Espacios. Vol. 14 (1) 1993

La política de gestión de la mano de obra en el sector químico (1)

Labor management policy in the chemical sector

Consuelo Iranzo


c) Los sistemas de remuneración.

En materia de sistemas de remuneración (gráfico 17), el dato más interesante es que un 32% de las firmas dice aplicar formas de pago individualizado, lo cual se corresponde con un fenómeno que está teniendo lugar a nivel internacional, inscrito dentro de la tendencia a la flexibilización del salario. Sin embargo, no podemos afirmar que ésta represente una nueva tendencia o si es más bien una práctica que se perpetúa, pero que dentro del debilitamiento general del movimiento sindical cobra fuerza. El pago de un salario básico de acuerdo al puesto de trabajo sigue siendo la característica predominante (83%) y solamente un 13% apunta hacia la creación de un salario básico común, fórmula propia a las empresas que aplican intensamente la flexibilidad interna, cosa que como vimos ocurre muy poco en el sector.

Otro dato a señalar es el 19% que dice estar otorgando primas por productividad, lo que de ser cierto (4), representa un hecho original dentro de nuestra tradición salarial. La prima por calidad, exclusiva de las firmas que tienen implantado un sistema participativo de control de calidad, se da en un 3% de los casos. Los estudios tanto nacionales como extranjeros en la materia, demuestran cómo son muy raras las empresas que premian económicamente las contribuciones obreras en la mejora de la calidad.

d) La flexibilización externa y los volúmenes de empleo

En todos los sectores industriales se produjeron despidos masivos a partir de la aplicación de las medidas de ajuste en el 89. El sector químico no fue una excepción pero de acuerdo a la información aportada no fue una mayoría la que lo hizo, ya que solamente un 30% reconoce haberlo hecho (gráfico 18). La mayor parte de estos despidos se realizaron entre el 89 y el 91 (71%), lo cual habla de un proceso de recuperación en el sector. De allí pudiera interpretarse que el costo del ajuste no recayó sobre los trabajadores en la mayoría de las empresas, pero al analizar otras vías de respuesta al nuevo entorno económico, encontramos que el uso de formas de contratación inestable ha sido un mecanismo privilegiado para la reducción relativa de los costos.

Dichas formas de contratación, conocidas como formas de flexibilización externa y empleadas como mecanismos para responder a las fluctuaciones de la demanda propias a la reestructuración económica, constituyen una práctica que también está siendo utilizada en el sector químico (gráfico 19). El 71% de las empresas aplica alguna de sus modalidades, sea contratación de trabajadores por tiempo determinado, a tiempo parcial o a destajo. La generalización de esta práctica nos está señalando una precarización importante de las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores de esta industria, no solamente por la inestabilidad que implican, sino porque todos los estudios al respecto concluyen que es sobre estos trabajadores que recaen las tareas más penosas y menos calificadas.

Al relacionar el uso de la flexibilización con el volumen de los despidos, nos encontramos que el 55% de las firmas ha hecho uso de la contratación inestable sin haber aplicado despidos. Es decir, que pudiera pensarse que este tipo de contratación podría estar moderando la reducción de los volúmenes de empleo. Un 22% de las empresas ni aplicó despidos ni hace uso de la contratación inestable, lo cual conforma una élite de empresas que ameritarían un estudio particular.

e) Las relaciones laborales

Una imagen más fidedigna de las relaciones laborales de las empresas de la muestra, no la tendremos hasta tanto no hayamos realizado las entrevistas con sindicalistas del sector. Sin embargo, de las encuestas podemos adelantar algunas impresiones.

En lo relativo a los problemas con la mano de obra (gráfico 20), puede observarse que, excepto en la escasez de mano de obra calificada, tales problemas son poco relevantes. En relación con la rotación y el ausentismo, en un 64 y 74% de los casos, respectivamente, disminuyó o no existe. Estos datos se pueden comprender dentro de una coyuntura en la cual el aumento del desempleo presiona para inducir un mayor disciplinamiento de la mano de obra. Pero lo que llama la atención es que a pesar de ser un período de alta conflictividad social, los problemas con los sindicatos no existen en un 75% de las empresas y hasta han disminuido en un 13% de los casos.

Esto podría guardar relación con la información relativa a los problema de condiciones y medio ambiente de trabajo, ya que el 83% dijo que han disminuido o no existen, lo que sin lugar a dudas favorece las relaciones obrero-patronales. Sin embargo, todos los datos inducen a pensar que la existencia sindical no representa un dato relevante en ninguno de los aspectos relativos a la gestión de la mano de obra.

En primer lugar, tal como se señaló de acuerdo al gráfico 9, en un porcentaje muy poco relevante de casos, el sindicato ha significado un freno o impedimento para el cambio organizacional. El resto de los datos nos apunta a que tampoco ha tenido una incidencia positiva, es decir, que no ha ejercido ninguna influencia en particular. Dadas las características de la acción sindical en Venezuela es tradicional que el sindicato no se inmiscuya en asuntos relativos a la organización del trabajo (Lucena, 1990). Ejemplo de ello es el hecho de que, solamente en un 3% de los casos encuestados, el contrato colectivo estipula algo en relación con las promociones, área muy relevante en otros países.

Pero lo que más llama la atención es la poca incidencia que tiene aparentemente el sindicato sobre un aspecto como el de la estabilidad en el empleo. Concretamente, del 30% de empresas que despidieron trabajadores, el 63% tenía sindicato, mientras que del 70% que no lo hizo, sólo lo tenia el 50%. De allí podemos deducir que la contención de los despidos no tuvo que ver con la acción sindical.

Como en otros países la negociación sindical se ha tramitado aceptando la flexibilización a cambio del mantenimiento en el número de empleos, nos interesó vincular ambos aspectos en el caso de la muestra. El resultado fue al contrario: la presencia sindical es particularmente significativa (86%) en los casos en que ha habido despidos con bajo uso de la contratación inestable. Sería hilar demasiado fino suponer que ello es consecuencia de una estrategia sindical consciente, todo más bien parece indicar que la incidencia del sindicato ha sido muy escasa. Más llamativo aún es que del 22% de empresas que no tienen ni contratación inestable ni despidos, el 77% no tiene sindicato.

Una característica del sector químico a nivel internacional es la de gozar de un buen clima social interno derivado de dos condiciones: en primer lugar, la necesidad de cumplir con normas muy estrictas de seguridad, en virtud del alto riesgo eventual de accidentes y, en segundo lugar, por las características del trabajo miso, el cual genera una estrecha relación entre los obreros de producción y la jerarquía (Kern y Schumann, 1989). Sin embargo, los datos señalados, de ser ciertos, nos están también revelando el debilitamiento que está sufriendo el movimiento sindical y cuán escasa es su incidencia en la gestión el personal. No obstante, siendo este un tema tan susceptible a interpretaciones interesadas, no será sino una vez que hayamos recogido la información por parte del otro actor, que podremos arribar a conclusiones más acertadas.

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