Espacios. Vol. 13 (2) 1992

Editorial

R
ecientemente, la Asociación Venezolana de Institutos de Investigación Tecnológica Industrial (AVINTI), organización que agrupa a los más importantes institutos de investigación industrial del país, se propuso estudiar a fondo las posibilidades reales de desarrollo de los centros de investigación en Venezuela, su inserción en la economía productiva y nuevas formas de organización y asociación que permitan a los centros de investigación ser más eficientes dentro del nuevo ambiente económico, social, político y tecnológico que vive el país. Por su parte, el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID), agencia canadiense para la cooperación internacional, ONUDI y la Asociación Latinoamericana de Gestión Tecnológica (ALTEC) llevan adelante un proyecto sobre los Centros de Investigación Tecnológica Industrial en América Latina y, paralelamente, el Banco Mundial realiza un estudio similar, pero en países industrializados y de reciente industrialización.

Es evidente la importancia que los centros de investigación industrial revisten en los actuales momentos, y las razones que motivan dicho interés son múltiples.

Es de suponer que a las industrias de nuestros países les interesa utilizar más eficientemente las capacidades científicas y tecnológicas existentes a fin de que se les apoye en la selección y adopción de nuevas tecnologías y sean el soporte de innovaciones tecnológicas que les permitan incrementar su competitividad, conquistar nuevos mercados o defender y mantener los ya existentes.

Por su parte, el sector público en los países latinoamericanos, imbuido en un ambiente caracterizado por la desregulación de la economía y el abandono de las estrategias de sustitución de importaciones, predominantes en los años sesenta y setenta, cuadno se crearon la mayoría de los centros de investigación tecnológica industrial hoy existentes en América Latina, y que busca afanosamente redefinir su rol, reducir su tamaño y sus gastos y deshacerse, vía privatización, de aquellas empresas productoras de bienes y servicios que signifiquen una carga financiera, le interesa que los centros de investigación industrial sean eficientes y en lo posible se autofinancien.

Y, a los centros de investigación latinoamericanos, que siente el peso de los problemas financieros que se reflejan en bajos salarios para sus investigadores, escasez de nuevos equipos y el desinterés de la industria que se intuye por la poca o ninguna vinculación con el sector productivo y que comienzan a cuestionar su propia sustentabilidad, tal como lo señala Chudnovsky y Bisang en uno de los documentos que sirve de base para el proyecto del CIID-ONUDI-ALTEC, les interesa repensar su misión y el papel que les toca jugar en el nuevo contexto donde deberán actuar.

Como se puede observar, surgen diversos intereses, todos complementarios, que denotan la importancia del tema. La Revista Espacios pone sus páginas a la disposición para la libre discusión de ideas y planteamientos que contribuyan a direccionar el futuro de estas instituciones.

El Comité Editor


Vol. 13 (2) 1992
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