ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 42, Nº 23, Año 2021
LONDOÑO ALDANA, Emperatriz et al. «El comercio en el centro histórico de Cartagena de Indias en
pandemia: caso almacenes boutiques»
2. Referentes teóricos
Los fuertes efectos de la pandemia COVID-19 en la economía mundial y las medidas adoptadas por los diferentes
gobiernos, para contenerla, derivaron en la interrupción parcial o total de las actividades productivas con el
consecuente aumento del desempleo y por ende, la reducción de la demanda de bienes y servicios y su
consecuente contracción y caída del comercio interno y externo.
Para todos los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos), el sector minorista
reviste gran importancia toda vez que permite a los consumidores tener acceso a los diferentes productos
acordes con sus necesidades, representa casi 5% del PIB y emplea alrededor de 1 de cada 12 trabajadores. La
pandemia COVID-19 perturbó drásticamente al sector y la gravedad del impacto difiere enormemente entre las
tiendas físicas y las tiendas en línea, entre las tiendas de artículos esenciales y las de artículos no esenciales y
entre los minoristas pequeños y los grandes (OECD, 2020).
En América Latina, de acuerdo con la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la irrupción
del COVID-19 se produjo en un contexto de debilitamiento del comercio mundial que se arrastra desde la crisis
financiera de 2008-2009 ya que mientras que entre 1990 y 2007 el volumen del comercio de bienes se expandió
a una tasa media del 6,2% anual, entre 2012 y 2019 lo hizo apenas a una tasa del 2,3% anual.
Dentro de la Región, en los países del Caribe, donde el aporte del turismo al PIB se encuentra alrededor del 45%
del total de las exportaciones de bienes y servicios, la suspensión del tráfico aéreo de pasajeros y de carga
nacional e internacional ha llevado al colapso el turismo, agravando con ello el declive del comercio de bienes y
servicios.
En Colombia, de acuerdo con Pulido y Cabello (2020), el turismo, cuyo aporte al PIB se encuentra alrededor del
3,8%, ha sido uno de los sectores más golpeados, lo cual tiene un impacto negativo tanto en la oferta como en
la demanda del sector, generando grandes contracciones que afectan directamente y de manera negativa la
economía de la nación.
El turismo funge como impulsor de las actividades comerciales de productos y servicios, y en ciudades con centros
históricos estas tienden a focalizarse en dichas áreas. Los centros históricos de las ciudades luego de un proceso de
gentrificación, constituyen uno de los principales atractivos turísticos en aquellas ciudades que los poseen; de
acuerdo con Jover (2018), estos centros actúan como lugar de encuentro e intercambio, lo que está en la propia
génesis de las ciudades, y se definen por una diversidad de elementos: la arquitectura tradicional (monumental
y vernácula), la morfología, los paisajes o la trama urbana. Agrega que esta diversidad es igualmente visible en
términos socio-demográficos, dando cobijo a lo largo de la historia a todas las clases sociales, y en aspectos
funcionales, conjugando usos residenciales, industriales o terciarios como el comercial. Por su parte Delgadillo
(2017), anota que el turismo cultural urbano es una actividad de múltiples dimensiones (sociales, económicas,
culturales, etc.) que está creciendo en el mundo entero.
Esta actividad tiene como objetivo central la visita, el conocimiento y el consumo de los lugares urbanos con valor
patrimonial y particularmente aquellos reconocidos como Patrimonio de la Humanidad: centros y barrios
históricos, ciudades antiguas, sitios arqueológicos, monumentos; así como arquitecturas recientes.
Ramos y Terrazas (2020) señalan que la importancia de los centros históricos radica en su capacidad de generar
fuentes de empleo, impactar positivamente al turismo, la cultura y múltiples beneficios sociales, el desarrollo
territorial se aprecia como una alternativa para alcanzar un desarrollo integral de estos espacios.
También suele complementar actividades en otros sectores gravemente afectados, por ejemplo, el turismo.
Además, el sector minorista es muy intensivo en mano de obra, por lo que cualquier interrupción tiene