Espacios. Vol. 22 (3) 2.001


Patrones tecnológicos en los países pequeños de América Latina. Aprendiendo del caso de Costa Rica 3/4

Technological patterns in small Latin American countries. Learning from the Costa Rican case

Isabel Bortagaray


III. Análisis del caso de Costa Rica

1) La dimensión histórica

Como se mencionó anteriormente, uno de los problemas que enfrentan los países pequeños es la falta de diversificación de los recursos económicos. Para fines del siglo XIX, el café se había convertido en la primera fuente de acumulación económica y el principal producto de exportación de Costa Rica.16 En ese entonces, la producción de café impulsaba la economía, por lo que surgió todo un sistema para apoyar el producto incluyendo las fuentes de financiamiento, la disponibilidad de mano de obra, y las infraestructuras de transporte y comunicación (Buitelaar et al. 2000). Hasta fines de los años 50, la producción de café y de banano dominaba la economía. Ambos productos representaban 40% del PNB, casi 90% de las exportaciones nacionales, y 55% de la mano de obra involucrada en la cosecha y el transporte de los productos. Sin embargo, como el país dependía en buena medida de estos rubros, Costa Rica era altamente vulnerable a los impactos externos (Villasuso 2000).

En los años 50, Costa Rica tenía un desarrollo industrial incipiente. Según un censo realizado en 1950, la contribución de la industria al PNB era de apenas 11%, mientras que la agricultura representaba 55% (Buitelaar et al. 2000). Algún tiempo después, a comienzos de los años 60, Costa Rica comenzó a promover activamente la industria mediante la política de industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) que estaba de boga en la época. En este contexto, el crecimiento económico estaba basado en la fortaleza de los mercados nacionales como resultado de los aranceles más bajos aplicados a los productos industriales comercializados en el Mercado Común Centroamericano (MCCA17), tasas de interés reales extremadamente bajas (o negativas), la creación de nuevas fuentes de empleo especialmente en los organismos públicos, la exoneración arancelaria a las materias primas importadas, las tasas de interés subsidiadas a las inversiones nacionales e internacionales en el sector industrial, la sobrevaluación de la moneda costarricense, y el subsidio a las exportaciones (Buitelaar et al. 2000; Cordero 2000). Estas políticas fueron exitosas en el fortalecimiento de las capacidades industriales nacionales. Entre 1960 y 1979, Costa Rica mostró un crecimiento industrial significativo. En 1960, la industria manufacturera representaba 13,2% del PIB; sin embargo, a fines de los años 70, representaba 22% del PIB. Este cambio fue un efecto directo del flujo de divisas provenientes del sistema agrícola y de la demanda que se originó en el Mercado Común Centroamericano (Buitelaar et al. 2000). Por lo tanto, la industrialización sustitutiva de importaciones había fomentado “... la transición de una economía eminentemente rural a otra más moderna, en donde se privilegiaron las actividades secundarias y terciarias. A causa de la intervención del Estado, a finales de los años setenta, Costa Rica contaba con una amplia red de comunicaciones nacionales e internacionales, una nueva infraestructura de transporte que permitía la integración del país con los mercados internacionales, y una extensa gama de otros servicios financieros y comerciales”18 (Villasuso 2000).

En los años ochenta, Costa Rica sufrió las consecuencias de la crisis de la deuda, al igual que casi todos los países latinoamericanos. Como resultado de la crisis de la deuda, Costa Rica se vio afectada por la inflación, que había sido desconocida hasta ese entonces, una disminución de 10% en su PIB entre 1980 y 1982, una tasa de desempleo de 9,5% y una caída en el ingreso nacional de casi 22%. Después de 1982, con un nuevo gobierno y gracias a préstamos del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), Costa Rica emprendió un proceso de reformas para superar la crisis de la deuda. El país, conjuntamente con otras naciones latinoamericanas, adoptó un nuevo modelo económico, que había sido enfáticamente recomendado por esas instituciones financieras internacionales. El nuevo modelo promocionaba la apertura de los mercados internacionales, la reducción del papel del Estado en el desarrollo, la atracción de las IED y el aumento del ahorro interno para financiar el crecimiento económico (Villasuso 2000).

2) La estrategia de desarrollo

Costa Rica ha recurrido tradicionalmente a fuentes de capital privado, tanto nacional como extranjero, para diversificar su producción local, a la cual ha estado claramente comprometida (Egloff 2001). Durante los años 90, Costa Rica comenzó a estimular la industria turística, así como algunas industrias de alta tecnología, al atraer las IED. Esta política resultó exitosa cuando, en 1997, Intel seleccionó a este país para instalar una nueva planta. Antes de tomar la decisión, los ejecutivos de Intel examinaron la posibilidad de instalar la planta, que representaba una inversión de 600 millones de dólares, en Argentina, Brasil, Chile, México, Indonesia y Tailandia. Costa Rica fue seleccionada, entre otras razones, por las siguientes: 1) la superficie pequeña del país y la falta de oportunidades de inversión en alta tecnología fortalecieron la posición de Intel en el proceso de negociación; 2) el alto nivel educativo de su mano de obra, 3) la estabilidad política del país, 4) un gobierno y sistema jurídico eficaces; 5) los beneficios del régimen de zona franca, y 6) la proximidad de los mercados internacionales (Larraín et al. 2001).

El gobierno, las universidades e industrias desempeñaron un papel fundamental para atraer a Intel. El gobierno tuvo una política “proactiva” con miras a fortalecer la competitividad y las capacidades tecnológicas locales (Katz y Stumpo, 2001). Ambos autores recalcaron la importancia que tiene el compromiso del Estado para “construir” ventajas comparativas dinámicas en los países. La llegada de Intel no sólo cambió la estructura social y productiva de Costa Rica (influyendo, por ejemplo, en el mercado de mano de obra local en lo que respecta a salarios y beneficios) sino que también contribuyó a darle al país una mayor visibilidad internacional, el llamado “efecto de señalización”19. Sin embargo, como contrapartida, la economía de Costa Rica ahora depende en gran medida de esa empresa. El Estudio Económico de América Latina y el Caribe 1999-2000 de la CEPAL muestra que Intel fue responsable de aproximadamente 60% del rápido crecimiento que registró el PIB de 8,4% de Costa Rica. Si no se contaran las operaciones de Intel, el crecimiento habría sido de apenas 3,4% 20. Al año siguiente, en su Balance Preliminar de la Economía de Costa Rica, la CEPAL señaló que “Luego de dos años de un crecimiento de 8%, en el 2000 el producto interno bruto tuvo un aumento cercano al 1.5%, principalmente por la caída de 11% en el valor de las exportaciones de bienes, y desfases en la producción de la industria electrónica de alta tecnología que afectaron las exportaciones de la empresa Intel. Las altas tasas de interés y las expectativas no muy favorables, desestimularon la inversión y el consumo. Los salarios reales del sector formal se estancaron y el ingreso por habitante se contrajo. La tasa de desempleo urbano disminuyó a 5.3%”21.

Debido a la presencia de Intel en Costa Rica, las estructuras sociales, económicas y productivas se han visto obligadas a cambiar. Intel no sólo ha ejercido su influencia en la economía del país, sino que también ha cambiado su capital humano. Entre otros de los efectos causados por la empresa se encuentra el efecto de “señalización” mencionado anteriormente22, y las secuelas significativas que ha logrado Costa Rica a través de la redefinición de sus marcos institucionales, lo que se obtuvo gracias a un acuerdo decisivo entre las universidades, la industria nacional y el gobierno. Sin embargo, el impacto de Intel en las capacidades tecnológicas del sector nacional ha sido limitado, en parte porque hasta ahora no ha habido vinculaciones regresivas con relación a la industria de apoyo nacional, y en parte porque la mayor parte de la IyD de las empresas multinacionales se produce en las oficinas matrices (Buitelaar et al. 2000). Estos autores demostraron que en cinco maquiladoras del sector microelectrónico, cuyo capital proviene exclusivamente de Estados Unidos, ninguna de ellas había suscrito contratos con empresas locales para que brindaran su aporte en el proceso de producción, aunque sí lo hicieron para fines de seguridad, limpieza y contabilidad. Uno de los argumentos de las EMN para justificar la ausencia de empresas nacionales en su proceso de producción fue la incapacidad de encontrar proveedores locales. En cuanto al área de IyD, los directivos de tres de las cinco plantas examinadas dijeron que no llevaban a cabo actividades de IyD locales ya que éstas se realizaban en la sede principal de la planta. Sin embargo, como elemento positivo se puede resaltar el hecho de que estas empresas capacitan a sus empleados, y que las maquiladoras del sector microelectrónico generan mayores efectos positivos en la sociedad costarricense que las plantas textiles tradicionales, en parte porque sus empleados laboran con equipos altamente automatizados y requisitos de calidad muy elevados, lo que contribuye a mejorar el capital humano de la fuerza de trabajo nacional.

IV. El caso y el modelo

Es más probable que los países pequeños carezcan de diversificación en sus estructuras productivas que los países grandes. No obstante, Costa Rica ha tenido éxitos en la expansión de sus recursos productivos. El país representa sólo 0,01% de la superficie del mundo, pero es una de las regiones más ricas del mundo en términos de diversidad; la nación cuenta con 4% del total de las especies vivas23. Sistemáticamente se han venido instrumentando estudios bioprospectivos en el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBIO) con el fin de elaborar productos de alto valor agregado. En esta labor, universidades y empresas locales e internacionales, conjuntamente con el gobierno, están analizando el uso potencial de la investigación en las industrias farmacológica, agroindustrial y biotecnológica24. La biodiversidad y el ecoturismo ahora están estrechamente vinculados en el país, y constituyen actividades muy prometedoras. Ambos tienen un gran potencial si se explotan en consonancia con una estrategia sostenible.

Por otra parte, las plantas de ensamblaje de alta tecnología también están reforzando la diversificación de productos, a la vez que enriquecen las habilidades de la mano de obra e indirectamente la visibilidad del país en el ámbito internacional. Sin embargo, también se ha destacado que Costa Rica aún no ha desarrollado una fuerte capacidad tecnológica endógena25. Pareciera un elemento vital que la economía nacional reforzara la conexión existente entre las empresas extranjeras y las nacionales, principalmente en el proceso de producción. Costa Rica ha demostrado una gran flexibilidad y una armonía con el sistema nacional de innovación. Cuando el país tuvo la necesidad de “convencer” a Intel, se unieron una serie de actores para construir la capacidad nacional, y el sistema educativo desempeñó un papel fundamental (el Instituto Tecnológico de Costa Rica, ITCR, fue un elemento de estabilidad muy importante en este proceso de cooperación).

En vista de la limitación de escala que tienen los países pequeños, la especialización debería basarse en niveles de calidad. Se debe buscar la especialización y la calidad no sólo en nuevos sectores de la economía sino en todas las áreas de la producción, incluyendo la base económica tradicional. En la relación que existe entre los productos innovadores y especializados y los tradicionales podría generarse el surgimiento de círculos virtuosos de ventajas competitivas reforzadas26. Este pareciera ser el caso de la biodiversidad, la biotecnología y el ecoturismo. No obstante, es vital seguir patrones sostenibles a fin de alcanzar el desarrollo a largo plazo.

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