Espacios. Vol. 15 (1) 1994

La capacidad tecnologica y la competitividad de la industria manufacturera venezolana

The technological capability and the competitiveness of manufacturing venezuelan firms

H. Viana* - M. A. Cervilla* - I. Avalos* - A. Balaguer*


RESUMEN

Una muestra representativa de firmas industriales -600 empresas- de tamaño y características diversas, hizo posible reflejar las diferentes conductas que tienen las empresas venezolanas en términos de su estrategia y aprendizaje tecnológico. El estudio aporta información en diferentes niveles: (i) a nivel macro, sobre cómo los diferentes elementos que conforman el “sistema nacional de innovación” interactúan y (ii) a nivel micro, que significa la importación de tecnología en términos de la creación y consolidación de una capacidad tecnológica endógena y como la “memoria tecnològica” de las empresas venezolanas se construye. Algunos lineamientos son ofrecidos en relación a medidas de gestión tecnológica y políticas públicas en relación a la tecnología, dado su rol clave en el nuevo ambiente competitivo.

ABSTRACT

A representatiav sample of industrial firms-600 firms- of centain sizes and characteristics has made possible to reflect the different behaviours that in terms of strategies and technological learning venezuelan firms have. The study provides information at differents leves: (i) macro-level, on how the different elements that conform the “national system of innovation” interact and (ii) micro-level, what the import of technology means in terms of the creation and consolidation of an endogenous technological capability and how the “technological memory” of the venezuelan firms is constructed. Some guidelines are ofered in terms of technology management and public polici measures in relation to technology, given their key role in the new competitive environment.

Contenido


Introducción.

Venezuela, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, intenta, desde el año 1989 desenvolverse según otro modelo económico como respuesta a los requerimientos que se desprenden de los nuevos giros que da la economía mundial y a los problemas que confronta su propia economía. Esto implica una transición que va desde el agotamiento del modelo rentista, posible gracias al petróleo, hacia una economía productiva, delineada según los cánones del mercado, en un contexto de apertura comercial. Dicho intento ocurre en medio de vastas y hondas transformaciones tecnológicas, las cuales implican nuevas e importantes exigencias para que tal modelo sea exitoso.

Las sociedades actuales están viviendo la terminación de un modelo caracterizado por su rigidez organizativa, la importancia de las economías de escala y su orientación hacia la producción de bienes y servicios estanadrizados, y al mismo tiempo encaran las mutaciones asociadas a la adopción de un nuevo modelo, cuyos rasgos preeminentes son la flexibilidad organizativa, la creciente importancia de las llamadas economías de cobertura y su inclinación hacia la satisfacción de una demanda cada vez más segmentada, donde cada consumidor “personaliza” sus necesidades.

Las nuevas tecnologias -microelectrónica,biotecnología, nuevos materiales, fuentes alternas de energía- están abriendo paso al proceso de “destrucción creativa” de que habló Schumpeter, tanto a nivel internacional como de las economías nacionales. En efecto, se crean espacios económicos distintos como resultado de la aparición de nuevas oportunidades tecnológicas que permiten la formación de mercados diferentes y, por otra parte, de la desaparición de ciertas maneras de producir que devienen en no competitivas; se altera la estructura interna de los sectores industriales al surgir nuevas formas de competencia; se redefinen las relaciones interindustriales; varía el papel relativo de los sectores industriales dentro de la economía global; se propicia la transformación de las capacidades y destrezas de distintos tipos y niveles en el personal empleado en determinadas industrias; se afecta la composición de la demanda agregada al alterar el patrón de distribución del ingreso, y ocurren transformaciones en el sistema financiera -desarrollo de mercado de capitales, de capital de riesgo, etc.

Por otro lado, las nuevas tecnologías vienen acompañadas de un nuevo modelo organizativo y gerencial, basado en comcepto de máxima flexibilidad y agilidad de respuesta, mínimo inventario y cero defectos, cuya expresión organizativa e institucional más acabada es la japonesa. Estas dos lineas de cambio converten y se complementan de tal manera que han llegado a constituir un nuevo modelo de eficiencia productiva, aplicable en casi todas las ramas de la producción de bienes o servicios. Su incorporación en una rama tras otra va estableciendo niveles de productividad, calidad y capacidad de respuesta significativamente superiores a los que hasta ahora venían determinando la competitividad (1) en los diferentes mercados (Pérez, 1990). Este nuevo modelo de eficiencia productiva o nuevo “paradigma tecno-económico” (Freeman y Pérez, 1988) entraña una transformación profunda de las capacidades gerenciales requeridas. Citando a Pérez (1992, pg. 27):

“El sentido común para la organización eficiente sufre un vuelco total (...). Toda rutina estableciad, toda regla empírica, toda la experiencia penosamente aprendida y adquirida en materia de organización empresarial y de toma de decisiones están siendo cuestionadas. Lo mismo vale para los dirigentes sindicales, los distribuidores, los proveedores, los gerentes de bancos y los funcionarios gubernamentales con quienes los empresarios se relacionaban y negociaban”.

Dentro de este marco surge la necesidad de estudiar y analizar en mayor profundidad el desarrollo tecnológico en Venezuela. En efecto, son escasas las investigaciones realizadas sobre lo que -de manera un tanto genérica- podría denominarse la “capacidad tecnológica” de las empresas venezolanas. Por otra parte, nada indica que la apertura comercial, por sí sola, traiga consigo la fortaleza tecnológica de la industria, así como la protección en su momento y a su modo tampoco dió tal resultado. La experiencia de otros países y de diversas ramas industriales obliga, en este sentido, a actuar con mucha cautela. Diversos estudios (véase entre otros, a Ranis, 1981; Dore, 1984; Lall, 1980, 1990; Stewart, 1977; Katz, 1978, 1984; Maxwell, 1976; Sercovitch, 1980; Nam, 1981; Viana, 1984) muestran, en efecto, que no puede darse siempre por descontada una relación automáticamente positiva entre apertura comercial, crecimiento económico y desarrollo tecnológico, como, al revés, tampoco puede señalarse como inevitable una relación siempre negativa entre proteccionismo, atraso económico y atraso tecnológico. La realidad de las cosas se coloca siempre más acá de estas posiciones dicotómicas y su comprensión sólo es posible a través de investigaciones que indagen hasta el detalle en las diferentes ramas productivas y distintos tipos de empresas. En este esntido, es necesario entender, en detalle y a nivel micro, los procesos de aprendizaje de las empresas, y poder predecir bajo que condiciones particulares ocurre dicho aprendizaje.

Ante la ausencia de estudios y datos sobre la naturaleza, determinantes, costos y condiciones para el éxito de los esfuerzos de aprendizaje de las empresas venezolanas, es que surge la presente investigación dirigida a lograr una comprensión sistemática de la capacidad tecnológica de las empresas venezolanas, tomando como muestra un conjunto representativo de 600 empresas, de diversos sectores, tamaños y regiones. Como parte de esa comprensión sistemática está la identificación y el examen de las posibilidades y limitaciones para la realización de actividades de innovación tecnológica con el fin de servir de apoyo a la elaboración de las políticas públicas y de las estrategias empresariales, que de una manera efectiva y eficiente, puedan afectar los procesos reales a través de los cuales las tecnologías son seleccionadas, evaluadas, negociadas, usadas, adaptadas, mejoradas, difundidas y creadas, de manera de hacer más competitivas a las empresas venezolanas (2).

La industria venezolana: algunos indicadores de desempeño

En su forma más general, el modelo de industrialización sustitutiva se armó, desde el punto de vista conceptual, alrededor de la idea de la “industria infantil”, ampliamente tratada en la literatura sobre el tema. Dado que en el país se carecía de experiencia industrial, vale decir, de las capacidades y destrezas de todo orden requeridas para montar y gerenciar el proceso manufacturero, debía concebirse una estrategia que, tomando en cuenta esta circunstancia y el rezago respecto a la industria a nivel mundial, previera ciertas medidas de apoyo inicial que le permitieran crecery consolidarse como una actividad madura y competitiva.

En este sentido, el régimen de protección se constituyó en la esencia de las políticas que le dieron forma a la estrategia de desarrollo industrial. A través de diversos medios el Estado procuró reservar el mercado local para la incipiente producciónnacional y, en general, resguardar a ésta de la posible competencia extranjera. En este marco, la industria venezolana se desenvolvió fundamentalmente dentro del mercado interno, mientras que el sector exportador descansaba casi exclusivamente en la actividad petrolera.

Se sabe de las consecuencias perjudiciales que tuvo esta estrategia para el proceso de industrialización (Viana y Otros, 1993a). En Venezuela las medidas de protección se dispensaron sin condicionarlas al aumento progresivo de la productividad, medida ésta según patrones internacionales. En este sentido, la experiencia nacional, contrasta claramente con la de otros países -Japón y más recientemente otras naciones asiáticas- en los que la reserva del mercado local se dió paralelamente con un proceso de aprendizaje, catalizado por el Estado, que fue, poco a poco, elevando las capacidades tecnológicas y gerenciales de su industria (Freeman 1987, Amsden, 1989).

Se ha afirmado que la capacidad tecnológica del país es baja, al evaluar dicha capacidad a través de su manifestación en el sector manufacturero, es decir, en la utilización productiva de esa capacidad (Viana y Otros, 1993a). El desempeño exportador del sector manufacturero venezolano ha sido pobre si se le compara con otos países latinoamericanos y del sureste asiático, tanto en términos de la participación relativa en el mercado internacional, como de la tasa de crecimiento de las exportaciones y de la participación de las exportaciones de manufactura dentro de las totales. A manera de ejemplo, para el período 1965-1986, mientras las exportaciones de Corea, Taiwan y Brasil crecieron 307, 191 y 67 veces respectivamente, las exportaciones manufactureras venezolanas sólo crecieron 11 veces. Así mismo, en el año 1989, mientras para Venezuela la participación de las exportaciones de manufactura dentro de las exportaciones totales era del 13 por ciento, para Corea, Taiwan y Hong Kong era del 90 por ciento, y, para México era del 64 por ciento.

Las estadísticas internacionales también muestras a Venezuela en una situación desfavorable desde el punto de vista de eficiencia de su sector industrial. Para el período 1970-1989, México, Brasil, Colombia, Singapur y Corea presentan incrementos en la productividad del sector manufacturero dentro del 66, 76, 78 y 368 por ciento respectivamente, mientras que Venezuela presenta un cambio, sólo del 2,5 por ciento (Banco Mundial, 1992). Asímismo, los datos de la encuesta indutrial indican que la productividad laboral de la industria manufacturera venezolana sólo ha crecido a una tasa del 0,94 por ciento interanual, para el período 1977-1990 (Viana y Otros, 1993a).

Es así como hoy en día predomina un juicio negativo sobre el modelo económico de aquellos últimos tiempos. En términos muy globales, el resultado del proceso de desarrollo tecnológico venezolano fue el de una industria con poca capacidad tecnológica, como lo reflejan las estadísticas de desempeño industrial. Otra característica de la industria ha sido su fuerte dependencia de insumos extranjeros. Para mediados de los ochenta, Brasil y México producían el 74 y el 62 por ciento de sus requerimientos de bienes de capital, mientras que Venezuela sólo producía el 23 por ciento, teniendo que importar el 77 opor ciento restante de sus requerimientos. Asímismo, en 1985, Brasil y México exportaron en bienes de capital las cantidades de 2.538 y 2.192 millones de dólares, respectivamente, mientras que Venezuela sólo logró exportar 59 millones de dólares.

Si se analizan las estadísticas de importación de tecnología (alto nivel de importación) junto con las estadísticas de desempeño industrial (pobre desempeño en el crecimiento de la productividad y de las exportaciones de manufactura) se puede afirmar que para el caso venezolano la tecnología quedó entendida como una mercancía, siempre disponible en el mercado, la cual se adquiría incorporada tanto en maquinarias y equipos, como en servicios diversos de asistencia técnica. En otras palabras, fue vista como un insumo que podía comprar a los fines de poder producir un determinado producto y para cuya selección, adquisición y uso no se requería de un nivel de capacitación particularmente alto.

En este punto quizás resulte clarificadora la distinción entre “capacidad de producción” y “capacidad tecnológica”, acuñada desde hace algún tiempo en la literatura especializada (ver, por ejemplo, Bell y Hoffman, 1982). Aquella quead entendida como el conjunto de instalaciones, mauqinarias y equipos, así como los conocimientos mínimos necesarios para operar un sistema de producción; la segunda, por su parte, equivale al dominio sobre ciertos principios científicos, diversas clases de “know how”, determinadas destrezas y rutinas que sustentan los productos, los procesos y métodos de producción, los materiales usados y los métodos de organización de la producción de una unidad productiva. Disponer de capacidad tecnológica es, entonces, disponer de conocimientos e informaciones mediante las cuales la empresa puede hacer un uso óptimo de su capacidad de producción, así como transformarla y reemplazarla. Sobre la base de esta distinción puede afirmares que, por lo general, las empresas venezolanas adquirieron capacidad de producción, pero no capacidad tecnológica.

La creación de una capacidad tecnológica endógena no fue una condición importante para el funcionamiento de las empresas venezolanas. Se puede decir que el entorno de la industria venezolana redujo los estímulos para que se diera el “cambio técnico”, debido a la creación de un ambiente no competitivo y de una sobre capacidad. Los beneficios económicos de las empresas rara vez están relacionados con su capacidad de innovación o de dominio sobre las tecnologías empleadas, a fin de cumplir ciertas exigencias en materia de calidad o de productividad.

Dado un aparato productivo que se movía conforme a las reglas mencionadas, no cabía esperar que las empresas nacionales dispusieran de una estrategia de desarrollo tecnológico. En el entorno en que se movían, era difícil que se trazaran una estrategia de innovación y de dominio tecnológico. Algunos estudios de casos (Viana 1984, Avalos y Viana 1989) han arrojado evidencia sobre la realización de actividades tecnológicas orientadas básicamente hacia la ejecución de ciertas modificaciones a las tecnologías importadas, hechas casi siempre de manera informal y aleatria, como fruto de una “reacción defensiva” a problemas inesperados provenientes de la planta o del ambiente externo. Dichos cambios no solíanser “memorizados” por la empresa y por tanto no se integraron a un proceso de acumulación de capacidades “superiores” que mejorará sus posibilidades innovativas. Por lo tanto, el aprendizaje tendió a ser, además de muy bajo, un aprendizaje fragmentado, no estratégico.

*Cátedra de Innovación Tecnológica, Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA). Caracas, Venezuela, Apdo. 1640, Caracas, 1010-A.
* Una versión de este trabajo fue presentada en el Centro de Investigación y Docencia Económica dentro del marco de actividades del seminario internacional Confronting Free Trade: Policies for Technological Development. Ciudad de México. Febrero de 1994.

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