ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea)
https://www.revistaespacios.com Pag. 50
Vol. 43 (06) 2023 • Art. 4
Recibido/Received: 28/03/2023 Aprobado/Approved: 02/06/2023 Publicado/Published: 15/06/2023
DOI: 10.48082/espacios-a23v44n06p04
Asistencias Tecnológicas: una dificultad semántica
Assistive Technology: a semantic difficulty
JENO, Fabián E.
1
MORENO, Cristóbal F.
2
AGUIRRE, Álvaro S.
3
Resumen
En español existen diversos términos para referirse a artefactos de apoyo para personas con
discapacidades. El objetivo del presente artículo es evidenciar cómo diversas interpretaciones
semánticas complejizan la comprensión, diseño, fabricación y distribución de las asistencias
tecnológicas. La metodología empleada es de carácter no experimental descriptiva para identificar los
obstáculos entre usuario y asistencia tecnológica efectiva. Se concluye que es necesario esclarecer la
intención semántica de estos términos para informar su propósito y paliar las brechas que dificultan su
obtención.
Palabras clave: asistencias tecnológicas, Hispanoamérica, América Latina, semántica.
Abstract
In Spanish, there are several terms to refer to assistive devices for people with disabilities. The objective
of this article is to show how different semantic interpretations complicate the understanding, design,
manufacture and distribution of assistive technology. The methodology employed is non-experimental
and descriptive in nature to identify the barriers between user and effective assistive technology. It is
concluded that it is necessary to clarify the semantic intent of these terms to inform their purpose and
to alleviate the gaps that hinder their attainment.
Key words: assistive technology, Spanish America, Latin America, semantics.
1. Introducción
Los aparatos destinados a posibilitar, facilitar o mejorar la autonomía de las personas en sus quehaceres diarios
tienen diversas denominaciones. Algunas aluden a niveles de tecnología empleada en su fabricación, mientras
que otras hacen distinciones entre aparatos y servicios. A pesar de sus denominaciones, la literatura demuestra
que las tecnologías pueden mejorar la calidad de vida de personas que se encuentran en una situación de función
1
Magíster en Gestión Educacional, Universidad Nacional Andrés Bello, Chile. Académico, Facultad Tecnológica. Universidad de Santiago de Chile, Chile.
fabian.jeno@usach.cl
2
Doctor en Diseño, Fabricación y Gestión de Proyectos Industriales de la Universidad Politécnica de Valencia. Académico, Facultad Tecnológica.
Universidad de Santiago de Chile, Chile. cristobal.moreno@usach.cl
3
Magíster en Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile. Académico, Facultad Tecnológica. Universidad de Santiago de Chile, Chile.
alvaro.aguirre@usach.cl
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limitada, ya sea cognitiva y/o físicamente (Brownsell et al., 2011; Jamwal et al., 2022). Sin embargo, la falta de
claridad en torno a la función de estos aparatos o, en su contraparte, el exceso de especificidad al momento de
buscar este tipo de ayuda complejiza su obtención y su uso, tanto para las personas que las necesitan como para
sus cuidadores, extendiendo y frustrando sus resultados (Larsson & Lidström, 2019; Tamayo & Aleitte, 2011).
Al momento de encontrarse ante la disminución funcional del cuerpo o de la mente, surge la necesidad de buscar
un aparato que, desde la tecnología, asista en completar tareas que pueden variar desde el traslado de un punto
físico a otro, a la lectura de instrucciones de letras pequeñas, el levantamiento exitoso de la cuchara a la boca o
la higiene del cuerpo, entre muchas otras tareas cotidianas. En este punto, se abre un mundo vasto -pero breve-
en torno a catálogos de aparatos destinados a estos propósitos, que cuentan con una variedad finita de
características que, a través de profesionales de diversas áreas, se vuelven infinitas dentro de sus adecuaciones
y personalizaciones según el acceso del usuario a recursos económicos y culturales (Molero et al., 2020).
La Organización Mundial de la Salud otorga una definición general, denotando que la ayuda técnica, o AT, es
cualquier dispositivo, equipo, instrumento o programa informático con el fin de mantener o mejorar la
autonomía y el funcionamiento de las personas. Con ello, publica también una lista de ayudas técnicas prioritarias
para “satisfacer el compromiso mundial de mejorar el acceso a las ayudas técnicas a través de la Cooperación
Mundial sobre Tecnologías de Apoyo” (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2016).
Sin embargo, en muchos países, las ayudas técnicas transitan en un espacio ambiguo, constituyendo desde
aparatos tan conocidos como anteojos, hasta aparatos tan desconocidos como programas computacionales que
complementan las limitaciones de algunas funciones cognitivas, siendo facilitados y capacitados por diversos
profesionales. Por ello, no existe una definición universal en español que acompañe a un título colectivo que sea
instantáneamente reconocido en el imaginario popular para referirse a ello.
Al no ser de conocimiento general, en Chile, muchas personas no están lo suficientemente informadas sobre qué
tipo de AT pedir para responder a sus necesidades, cómo costearla, cómo utilizarla o mantenerla
responsablemente. Eso resulta en la distribución de ATs que no cumplen efectivamente con los requerimientos
individuales de sus usuarios y quedan en desuso tras largas esperas, malgastando los recursos limitados del
gobierno destinados a la discapacidad (Tamayo y Aleitte, 2011).
2. Metodología
Este artículo busca realizar una puesta en escena de las diversas aproximaciones de ATs desde sus principales
exponentes hispanoparlantes de España, Puerto Rico y Chile, para reflexionar sobre cómo la traducción de AT
desde Estados Unidos, y su definición desde el inglés, han causado confusiones semánticas. La investigación se
enfoca en evidenciar cómo estas confusiones conllevan a una falta de unificación y sistematización que dificulta
el recorrido entre la persona que necesita una AT y la AT que cumple con sus necesidades.
Para ello, el presente estudio emplea una metodología no experimental y descriptiva/correlacional basada en
hechos empíricos dados por el marco legal y la escasa literatura disponible en torno a la comprensión del término
AT en países hispanoparlantes.
A partir de Leatherdale (2019), el diseño de la metodología no experimental se enfoca en la observación y el
análisis de un fenómeno sin manipular variables o imponer intervenciones. En este caso, el fenómeno en cuestión
es la identificación de una necesidad, creada por una situación discapacitante, hasta su solución a través de una
AT. La naturaleza del estudio descriptivo se entiende por la caracterización de las variables no alteradas; el
carácter correlacional estudia las relaciones entre sus variables (Leatherdale, 2019).
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Con ello en mente, esta investigación busca establecer las diferentes formas en que se concibe la AT en diferentes
países hispanohablantes y cómo estas concepciones resultan en la obtención de tecnologías que no responden
efectivamente a sus necesidades, lo cual crea pérdidas en recursos gubernamentales de fondos destinados a la
discapacidad.
3. Resultados y discusión
Un primer paso hacia la distribución responsable de AT es la difusión masiva de conocimiento claro y seguro.
Cook y Polgar (2014) establecen, desde el inglés, que las definiciones sobre las ATs ayudan a delimitar el alcance
de una ley o política, e influyen tanto en su interpretación como en su aplicación. En un sentido legislativo,
determinan que “en jurisdicciones en las cuales el financiamiento de AT se apoya a través del gobierno, una
definición es usada para determinar qué constituye un dispositivo elegible para este financiamiento frente a uno
que no lo es” (Cook y Polgar, 2014, p. 2).
Según Cook y Polgar, (2014), una definición imprecisa, o demasiadas definiciones en torno a ATs, complejiza su
interpretación y consecución. Ahora, a nivel mundial, la tecnología de asistencia, o tecnología de apoyo,
promueve la inclusión y la participación, y tiene como finalidad principal “conservar o mejorar las funciones y la
autonomía de las personas y, de este modo, promover su bienestar” (Organización Mundial de la Salud, 2016).
Esta definición, dada por la Organización Mundial de la Salud (2016), establece que AT se refiere a cualquier
producto, instrumento, equipo o tecnología adaptada o específicamente diseñada para mejorar las funciones de
una persona en situación de discapacidad.
A partir de esta definición, la legislación estadounidense se apoya en The Assistive Technology Act of 1998, Acta
de Tecnología de Asistencia, de 1998, para establecer que AT incluye cualquier ítem, pieza de equipamiento o
sistema de productos adquiridos comercialmente, modificados o personalizados, que es usado para aumentar,
mantener o mejorar las capacidades funcionales de individuos con discapacidades (Dove, 2012). Ello incluye
específicamente tecnología de apoyo modificada como alternativa a productos disponibles en el mercado.
Además de ello, se considera que AT puede ser un componente del modelo de Human Activity Assistive
Technology (HAAT), o tecnología de asistencia a la actividad humana, dentro del cual se desprenden como
tecnologías de la rehabilitación, tecnologías educativas y diseño universal y accesible (Cook y Polgar, 2014). La
característica diferenciadora entre todos estos conceptos es el uso que se le atribuye a la tecnología. En este
sentido, una tecnología educativa pertenece al área de la educación y tiene su uso en salas de clases y otras
instituciones de aprendizaje, mientras que las tecnologías de rehabilitación forman parte de una terapia
específica, y se encuentran en instituciones de salud y centros de rehabilitación (Cook & Polgar, 2014). Por ello,
existen tales asociaciones como Rehabilitation Engineering and Assistive Technology Society of North America
(RESNA), o la Sociedad de Ingenierías de la Rehabilitación y Tecnologías de Asistencia de América del Norte y la
Asociación de Terapeutas Ocupacionales, la Confederación Mundial de Terapia Física, entre otras, que delimitan
sus normas, valores, procedimientos y conflictos de intereses.
Se puede entender, en esta lógica, que la asistencia tecnológica, por si sola, es una herramienta que se usa
específicamente en tareas cotidianas; no pertenece a un centro para el uso de una comunidad, sino que
pertenece a su único usuario, quien la necesita indudablemente para llevar a cabo su vida diaria de forma
individual (Sanford, 2012, citado en Cook y Polgar, 2014, p. 4). Cabe notar, además, que una de las características
determinantes entre los principios de la asistencia tecnológica se enfoca en el servicio de entrega. Cook y Polgar
(2014) proponen los siguientes cinco fundamentos para la distribución de AT:
1. El proceso se centra en la persona y no la tecnología
2. El resultado es la habilitación de la participación en actividades deseadas
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3. Se emplea un proceso de evidencia informada para el servicio de distribución
4. El servicio de distribución de AT se otorga de forma ética
5. Los servicios de AT son entregados de forma sostenible
Para cumplir con estos fundamentos, Bauer et al. (2010) redactaron una propuesta para Estados Unidos, con el
objetivo de desarrollar una clasificación de dispositivo de asistencia tecnológica consistente con el marco legal
del país. Esto implica establecer un metodología de clasificación en coherencia con la Acta de Asistencia
Tecnológica (ATA2004), la Acta de Americanos con Discapacidades (ADA2008), el Sistema Internacional de
Clasificación de Función, Discapacidad y Salud (ICF), la Clasificación Internacional de Enfermedad, la Novena
Modificación de Revisión-Clínica (ICD-9-CM) y la terminología de procedimiento actual de la Asociación Médica
Americana (CPT).
Además, para ello, Bauer et al., (2011) propusieron los siguientes cuatro objetivos de investigación:
1. Reconciliar los conceptos clave del ADA2008, ATA2004 y SSA con el marco ICF para establecer los requisitos
para una clasificación de los TCA (ATDC).
2. Evaluar las clasificaciones de AT de RTI/NCS, ISO2007 e ICF/ AT2007 con respecto al cumplimiento de
cumplimiento de estos requisitos.
3. Evaluar las bases de datos en línea de productos de tecnología de apoyo AbleNet y assistivetech.net en nea
de productos de tecnología de apoyo el cumplimiento de los requisitos y la implementación.
4. Desarrollar el ATDC para cumplir los requisitos y presentar dispositivos o equipos diversos pero conocidos.
Por esta acotación, Cook y Polgar (2014) insisten en que es fundamental reconocer la AT como un proceso
enfocado en la persona y no en la tecnología misma. Esto quiere decir que en su provisión y desarrollo no se
trata de emparejar a una persona a la tecnología, sino de usar un proceso con el fin de satisfacer las necesidades
del usuario para realizar sus actividades pertinentes, en los contextos necesarios. Con esto en mente, podemos
acordar que AT significa Assistive Technology o Tecnología de Asistencia. Sin embargo, en español, la OMS (2016)
denota que “«Tecnología de asistencia» es una expresión genérica que designa todos los sistemas y servicios
relacionados con la utilización de productos de asistencia y prestación de servicios al respecto”.
Con esto en mente, en países hispanohablantes, la literatura ha fallado en llegar a un acuerdo de definiciones y
denominación sobre AT. En un artículo reciente, Castellanos y Quintana (2019) exponen conceptos claves para
la revisión sistemática de la inclusión laboral de personas en situación de discapacidad en Colombia. Entre estos
conceptos, surgen las ayudas técnicas, definidas como “dispositivos tecnológicos y materiales que permiten
habilitar, rehabilitar o compensar una o más limitaciones funcionales, motrices, sensoriales o intelectuales de las
personas con discapacidad” (Castellanos y Quintana, 2019, p. 80).
En sintonía con esta denominación, Buñuelos et al. (2019) realizan una revisión de la literatura en torno al diseño
de ayudas técnicas o tecnologías de apoyo para la terapia física de personas con paraplejia. Este estudio es
particularmente interesante dado que no solo identifica ambos conceptos como AT, ya sea entendida como
ayuda técnica o tecnología de apoyo intercambiablemente, sino que, igual que Castellano y Quintana (2019), se
enfoca en el aspecto de tecnología de rehabilitación.
Además, Bañuelos et al. (2019) denotan que, en revisiones sistemáticas de asistencia tecnológica en español e
inglés, las tecnologías de apoyo o de asistencia son términos empleados exclusivamente para softwares y
programas de entrenamiento; mientras que el término de ayudas técnicas, según la Organización Internacional
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de Normalización, se puede entender como “todos aquellos productos, instrumentos, equipos o sistemas
técnicos utilizados por una persona con discapacidad, fabricado especialmente o disponibles en el mercado, para
prevenir, compensar, mitigar, o neutralizar una deficiencia, discapacidad o minusvalía” (Urteaga-Ceberio, 2013,
citado en Bañuelos et al., 2019, (p. 58).
Más aún, estos autores identifican que las ayudas técnicas pueden compensar la falta de movilidad en usuarios
con discapacidad motriz de miembros inferiores; sin embargo, estos equipos solo pueden ser empleados en
centros de terapia física o rehabilitación, por lo cual las barreras de acceso o fácil transporte para sus usuarios
aún existen. En este sentido, cabe denotar que el concepto de ayuda técnica no está empleado con la intención
concebida de Cook y Polgar (2014), para auxiliar en tareas cotidianas, sino en el contexto exclusivo de
rehabilitación durante terapia asistida con un profesional.
Cabe notar, además de la necesidad de un profesional que guía la terapia, Bañuelos et al. (2019) identifican la
importancia de la figura de un diseñador “como un factor de cambio en la sociedad” (p. 58) que articule las
necesidades individuales del usuario en la tecnología disponible. Sobre este último punto, (Schein et al., 2021)
establecen que la combinación de tipo de artefacto y profesional experto en tecnologías asistivas logran los
mejores resultados en cuanto a factores relacionados con satisfacción en usuarios de tecnologías para la
movilidad funcional.
En España, Abadín y Delgado (2012) denotan que el Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y
Ayudas Técnicas (CEAPAT) hace una distinción entre los siguientes conceptos:
1. Productos de apoyo
2. Accesibilidad universal
3. Diseño para todos
Como producto de apoyo para personas con discapacidad, se entiende, según CEAPAT, como “cualquier
producto (incluyendo dispositivos, equipo, instrumentos y software) fabricado especialmente o disponible en el
mercado, utilizado por o para personas con discapacidad, destinado a facilitar la participación; proteger, apoyar,
entrenar, medir o sustituir funciones/estructuras corporales y actividades; o prevenir deficiencias, limitaciones
en la actividad o restricciones en la participación.
Por otra parte, apoyado en la legislación española, CEAPAT establece que la Accesibilidad Universal es:
La condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos,
instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las
personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible (CEAPAT,
2018).
Por último, el Diseño para Todos es otro término utilizado para referirse al Diseño Universal, entendido como “el
diseño de productos, entornos, programas y servicios que puedan utilizar todas las personas, en la mayor medida
posible, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado”, como es definido por el Artículo 2 de la Convención
de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, en el o 2006 (González, 2008), y
ratificada por España en 2007, aclarando que “el diseño universal no excluirá las ayudas técnicas para grupos
particulares de personas con discapacidad, cuando se necesiten” (CEAPAT, 2018).
En el caso de Puerto Rico, por otra parte, su relación con la AT es un producto directo derivado de su concepción
en Estados Unidos, por lo cual se refiere a “Asistencia Tecnológica”. Entre los acercamientos al campo, el
Programa de Asistencia Tecnológica de Puerto Rico (PRATP) es una entidad adscrita a la Administración Central
de la Universidad de Puerto Rico y funciona bajo ley federal (PRATP, 2000).
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La misión del programa es “impactar de manera positiva, mediante cambios permanentes en sistemas públicos
y privados, la vida de las personas con impedimentos, para que accedan, tengan disponible y utilicen
efectivamente la asistencia tecnológica” desde la filosofía de los derechos universales (PRATP, 2000).
De forma similar, la AT es entendida como “todo equipo o servicio que contribuye a aumentar, mantener o
mejorar las capacidades funcionales de las personas con impedimento”; mientras que los equipos de AT se
refieren a “objetos, sistemas o productos adquiridos comercialmente, adaptados o construidos a base de las
características y necesidades particulares de cada persona con impedimento(s)”; y, por último, se distinguen
servicios de AT, entendidos como “aquellos que ayudan directamente a la persona con impedimento(s) en la
selección, adquisición o uso de un equipo de AT” (PRAPT, 2000).
Entre los servicios personalizados de PRATP, se destaca la construcción de AT individualizados e integrados “a
base de las capacidades de la persona con impedimento, sus fortalezas, necesidades, sueños y metas de vida”
(PRATP, 2000), lo cual manifiesta una gran flexibilidad en torno a diseño y fabricación. Este servicio está
acompañado por profesionales de diversas disciplinas, como terapia ocupacional, trabajo social, patología del
habla y lenguaje, entre otros, capacitados en AT.
Para asegurar que todas las personas tengan acceso a tecnologías “liberadoras”, la “Carta de Derechos de las
personas con impedimentos de Puerto Rico” enfatiza lo siguiente:
El Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico promoverá el estudio y el acceso de la población con
impedimentos a los servicios y equipos más efectivos y avanzados de asistencia tecnológica que permiten a
ese sector estudiar, trabajar y vivir en una forma independiente y mejorar su calidad de vida (Vega &
Vázquez, 2015)
De igual forma, se ofrecen adiestramientos o capacitaciones, con el fin de promover el aumento de
conocimiento, que varían desde los beneficios de las AT y sus usos, hasta muchos otros que están disponibles
para personas con impedimentos, familiares, profesionales, agencias, organizaciones y público en general
(Programa de Asistencia Tecnológica de Puerto Rico, n.d.).
En el caso de Chile, el concepto operante es de Ayudas Técnicas, en lugar de la definición que OMS entrega de
Asistencia Tecnológica y el concepto de Producto de Apoyo de España (Hirmas et al., 2019). En este país, se
postula a ellas a través del programa de financiamiento de Ayudas Técnicas, cuando no se puede comprar de
forma particular y esta postulación se renueva anualmente, como un beneficio del Servicio Nacional de la
Discapacidad (Servicio Nacional de la Discapacidad, n.d.). Esta entidad fue creada por mandato de la Ley
20.422, Normas sobre Igualdad de Oportunidades e Inclusión Social de Personas con Discapacidad, en el año
2010 (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2010). Sin embargo, dado que es un concurso, no todas las
personas que postulan a él obtienen lo que piden, por lo cual esta herramienta de accesibilidad no se puede
considerar un derecho universal.
Según Roca-Dorda et al. (2004), “las ayudas tecnológicas nacieron para actuar como interfaces entre los
discapacitados en general y los recursos (…), que inicialmente fueron diseñadas por y para usuarios no
discapacitados” (p. 1), y plantea que la evolución del diseño llevó a las ayudas tecnológicas a buscar un lugar,
tanto entre el diseño universal como entre la tecnología de la rehabilitación. Es importante destacar este punto
de origen, ya que permite visibilizar el recorrido de concepciones de Assistive Technology, desde su
determinación original en Estados Unidos, reconociendo su traducción directa al español como Asistencias
Tecnológicas, hasta su interpretación en diferentes países como España y Chile a través de los productos de
apoyo y ayudas técnicas, respectivamente.
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En estas interpretaciones, los significados de los conceptos son alterados, creando confusiones en políticas
públicas al no esclarecer determinadamente la función de las tecnologías, entendida como herramienta de
educación para discapacidad intelectual a modo de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en salas
de clases y plataformas asincrónicas (Orozco-García et al., 2021), rehabilitación física (Bañuelos et al., 2019), y
terapia ocupacional para auxiliar en actividades de la vida diaria (Nieves y Delgado, 2019).
Esta falta de delimitación abre otra discusión en torno a la disciplina y los profesionales a cargo de la tecnología,
ya que, al ubicarse en una plataforma común de educación, rehabilitación, salud y ocupación, entre otras, cabe
cuestionar quién es el experto más capacitado para emplear la tecnología para la discapacidad. Por ello, es
posible plantear que la AT es un área multidisciplinar que convoca a docentes, fonoaudiólogos, kinesiólogos,
terapeutas ocupacionales, entre otros, en diálogo con diseñadores, ingenieros y otros expertos capaces de
adecuar tecnología estandarizada para las necesidades personales de los usuarios.
4. Conclusiones
A través de una puesta en escena de las diversas aproximaciones de las asistencias técnicas, desde sus principales
exponentes hispanoparlantes, de España, Puerto Rico y Chile, es posible determinar que la concepción de AT
desde Estados Unidos, y su traducción desde el inglés, ha causado confusiones semánticas que conllevan a una
falta de unificación y sistematización. Esto dificulta la redacción y ejecución de políticas públicas efectivas que
aseguren el acceso de personas en situación de discapacidad a tecnologías que respondan a sus necesidades
individualizadas.
Como una de las consecuencias de esta falta de conocimiento y sistematización, mucha AT queda en desuso por
no cumplir los requisitos de sus usuarios. Por otra parte, el diseño y la adecuación de la AT se ha transformado
en una práctica que transita entre ergónomos, ingenieros, diseñadores, terapeutas ocupacionales, kinesiólogos,
fonoaudiólogos, y entre muchos más profesionales, y suele acompañarse de patentes de invención o licencias
de fabricación o de transferencia tecnológica. Dependiendo del país, estas prácticas son difíciles de sistematizar
y muchas veces quedan relegadas a conocimientos y experiencias transmitidas por algunos miembros de la
comunidad en vez de unificadas en un único concepto trasmitido desde instituciones de gobierno y educación.
A pesar de esta ambigüedad formal, la necesidad social es mayor, y la creación de AT suele resultar de la
innovación, basada en elementos cotidianos que puedan producir resultados rápidos y eficientes para todos y
todas, y no solo aquellos que puedan costearlas. Producto de ello, ha surgido una cantidad de manuales e
instructivos sobre la fabricación casera de ATs a bajo costo que puedan responder a la alta demanda, los bajos
recursos y las largas esperas.
Estos esfuerzos carecen de peso científico al no encontrar una plataforma teórica sobre la cual sustentarse, ya
que la literatura actual se reparte entre diversos casos, desde distintas disciplinas e interpretaciones de
tecnología asistida. En este sentido, urge determinar un espacio formal dentro del cual se fomente la
colaboración interdisciplinaria para hacer público el conocimiento en torno a la investigación, diseño y
fabricación de AT, junto con la capacitación adecuada para su implementación.
Cabe mencionar, además, dentro del discurso de la inclusión que está presente en todas las plataformas de AT,
que existe un elemento excluyente para aquellas personas que, por escapar de diagnósticos de discapacidad al
no tener limitantes visibles de funciones físicas o intelectuales, o dado su desconocimiento, no pueden acceder
fácilmente a herramientas que podrían mejorar su calidad de vida.
Con ello en mente, esta investigación busca evidenciar el tiempo y los recursos perdidos en denominaciones que,
en vez de apropiar el concepto de AT en una línea única de formación profesional, extienda el diálogo hacia
plataformas multidisciplinarias de tecnología, salud, educación y diseño, desde el interés del usuario para que
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pueda contar con esta asistencia en su hogar, no en centros de rehabilitación, salud o educación, y mejorar su
calidad de vida en su día a día, a través de la autonomía.
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