Espacios. Vol. 14 (2) 1993

La industria venezolana: Cinco años de ajuste sin política tecnológica

The venezuelan industry: five years of adjustment without a technological policy

Ignacio Avalos Gutiérrez *


RESUMEN

En 1989 se inició un nuevo programa económico orientado por la idea de que Venezuela tuviera una economía de mercado, abierta y competitiva, independiente de los subsidios del Estado. En lo que atañe al sector productivo, su premisa básica indicaba que, dadas unas reglas de juego claras para que funcionara el mercado, las empresas irían tratando de mejorar sus niveles de productividad, a fin de poder encarar un entorno cada vez más exigente en cuanto a eficiencia y calidad. Una suerte de “darwinismo económico” establecía la sobrevivencia de los más capaces y la muerte, no sólo lógica, sino hasta conveniente, de aquellos que no supieran entonar con los nuevos tiempos. Al cabo de cinco años, aún cuando no se puedan sacar conclusiones muy sólidas, dado el poco tiempo transcurrido, los primeros indicios señalan que las empresas nacionales, en su gran mayoría, no pueden por sí solas hacerse más competitivas. De hecho, desde que comenzó a correr el programa de ajustes, las empresas se han desentendido de todos aquellos aspectos que tienen que ver, precisamente, con el mejoramiento de su capital humano y, en general, de su capacidad tecnológica. Los recursos disponibles fueron dedicados a tratar de resolver una situación coyuntural muy adversa, comprometiendo seriamente su competitividad a largo plazo. El examen de la situación actual de la industria venezolana pone de relieve las limitaciones de una estrategia económica demasiado centrada en las posibilidades del mercado e ignorante de sus limitaciones y plantea, así mismo, las consecuencias de no tener política tecnológica y de desconocer la importancia que tiene la intervención estatal. Pone de manifiesto, por último la necesidad de que la participación del Estado tenga lugar según propósitos y modos distintos a aquellos que prevalecieron durante la etapa de sustitución de importaciones.

ABSTRACT

1989 was the beginning of a new economic program based in the idea that Venezuela had a market economy open and independent from the State subsidies. With regard to the productive sector, its basic premise indicated that, given the right rules of the game, enterprises would try to upgrade their productivity levels to be able to face an enviroment more and more demanding as to quality and efficiency. A condition of the “economic darwinism” established the survival of the more able and death, not only logic, but also convenient of those who do not know how to tune with the new times. After five years, even when solid conclusions cannot be drawn because of the short time passed, the firts signs show that the national enterprise cannot become more competitive by themselves. In fact, since the adjustment program started, enterprises have nothing to do with all those aspects that have to do with the improvement of the human capital, and, in general, its technological capacity. The available resources were dedicated to resolve a very adverse situation, placing in a compromising situation its long-term competitiveness. The examination of the present situation of the venezuelan industry highlights the limitations of an economic strategy excessively focused in the marked possibilities and ignorant of its limitations. Likewise, it outlines the consequences of not having a technological policy and not knowing the importance of the State intervention. Finally, it reveals the need of the State participation to take place according to the different purposes and ways to those that prevailed during the stages of import substitution.

Contenido


Introducción

Este ensayo pretende decir qué ha sido de la industria venezolana, después de transcurridos cinco años desde que se inició el programa de ajustes, base de una nueva política económica para el país. Desde luego, no trata de demostrar el saldo final, pues no ha pasado el suficiente tiempo como para poder hacerlo; pero si se trata de adelantar algunas hipótesis, las cuales sugieren que las cosas no se están haciendo como debieran y que, por lo tanto, se precisan introducir los cambios capaces de enderezarlas.

Alrededor de esta finalidad, las páginas siguientes se organizan en tres partes. En la primera se dibuja el contexto dentro de los que ocurren la transformación del modelo de desarrollo en Venezuela, centrándose fundamentalmente en la importancia que revisten los cambios tecnológicos para la economía actual. En la segunda se muestra la situación de la industria del país, a la luz de las medidas tomadas a partir del año 1989. Y en la última se argumenta acerca de la función que necesariamente debe cumplir el Estado a fin de que sea posible que el país cuente con una industria competitiva.

Un contexto para entender las cosas: La economía según otros canones

Los especialistas han desmenuzado el tema y lo han puesto claro. El mundo de hoy en día transita, un largo camino ya hecho, hacia un modo informatizado de producción, por llamarlo de alguna manera. Atrás está quedando el modo fordista, caracterizado por girar en torno a la producción masiva de bienes que, además de estandarizados, cambian relativamente poco a lo largo del tiempo. Dentro de él las empresas tienden a actuar de manera aislada e independiente y, en lo interno, se organizan en forma jerárquica, marcando una diferencia neta entre el “trabajo intelectual” y el “trabajo manual”.

La aparición y difusión de las llamadas tecnologías de la información está consolidando un nuevo modelo productivo intensivo en conocimientos, en el que se utilizan sistemas flexibles de fabricación, los cuales transforman la naturaleza de las economías de escala, a la vez que permiten la producción de bienes muy variados y cambiantes, más al gusto del consumidor. Las empresas actúan dentro de redes cooperativas y, en lo que hace a su estructura interna, funcionan horizontalmente, diluyendo la separación entre sus trabajadores y repartiendo más democráticamente las informaciones y los conocimientos.

Educar o Educar, he allí el dilema

Anteriormente el desarrollo dependía de la cantidad de energía, de recursos naturales, de trabajo, de capital; hoy en día depende sobre todo de la capacidad de conocimiento y de la información disponible para actuar sobre el proceso de trabajo.

Hay, entonces una tendencia hacia la “desmaterialización” del proceso productivo, es decir, hacia la menor utilización relativa de materias primas y la mayor incorporación de “intangibles”, al punto que hoy en día se podrían producir los mismos bienes que hace diez años con un tercio menos de las materias primas. La clave radica en el conocimiento, de allí que en algunos países la inversión en I&D (y en general en “intangibles”) se ha emparejado con la inversión en planta y equipos, dándose la circunstancia de que el Japón ya la sobrepasó.

Así mismo, los cambios en el orden científico y tecnológico se están produciendo a una gran velocidad, hecho que tiene, al menos, tres expresiones. Por un lado, se viene acortando, de manera drástica, el ciclo de generación de la tecnología. En otras palabras, se a reducido considerablemente el tiempo que va desde la concepción de la idea a su utilización comercial. Nada que ver, pues, con los inventos de Edison o Bell, los cuales fueron socialmente utilizados quién sabe cuántos años después de que fueran pensados. Hoy en día, en algunas ramas industriales la demora es, literalmente hablando, cuestión de apenas unos meses.

Por otro lado hay una tasa muy acelerada de obsolescencia tecnológica. Se afirma , en efecto, que dentro de no más de cinco años, el cuarenta por ciento de los productos que hoy en día se encuentran en el mercado desaparecerán e, igualmente, que el cincuenta por ciento de los productos que es venderán en los próximos diez años todavía no se conocen.

Por último, los tiempos actuales se caracterizan también por una rápida obsolescencia del conocimiento. Para ahorrarme explicaciones diré que se ha estimado que al cabo de menos de diez años, un ingeniero que no haya vuelto a estudiar después de graduado, será absolutamente incapaz de desenvolverse dentro de su profesión, tal el cúmulo de novedades con que se topará.

Estas realidades han dejado a un lado los análisis tradicionales acerca del progreso tecnológico. Dentro de las teorías actuales, este último no es más el famoso “factor residual” de carácter extraeconómico, “maná que cae del cielo”, según la maniad expresión, a partir del cual se analiza el fenómeno del crecimiento. Por el contrario, los nuevos modelos explicativos han puesto a la tecnología en el corazón mismo de sus presupuestos teóricos y ya son capaces de determinar que las solas tasas de acumulación de capital físico no explican todo el crecimiento, sino que existe un alto grado de asociación entre éste y la modernización tecnológica y, en general, con el aumento de capital humano.

La economía moderna desdice, así pues, la sentencia bíblica, dado que ya no se trata de ganar el pan con el sudor de la frente, sino usando el cerebro, usualmente sin que ello implique transpiración alguna, también desmiente a algunos de los teóricos de antes, pues tampoco es ya posible jugarse el destino productivo de un país sólo en la explotación de sus materias primas. Como nunca antes se depende de un número cada vez mayor de gente cada vez más preparada.

En fin, si hubiese que resumir el significado de todo lo dicho podría decirse que la economía de los países depende cada vez más de las ventajas creadas por su gente y relativamente menos de las ventajas heredadas de la naturaleza, aunque unas y otras estén, desde luego asociadas. La moraleja es evidente: o educamos o educamos, no hay otra alternativa. La política educativa, entendida, no sólo, pero sí de manera importante como la política dirigida a formar el capital intelectual de una sociedad, se convierte así en parte fundamental de la política económica moderna.

* Sociólogo. Profesor invitado de la UCV y del IESA. Consultor en el área de Gerencia de la Tecnología.

[Volver al inicio]

Vol. 14 (2) 1993
[Indice] [Editorial]