Espacios. Vol. 15 (1) 1994

La cuestión de la competitividad en Brasil

Competitiveness in Brasil

Jacques Marcovitch*


RESUMEN

En este artículo se analizan las tres caras de la competitividad en Brasil, a nivel estructural, sectorial y empresarial. Se proponen algunas acciones y directrices orientadas a la elevación de la competitividad de la sociedad en su conjunto y de la empresa y se intenta, finalmente, verificar lo que es posible hacer y hasta donde es posible avanzar en un mundo que simultáneamente se está estrechando a través de la globalización y se está distanciando a través de su dualización.

ABSTRACT

In this article we are going to analize the three faces of competitive in Brasil, in the structural, sectorial and managerial. We propose some actions and instructions in order to raise the competitive in the society and the enterprise, finally we’ll try to verify what is possible to do and until where is possible to more forward in the world, working simultaneously we are tigthen the world through all in all and placing it at a distance through a dualization.

Contenido


1. Introducción.

El crepúsculo del siglo XX ha sido turbulento. Cambios radicales en el ámbito geoestratégico, político-ideológico y socioeconómico delinean una nueva geografía mundial. Corrientes ideológicas desaparecen del escenario internacional. Nuevas relaciones económicas y comerciales son negociadas entre países. Son cambios con implicaciones para todos los segmentos que constituyen la sociedad humana, indicando, entre otras, alteraciones en el papel del Estado, en el comportamiento de las personas, en la preocupación por la conservación ambiental, en la persecución de tecnologías “limpias”.

En este contexto, para que una nación se desarrolle y acompañe la nueva onda tecnológica, cabe al sector productivo una responsabilidad determinante. La empresa innovadora y su emprendedor neo-schumpeteriano pasan a ser los actores centrales, aquellos que llevarán a algunos países a ingresar en posición más ventajosa en el próximo siglo.

Empresas innovadoras han procurado elevar su nivel de competitividad, mejorando la calidad de sus productos y servicios, reduciendo costos, orientándose hacia las necesidades de los consumidores. Más que esto, ellas han condicionado y modificado su ambiente externo. El acortamiento del ciclo de vida de los productos y la intensidad del ritmo de las innovaciones anticipan las expectativas del consumidor en mercados más exigentes, con elevado poder de compra.

En América Latina, el exitoso Fernando Fajnzylber contribuyó en la modificación del pensamiento cepalino dedicado al análisis de las causas y consecuencias de la “década perdida”. En la obra “Transformación Productiva con Equidad” identifica sectores competitivos esparcios por el sur de América. Publicado en 1990, el estudio destaca el “apreendizaje doloroso” de la década de los ochenta, revelando “islas de modernización” impregnadas de capacidad emprendedora, asociadas a ventajas competitivas que garantizaran su inserción en los mercados globales.

El sector de flores en Colombia, el complejo avícola y el sector cítrico de Brasil, el cultivo de camarones de Ecuador, la producción de híbridos en la Argentina y el complejo agrícola chileno, constituyen algunos ejemplos de “islas de modernización¨”. Son “islas” que utilizan tecnologías modernas con nuevas formas de organización, y participan activamente en el comercio internacional.Su vocación expansionista está acompañada por iniciativas innovadoras en las relaciones de trabajo. Los emprendedores que dirigen estas empresas innovadoras, promoviendo estas “islas”, son osados navegantes.

Los emprendedores de finales del siglo XX se asemejan a los navegantes de finales del siglo XV, correspondió a los navegantes, en las décadas de los descubrimientos, emprender misiones arriesgadas superando la parálisis del Estado, la carencia de recursos, desviándose del compromiso de orden establecido para descubrir un nuevo mundo. Con sus carabelas y la posesión del conocimiento más avanzado de la época, revolucionaron el espacio geográfico.

Los navegantes del siglo XX también están delineando un nuevo mundo. Sus carabelas son sus empresas; sus marineros, los recusos humanos; sus brújulas, las estrategias empresariales. Estos emprendedores navegan en un mar repleto de incertidumbre y turbulencias en busca de nuevos horizontes. Cuáles vientos soplan sus velas? Cuáles condicionantes influyen en sus rutas? Qué acciones favorecen su éxito?

2. El final del siglo XX

Nuevos vientos soplan en este final del Siglo XX. La globalización de los mercados, las tecnologías emergentes, la alianza verde, constituyen marcos que transforman drásticamente el contorno de las empreass y de la propia humanidad. La globalización de los mercados ocurre ante un encojimiento del planeta frente a la revolución en los transportes y en las telecomunicaciones. La televisión se tornó en un espejo global, aunque imperfecto, transmite la imagen de la sociedad humana. Imagen de una sociedad multicultural, heterogénea, preocupada en reducir una dualidad en expansión.

La globalización de los mercados promueve alianzas empresariales entre concurrentes. Las empresas globales reducen la incertidumbre del medio externo expandiendo su esfera de influencia generando volúmenes significativos de facturación y viabilizando voluinosas inversiones en investigación y desarrollo. Inversiones que redundan en avances que garanticen ventajas competitivas. El nuevo complejo electrónico, los nuevos métodos de producción y las nuevas formas de gestión son producto de un nuevo ciclo de tecnología. Tecnologías modernas inducen a la destrucción creadora shumpeteriana.

La preocupación con las generaciones del futuro y la fragilidad del equilibrio climático terrestre favorecen el surgimiento de una nueva mentalidad. Una mentalidad ambientalista, articulada en defensa de la calidad del aire, del agua y de la tierra. Una mentalidad que influye en una militancia de activistas en torno a la preservación de la naturaleza, creando nuevas restricciones en la acción empresarial.

En este final de siglo una mejor distribución de los recursos materiales está lejos de ser alcanzada. Se vive en un mundo dividido entre países y en el interior propio de los países. La población más influyente representa 1/5 de la población humana. En la mayor parte de los paíess, la miseria está presente en la periferia de las grandes ciudades y en el campo. El país más rico del mundo se ha mostrado incapaz de integrar los cinturones de miseria y de reducir la violencia que permea su territorio.

En base a la Relatoría sobre el Desarrollo Humano de ONU-1992, 1/5 de la población mundial constituye el segmento más rico que retiene el 83% del PIB mundial, 81% del comercio, 95% de los préstamos comerciales, 81% de la propaganda interna y 81% de las inversiones.

Los países menos desarrollados representan 4/5 de la población humana. En estos países, las minorías mejor educadas han sido capaces de reducir el foso entre la sociedad moderna y la mayoría marginalizada. Un foso que tiene inducidos flujos migratorios indeseados para los países más desarrollados. Un abismo que está en los orígenes de la corrupción, de la violencia, del comercio de recién nacidos, del narcotráfico y de otros males como el surgimiento de endemias ya extirpadas en el pasado.

En el campo político, la democracia es cuestionada. Electos y electores revelan una frustración aguad de expectativas. La disminución de interés en las elecciones, las críticas permanentes a la clase política y un individualismo creciente en los países occidentales, han provocado una búsqueda permanente de nuevas ofrmas de organización social y de sistemas de gobierno. Las elecciones realizadas recientemente en Alemania, en Francia, los eventos ocurridos en Venezuela y en Perú alertan sobre la fragilidad del sistema democrático, que debe ser continuamente consolidado para garantizar su sobrevivencia.

En los países del Este Europeo, la influencia del capitalismo socavó el sistema centralizado de toma de decisiones. El aniquilamiento de los partidos comunistas privó a esos países de su espina dorsal, tornándose en amorfos e incapaces de viabilizar su salto hacia una modernización ansiosamente deseada. El surgimiento de nuevos liderazgos, apoyados por nuevas estructuras sociales, constituyen una precondición para hacer del proyecto de modernización una realidad. La vinculación de 40% de capacidad productiva al “establishment” militar, en la entonces Unión Soviética, crea una urgente, más difícil, tarea de reconversión industrial.

La liberalización del comercio internacional es defendida en los discursos presentados en los foros internacionales. Un discurso fuertemente cuestionado internamente. En Ginebra, por ejemplo, la “Ronda de Uruguay enfrenta el egocentrismo de países democráticos europeos con resabios de una agricultura ya superada. En Bruselas, se vive los ajustes finales para el mercado de los Doce, observando, con preocupación, el desmembramiento de las antiguas repúblicas soviéticas. En Tokio, se consolida el epicentro de prosperidad de la Bahía del Pacífico, en cuanto Washington aprende a vivir en un incómodo mundo sin rival militar.

Lejos de un “orden mundial” consolidado, el mundo dividido convive con una multipolaridad. Los Estados Unidos constituyen su principal actor en los campos económico, comercial y bélico. La competencia y la concertación, presentes en las reuniones del G-7, indican la opción adoptada para enfrentar las turbulencias peculiares en un mundo en rápida transformación. Una concertación que los países industrializados han realizado con competencias en las cuestiones monetarias, comerciales y geoestratégicas. Una concertación que los países menos desarrollados no han conseguido realizar.

En este ambiente, los esfuerzos de entendimiento global han tenido resultados, aunque alentadores, modestos. Las negociaciones realizadas en torno al Estatuto de la Infancia (UNICEF), del comercio mundial (GATT), de biodiversidad (UNCED), revelan un indiscutible egocentrismo, a pesar de un discurso de intenciones altruistas. “En cuanto los países industrializados destinan anualmente US$ 50 a US$ 55 billones para proyectos de ayuda al desarrollo, el proteccionismo relacionado con las áreas agrícolas y textil, acarrea una pérdida anual de US$ 150 billones en exportaciones de los países en desarrollo”. Esta conclusión del Centro para el Desarrollo de la OCDE revela la capacidad de concertación de los países industrializados en torno a las políticas monetarias y de comercio. Revela también la incapacidad de concertación de los países intermediarios en participar de la negociación internacional en torno a temas candentes para sus economías y de interés global.

En América Latina, los esfuerzos de integración económica se multiplican como alternativa única para evitar el aislamiento. El Tratado Amazónico, el Pacto Andino, el Mercosur, son ejemplos de entendimientos de aproximación sub-regional, que buscan recuperar la atractividad de Sur América. La integración de México a la economía norteamericana corresponde a una nueva forma de articulación. En estos esfuerzos de integración, la competitividad tiene un lugar destacado en los destinos de los países. Competitividad determinada, por un nuevo paradigma de producción y prestación de servicios.

En la mayoría de los países de Aérica Latina, entre ellos Brasil, el desafío de la competitividad está siendo enfrentado en el contexto de una sociedad dividida. Una sociedad donde la infraestructura social y física es inferior a las necesidades de la mayoría y esa condición dificulta la participación en la gran carrera global.

Cabe a los liderazgos político-empresariales, sindicales, religiosos y académicos, aprender el momento que el mundo está atravesando en este crepúsculo del Siglo XX. Su mayor desafío está en la priorización de las directrices. Directrices que favorezcan los ajustes necesarios a la transición. Una transición turbulenta que exige ajustes a ser realizados en el ámbito estructural y sectorial. Ajustes imprescindibles para que la sociedad humana de cada país recupere us esperanza para testimoniar la aurora del Siglo XX.

*Profesor de la Universidad de Sao Paolo, Brasil. Coordinador Internacional del Subprograma “Gestión de la Invetigación y el Desarrollo Tecnológico” del CYTED, España.

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