ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 43, Nº 02, Año 2022
Mohamed-Amar R. et al. «Lectura y escritura: habilidades claves del discente en
el contexto universitario»
que exista; pues tienes la posibilidad de viajar y conocer el mundo que te rodea sin comprar un boleto de viaje.
En palabras de Arnedo (2014, p.9), “la lectura supera el tiempo y el espacio”.
Leer y escribir guardan una estrecha relación. Se considera la lectura como el paso previo a la escritura. Leer
significa abrir las puertas de la expresión tanto oral como escrita; significa compartir criterios, emociones y
experiencias.
Carlino (2005, p. 25) reflexiona acerca de que es necesario considerar la lectura y la escritura a lo ancho y a lo
largo de la formación superior por varias razones; en primer lugar, es imprescindible aprender los contenidos de
cada materia en una tarea doble, es decir, apropiarse de su sistema conceptual –metodológico y también de sus
prácticas discursivas, ya que una “disciplina es un espacio discursivo y retórico, tanto como conceptual”. Bogel y
Hjortshoj (1984, p.12)
Como describe Solé (1992, p. 21), leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto mediante el que el lector trata
de satisfacer de una forma activa, procesando y examinando el texto, los diversos objetivos que motivan su lectura,
siendo estos imprescindibles para que tenga lugar dicho proceso. El lector construye el significado del texto según sus
experiencias y conocimientos previos y guiado por sus objetivos. Los objetivos del lector condicionan, por tanto, su
lectura, a pesar de que el texto sea invariable, y son esenciales porque no solo determinan las estrategias de lectura
de las que depende la comprensión, sino que influyen en el control inconsciente que tenemos sobre este proceso (Solé,
1992, pp. 21–22).
Sánchez-Miguel y García-Rodicio (2014, pp. 87–89) definen los tipos de comprensión. En la comprensión superficial (texto
base), el lector es capaz de entender lo que dice el texto mediante la selección y organización de su contenido,
empleando escasamente sus conocimientos previos. Para que tenga lugar una comprensión profunda (modelo
situacional), no obstante, es necesario que el lector comprenda, además, el contexto situacional al que se refiere el
texto; debe, por tanto, integrar sus conocimientos previos con la información contenida en el texto. Por último, la
comprensión crítica (o reflexiva), se manifiesta cuando el lector evalúa la “validez” de la fuente y solventa las
inconsistencias que puedan producirse entre afirmaciones dentro de un mismo texto o entre varios textos, o entre la
información que aporta el texto y los conocimientos que ya posee.
Tanto los textos que se les presentan a los estudiantes en la etapa universitaria – sofisticados y complejos desde
el punto de vista conceptual y discursivo– como las tareas asociadas a ellos, plantean generalmente una mayor
demanda cognitiva que aquellos a los que estaban expuestos en su etapa educativa anterior; esta circunstancia
puede representar para algunos un escollo difícil de superar. De hecho, no son infrecuentes las quejas de
profesorado de distintos puntos geográficos sobre las deficiencias del alumnado de reciente ingreso a la
universidad en una competencia clave como es la lectura, cuya importancia reside en que es una capacidad
instrumental indispensable para acceder a saberes y desarrollar capacidades propias de las enseñanzas
universitarias (De Brito y Angeli, 2005; Echevarría, 2006; Echevarría y Gastón, 2002; Hernández Garre, 2009;
Quintana, Raccoursier, Sánchez Guzmán, Sidler y Toirkens, 2007).
En este sentido, en el contexto de la Educación Superior, la escritura concebida en su amplio sentido epistémico,
ayuda al desarrollo del pensamiento crítico, brinda la posibilidad de acceder y de profundizar en nuevos campos
de conocimiento (Carlino, 2005) y permite a los estudiantes afrontar la resolución de problemas relacionados con
el acto de escribir, a partir del uso de determinadas estrategias conscientes (Tolchinsky, 2000).
Parodi (2014) corrobora, desde un enfoque naturalista que considera los entornos situados en los que se
comprende el discurso académico y profesional, que los procesos inferenciales no poseen los mismos patrones
en todos los textos, sino que varían según género y especialidad. La variación disciplinar y el conocimiento