasas
4
13.7 %
12
41.3 %
13
44.8 %
4
Consumo de agua
6
20.6 %
3
10.3 %
20
68.9 %
5
Relación ingesta-
nutrición-digestión
2
7 %
16
55.1 %
11
37.9 %
6
Relación dieta ejercicios
-
-
15
51.7 %
14
48.2 %
7
Relación consumo de
vitaminas-peso
-
-
8
2.7 %
21
72.4 %
Fuente: Resultados de aplicación de Escala Likert
Elaboración de los autores
Arrivillaga, Salazar y Correa (2003) plantean que poseer conocimientos acerca de un fenómeno en mismo no
es un indicador de que puedan ocurrir modificaciones en el comportamiento, pese a ello, afirman que tener una
cierta información puede permitir que se abra un proceso de cambio conductual. En los sujetos de este estudio
no se aprecia que exista una relación siempre positiva entre conocimientos y creencias.
Las ideas establecidas en los estudiantes-sujetos acerca de la relación entre el peso y la salud en 20 (68.9%)
indican que no consideran que entre el peso y la salud haya una relación. En 16 de ellos (55.1 %) no se expresa
una creencia establecida acerca de la relación que existe entre ingesta-digestión y nutrición. En relación con la
relación dieta ejercicios 15 (51.7 %) no creen en la bondad de la dieta respecto a los ejercicios. Es importante
destacar en este análisis que en aspectos como el valor del cuidado de la figura, 20 (68.9 %), el consumo de agua,
20 (68.9 %) y la relación consumo de vitaminas peso, los estudiantes-sujetos (14, 1 %), no expresaron una
creencia definida, quedándose en rangos que oscilan entre el casi de acuerdo o medianamente de acuerdo. Este
resultado contradice las opiniones que fueron expresadas por ellos en el focus group; mientras que el 10, 1 % de
ellos poseen creencias desfavorables sobre la alimentación.
Disposiciones personales acerca de la alimentación
En la segunda parte de la escala de Likert se reflexionó sobre las posibles disposiciones al momento de
alimentarse. Los resultados se muestran en la siguiente tabla:
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Tabla 4
Disposiciones sobre los hábitos alimentarios
Nro
Disposiciones
Disposición a
favor
%
Disposición
en contra
%
Sin disposición
definida
%
1
Evitan la ingesta de azúcares y
carbohidratos
5
16.7 %
1
3.4 %
24
82.7%
2
Evitan el consumo de frutas y
verduras
5
16.7 %
9
30%
14
46.7 %
3
Consumen la cantidad suficiente
de agua
10
33.3%
8
26.7 %
14
46.7 %
4
Consumen bebidas energéticas, ej.
Colas
10
33.3%
16
55.1 %
4
13.7%
5
Compensan con alimentación
complementaria los nutrientes que
no consumen
10
33.3%
3
3 %
17
58.6 %
6
Tienen una conducta alimentaria
estable
12-
41.3 %
7
24.1 %
10
33.3%
7
Ingieren comida chatarra
20
68.9 %
1
3.4 %
10
33.3%
Fuente: Resultados de aplicación de Escala Likert
Elaboración de los autores.
Lo más característico en relación con las disposiciones acerca de la alimentación manifestada por los estudiantes
sujetos fue precisamente la carencia de una disposición definida, dado que fue en este rubro en el cual se
representaron sus disposiciones, con excepción del item referente al consumo de gaseosas, en el cual 16 (55.1%)
manifiestan estar en contra y en el de la comida chatarra, en el cual 20 (68.9), asumen su disposición para
ingerirlas. El promedio del grupo (13.2%) no posee una organización estable en su personalidad de las tendencias
motivacionales que orientan las situaciones relacionadas con su alimentación, bien sea por la insuficiente
integración de aspectos cognitivos, del comportamiento, el sistema de valoraciones y la expresión emocional,
en general, o por aspectos específicos inherentes a estos elementos.
Los resultados expresan también la existencia de contradicciones en el establecimiento de la RS sobre los hábitos
alimentarios; llama la atención que en sus respuestas en el focus group, algunos hicieron referencia a las
afectaciones en el desarrollo físico y psicológico que se producen por una alimentación desfavorable, sin
embargo, cuando se les cuestiona abiertamente sobre disposiciones en el cuidado de la alimentación, no existe
una postura definida.
Barbachán et al. (2017) estiman que las representaciones sociales son mediadoras en el funcionamiento del
sistema cognitivo e intervienen en la organización del sistema subjetivo de creencias y en las acciones, esto
puede fundamentar la idea de que en este grupo de estudiantes existe lo que Moscovici (1988) denominó
representación social polémica, la cual surge en los grupos ante hechos o fenómenos de relevancia social sujetos
a conflicto o a algún tipo de controversia y ante cuya ocurrencia manifiestan un pensamiento contradictorio o
divergente, lo que se manifiesta en la falta de correspondencia entre conocimientos, creencias y disposiciones.
Los resultados del estudio indican que debe trabajarse con este grupo de estudiantes para que alcancen una
regulación consciente de su alimentación, en la cual se integren de manera coherente los aspectos cognitivos,
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del comportamiento, el sistema de valoraciones y la expresión emocional de aquellos aspectos necesarios para
alcanzar una alimentación saludable a partir del establecimiento de hábitos positivos de alimentación y la
disposición de actuar en función de ellos.
4. Conclusiones
En términos teóricos, en el elemento núcleo de la representación social (RS) de los hábitos alimentarios en los
estudiantes sujetos del estudio realizado se pueden identificar elementos sociales y discursivos que se acercan
a la construcción de una representación de la alimentación. Los resultados apuntan a que los estudiantes están
dentro de un perfil alimentario que incluye todos los grupos de alimentación, con predominancia de algunos de
ellos como los azúcares y alimentos chatarra, lo que puede traer repercusiones nocivas para la salud.
En (RS) de los hábitos alimentarios, en el núcleo se aprecian elementos contradictorios relacionados con el
sistema de información que lo configura al restringir la alimentación al acto de comer y excluyendo otras
conductas que se relacionan como las que tienen que ver con la selección, preparación de los alimentos y la
nutrición como elemento distintivo. De consolidarse esta representación pueden ponerse en peligro aspectos
tan importantes como la ingesta de alimentos saludables, por no existir una reflexión consciente sobre las
posibles consecuencias.
La predominancia de ideas asociadas al acto de ingerir alimentos en el núcleo de la RS de los hábitos alimentarios
de los estudiantes sujetos, se vio reforzada por asociaciones que desde sus elementos periféricos, apuntan a la
presencia de un modelo de pensamiento asumido a partir de la interiorización de un discurso sobre la
alimentación que genera desacuerdos y controversias a nivel social, cuya fuerza ha trascendido y se ha instalado
en los individuos con la potencia suficiente para desplazar la calidad de lo que se come y sustituirla por un criterio
de comer sin distinción de lo que se ingiere, aspecto negativo en términos de salud individual.
Teniendo en cuenta el carácter contradictorio que se observa en el establecimiento de la RS sobre la alimentación
en estos sujetos y por el carácter mediador entre el sistema cognitivo y las acciones que pueden ejercer las RS,
se puede plantear que posiblemente posean una RS polémica de la alimentación. Esta afirmación se fundamenta
también a partir de la carencia identificada de una disposición claramente definida en relación con los hábitos
alimentarios en ellos que indica una insuficiencia en las tendencias motivacionales de la personalidad que
orientan el comportamiento alimentario.
La existencia en el núcleo de la RS sobre los hábitos alimentarios que presentan algunos sujetos en el estudio, de
una reflexión sobre las afectaciones en el desarrollo psicológico y físico como consecuencia de poseer
incorrectos hábitos alimentarios; así como la generación de conocimiento social que posiblemente hayan
obtenido producto de su carrera, pueden ser promisorias para una intervención encaminada a impulsar cambios
hacia una RS salutogénica de la alimentación.
Por otro lado se concluye que, dado que para los sujetos del estudio el tema de los hábitos alimentarios es un
eje que cruza la representación social de la salud, en general, podría acompañarse de una mayor difusión e
información, así como de las estrategias de intervención suficientes durante la carrera que contribuyan a su
orientación en este aspecto tan importante para la salud en general.
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