Espacios. Vol. 2 (1) 1981. Pág 3

La planificación ilusoria

Ensayo sobre la experiencia venezolana en política científica y tecnológicas

Marcel Antonorsi-Blanco e Ignacio Ávalos Gutiérrez


Índice

POLITICA TECNOLOGICA Y POLITICA CIENTIFICA: HACIA EL DESLINDE DE DOS MUNDOS
“Ha de considerarse que no hay cosa más difícil de emprender, ni de resultado más dudoso, ni de más arriesgado manejo, que ser el primero en introducir nuevas disposiciones. Porque el introductor tiene por enemigos a todos los que se benefician de las instituciones viejas, y por tibios defensores a todos aquellos que se beneficiarán de las nuevas, tibieza que procede, en parte, de la incredulidad de los hombres, quienes no creen en cosa alguna nueva hasta que la ratifica una experiencia firme”.
Niccolo Machiavelli. El Príncipe. 1513


Introducción

Los autores, ampliamente conocidos en el medio de la planificación científica y tecnológica del país, fueron premiados por el CONICIT con la XXI Mención en Ciencias Sociales, Premio al Mejor Trabajo Científico, Venezuela, 1980.

La fuerza de la costumbre nos conduce de manera tan automática como inevitable, al inseparable binomio: “Ciencia y Tecnología”. Son así mismo automáticas, en consecuencia, otras expresiones como “Sistema Científico y Tecnológico”, “Investigación Científica y Tecnológica”, y sus derivaciones, así como también, por supuesto, “Política Científica y Tecnológica” y “Planificación de la Ciencia y la Tecnología”.

¿Tienen sentido todas estas expresiones? ¿Obedecen a conceptos claros? ¿Permiten sustentar visiones adecuadas de los fenómenos? ¿Permiten el diseño y realización de acciones coherentes y eficaces? ¿O tal vez, no pasan de ser una costumbre que perpetúa conceptos erróneos y prácticas inconexas?.

Las respuestas deben buscarse a varios niveles que llamaremos histórico, conceptual y operativo.

El concepto tradicional de la política científica

En los países industrializados surgió el término de “Política Científica” (Science Policy) para referirse a las decisiones y acciones tendientes a reforzar el crecimiento del número de científicos (e ingenieros) calificados y a normalizar los subsidios y el financiamiento de las actividades de investigación y de proyectos de investigación en áreas de interés nacional.

Posteriormente estos esfuerzos incluyeron en forma substancial el estímulo y orientación de los recursos hacia el desarrollo de tecnología militar, así como también hacia el desarrollo de capacidades científicas y tecnológicas que reforzarán la capacidad innovativa de las empresas.

Con el tiempo este concepto ha llegado a incluir los problemas relativos al papel del Estado en el proceso, la magnitud de los fondos destinados a Investigación y Desarrollo (R& O, por Research and Development), el logro de una masa critica de recursos y capacidades, así como políticas de derechos de propiedad industrial, asistencia técnica y aspectos de la actividad comercial.

No podemos encontrar así, en la evolución del concepto de Política Científica de estas naciones, una distinción entre ésta y la Política Tecnológica.

“Ambos tipos de políticas fueron desarrollados simultáneamente, aunque la primera ha sido (y es) de naturaleza más explícita.

La Política Tecnológica ha sido desarrollada implícitamente, y ha sido sólo recientemente reconocida como un asunto distinto, aunque no se hayan implantado hasta ahora instituciones ad hoc centralizadas”.

En nuestros países ha ocurrido un proceso evolutivo semejante aunque no idéntico. En Venezuela, por ejemplo, primero surgió la preocupación por la formulación y ejecución de la Política Científica como producto de la iniciativa de grupos de investigadores que aspiraban lograr más recursos y reconocimiento para sus actividades. Fue sólo posteriormente que, como derivación de esta preocupación y la participación de otros grupos fueron surgiendo los elementos de la problemática tecnológica y el reclamo por la formulación de una Política Tecnológica. Este proceso estuvo coronado y, en buena medida ratificado, por las Decisiones 24 y 84 de la Junta del Acuerdo de Cartagena las cuales crearon un foco de atención obligado para los problemas de Política Tecnológica y las competencias institucionales específicas.

En la actualidad, sin embargo, aparecen confundidos los ámbitos respectivos de la Política Científica y de la Política Tecnológica tanto en el plano conceptual como operativo.

La confusión de conceptos

Sin lugar a dudas, el término del binomio que produce el mayor grado de confusión es “Tecnología”, y esto porque caben varias formas de conceptualizarlo o de emplear socialmente el término. Sus significados más comunes pueden ser agrupados en los siguientes bloques:

1. Tecnología, entendida como sinónimo de “ciencia aplicada”, y por ende como subordinada (en tanto que mera consecuencia) al conocimiento científico básico o fundamental.

Este significado es muy común entre los grupos más diversos, pero, sobre todo, es el preferido entre los grupos de científicos relacionados con instituciones académicas.

2. Tecnología, entendida como un tipo especial y distinguible de conocimiento (información). Se lo puede definir como “un cuerpo de conocimientos sobre las técnicas”, (3) como “conocimiento organizado con fines productivos”, (4) o si se quiere como “el conocimiento sistemático de los medios eficaces para el logro de fines “prácticos”. (5)

En este sentido es un tipo de conocimiento de carácter instrumental que persigue la manipulación de los fenómenos, y que se interesa por el “cómo hacer” (Know how), más que en los “por qué” (knowWhy) y el conocimiento explicativo típico de la ciencia.

Este significado es bastante menos común, como no sea entre algunos pocos especialistas que se han preocupado por explorar y aclarar el significado del término y su concepto. Es el sentido que creemos más correcto e interesante.

3. Tecnología, entendida como el conjunto de las técnicas y de sus medios: máquinas, herramientas, instrumentos.

Este significado viene a ser el resultado del desuso en que ha caído el término “técnica” frente a la moda de la palabra “tecnología”. Supone una confusión entre el conocimiento tecnológico (tecnología) y los medios técnicos que pueden haber sido o no los resultados de aquél (técnica) pero que definitivamente, no deben ser asimilados como sinónimos con el uso de la misma palabra.

Es una confusión bastante generalizada. Sin embargo debe constatarse el hecho de que es entre los planificadores y economistas en donde ésta tiene más relevancia.

Si aceptáramos el primero de los significados (Tecnología como “ciencia aplicada”), el binomio resulta perfectamente adecuado. Este deja de serio si por el contrario, aceptamos que Tecnología es un tipo especial de conocimiento que, dado su carácter, puede incluso a llegar a tener un precio en un mercado. Esto también se plantearía se aceptásemos el tercero de los significados.

De acuerdo con nuestro criterio, en términos conceptuales debe hacerse la diferenciación todo lo clara que se puede entre Ciencia, Tecnología y Técnica, en tanto que formas distintas de conocimiento. Esto no implica el desconocimiento de las múltiples y significativas relaciones de interdependencia entre ellos.

Lo que implica la necesidad de disponer de una conceptualización clara que permita comprender mejor la naturaleza de los hechos y procesos, tanto como sus relaciones.

No hacer la distinción, conduce a proposiciones engorrosas y estériles. Si se pretende que la tecnología no es más que ciencia aplicada se le tratará siempre como una consecuencia de la ciencia y se tenderá a colocar todo el enfásis en la investigación científica y su orientación en base a prioridades, etc., con lo cual se habrá desatendido totalmente la tecnología como variable fundamental de la dinámica económica y productiva. Si se confunde tecnología y técnica, se tenderá a pensar, por ejemplo, que la importación de bienes de capital (maquinaria y equipo) es una transferencia de tecnología, cuando lo único que ha ocurrido es una simple compra de medios técnicos que no supone ningún flujo de conocimiento (información) tecnológica.

Los mundos concretos

En términos de actividades de grupos y de instituciones concretas cabe, permítasenos la expresión, reconocer la existencia de dos mundos. Uno es el Mundo de la Ciencia, en el cual viven investigadores científicos y educadores, quienes trabajan en laboratorios y aulas, se preocupan por lograr nuevos conocimientos, transmitirlos y divulgarlos, buscan “lo interesante” y las “explicaciones” y terminan en la publicación de artículos o de libros científico-académicos.

En el Mundo de la Tecnología están, por el contrario, los ingenieros y los empresarios que se desempeñan en talleres, plantas y terrenos, preocupados por producir en forma eficiente empleando los mejores medios disponibles y con un interés centrado en “lo útil”, “lo práctico” y la acción concreta. A este mundo se puede asimilar también el de la Técnica con su énfasis en el logro de “destrezas” para el mejor uso de los “instrumentos” y “las herramientas” de trabajo.

En fin, como lo ha señalado Derek J. de Solla Price la actividad científica es marcadamente “papirocéntrica” mientras la otra, la actividad tecnológica es “papirófoba” en alto grado. (6).

Criterios de Diferenciación

Sobre estas bases sucintamente expuestas se puede establecer una distinción (nunca la separación tajante ni el aislamiento absoluto entre la Política Científica y la Política Tecnológica). (8) A partir de ellas pretendemos desarrollar más detenidamente algunos criterios de diferenciación entre una y otra. Para ello nos hemos valido de los marcos conceptuales propuestos por la Junta de Acuerdo de Cartagena, (7) así como de la opinión de algunos especialistas (9) y nuestras propias ideas. De esta forma presentaremos brevemente los ámbitos respectivos de política, los tipos de objetivos prevalecientes, su racionalidad, sus grados de programabilidad, el grado de centralización posible para su formulación e implementación, su naturaleza como sector, el horizonte temporal prevaleciente, el tipo de instrumentos de política usualmente empleado, así como las actividades y grupos sociales implicados.


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