Espacios. Vol. 37 (Nº 14) Año 2016. Pág. 10

Las interrelaciones entre los componentes del capital intelectual y su efecto sobre el desempeño de las organizaciones: una revisión de trabajos empíricos

The interrelationships among the components of intellectual capital and its effect on the performance of organizations: a review of empirical work

John Jairo SALINAS Ávila 1; Johnny TAMAYO Arias 2

Recibido: 02/02/16 • Aprobado: 12/03/2016


Contenido

1. Introducción

2. Metodología

3. Las interrelaciones entre los componentes del CI desde una perspectiva causa-efecto: presentación y discusión de los hallazgos

4. Conclusiones

Bibliografía


RESUMEN:

El presente artículo tiene como propósito revisar la literatura existente de las interrelaciones entre los componentes del capital intelectual –capital humano, capital estructural y capital cliente/relacional- y el efecto sobre el desempeño de las organizaciones, con el fin de identificar los principales hallazgos, que podrían contribuir a delinear futuras investigaciones. Se revisó el estado del arte de esta línea de investigación a partir una búsqueda sistemática de trabajos empíricos para el período 2004-2014. El análisis de los estudios sugiere relaciones causa-efecto entre el capital humano y los capitales estructural y relacional, y de estos últimos sobre el desempeño de las organizaciones.
Palabras Clave: capital intelectual, capital humano, capital estructural, capital relacional

ABSTRACT:

The purpose of this article is to go over the existing literature about the interrelationships between the intellectual capital's components - human capital, structural capital and client/relational capital - and their effect on organizational performance, aiming to identify the main findings, that might contribute outlining future investigations. The state of the art of this line of research of intellectual capital has been revised based on a systematic search of empirical work for the 2004-2015 period. The results of the analysis of the studies found, suggest cause-effect relationships between human capital, and structure and relational capitals; likewise, of these last capitals on the organizational performance.
Keywords: capital, intellectual capital, human capital, structural relational capital

1. Introducción

El origen del capital intelectual (CI) se remonta a la década de los años 90 del siglo pasado, derivado de  la preocupación de analistas financieros sobre cómo explicar las diferencias entre el valor de mercado de las empresas intensivas en I+D que cotizaban en la bolsa de valores, sobre todo de Nueva York, y su valor en libros; lo cual venía siendo justificado por la presencia de "activos intangibles" que combinados con el capital físico y financiero estaban creando valor en las organizaciones (Bueno, 2012).

Dumay (2010); Demartini & Paoloni (2013); Dumay & Garanina (2013), coinciden en señalar como pioneros en el estudio del CI a: Sveiby, 1997; Edvinsson y Malone, 1997; Stewart, 1997; Stewart & Losee, 1994; Kaplan & Norton, 1992; Bontis, 1998; Roos et al., 1997; entre otros. Diversas definiciones del concepto del CI fueron propuestas por los anteriores autores; sin embargo, una de las más conocidas y aceptadas es la planteada por Edvinsson y Malone en 1997: "El capital intelectual es la posesión de conocimientos, experiencia aplicada, tecnología organizacional, relaciones con los clientes y destrezas profesionales que dan a una empresa una ventaja competitiva en el mercado"  (Bueno, 2012; Cobo, 2006).

Petty & Guthrie (2000) señalan dos etapas en el desarrollo de la investigación del CI. La primera, llevada a cabo antes de mediados de la década de los 90, caracterizada tanto por los esfuerzos de crear conciencia sobre la importancia de la gestión del CI para el desarrollo de una ventaja competitiva sostenible (Serenko & Bontis, 2013), como por los intentos de crear normas y estándares para su medición; aunque, sin un referente específico de investigación empírica y con poco interés en la verificación de hipótesis (Guthrie et. al. 2012). 

La segunda, emergió desde finales de los años 90 con el objetivo de ganar reconocimiento como disciplina académica (Serenko & Bontis, 2013).  Esta fase puede ser definida como una aproximación a la medición, gestión y reporte del CI; también caracterizada por el estudio de la influencia del CI en la rentabilidad de las compañías y la creación de valor (Guthrie et. al. 2012). Para Dumay & Garanina (2013) durante este período se establecieron diferentes clasificaciones de los modelos para la medición y evaluación del CI; contribuyendo estas primeras etapas a una aceptación generalizada de la terminología. De esta manera, se validó el concepto y se aportaron más evidencias a favor de su desarrollo.

No obstante, Chatzkel (2004); Alcaniz et. al. (2011) y Guthrie et. al. (2012), comparten la idea de que una tercera etapa del CI emergió a partir de 2004, determinada por la evaluación de este concepto en la praxis y orientada a las implicaciones empresariales de su gestión. En este sentido, Dumay & Garanina (2013) afirman que en esta fase la investigación debe estar encaminada a estudiar cómo aspectos específicos del CI (marcas, capital social, capital estructural, capital humano…) han sido aplicados en el ejercicio de las actividades organizacionales; es decir, de cómo la teoría conecta con la práctica (Mouritsen, 2006).

Así mismo, el estudio de Guthrie et. al. (2012) muestra que la tendencia durante la última década ha sido un incremento de trabajos empíricos, en contraste con los normativos. Lo anterior, es reforzado por Dumay & Garanina (2013) en un trabajo realizado a 460 publicaciones del Journal of Intellectual Capital, en el que señala una considerable disminución en la utilización de métodos teóricos/normativos de un 63% en el año 2000 a un 17% en el 2013.

De acuerdo con Serenko & Bontis (2013), la disciplina del CI ha entrado en la etapa de consolidación teórica, con el reto a largo plazo de alcanzar el estado de "ciencia normal" y convertirse en una disciplina de referencia; la cual se caracteriza por proporcionar fundamento teórico y metodológico a otras disciplinas, además de contar con una gran relevancia práctica. Igualmente, el campo de la gestión del conocimiento y del CI, es jóven y existe la  oportunidad para que los investigadores se instauren como académicos, puesto que hay pocas barreras para publicar en este campo (Serenko et. al. 2011).

Una literatura extensa ha sido propuesta en la clasificación del CI y sus  dimensiones; sin embargo, existe un consenso acerca de tres elementos o componentes principales (Keong, 2008),  fuertemente relacionados entre sí (Halim, 2010); i) capital humano, el cual comprendeel conocimiento de las personas, su experiencia, habilidades, competencias, entre otros; ii) capital estructural, el conocimiento perteneciente a la organización y sus sistemas, rutinas organizativas, cultura corporativa, procedimientos internos, propiedad intelectual, bases de datos y; iii) capital relacional, comprende el conocimiento alrededor de todas las relaciones externas de la organización: clientes, competidores, proveedores, asociaciones o el gobierno.

Los componentes anteriores se combinan y complementan para alcanzar las metas de la organización; no obstante, esta es una característica poco estudiada en la literatura del CI (Sánchez et. al. 2007; Cohen & Kaimenakis, 2007; St-Pierre & Audet, 2011), a pesar de que diversos autores evidencian la existencia de estas interrelaciones (Bontis, 1998; Bontis et. al. 2000).

En particular, el capital humano es considerado el principal componente del CI, debido a que es una fuente de innovación y renovación estratégica (Bontis, 1998; Wang & Chang, 2005). Además, cualquier mejora en este componente probablemente tendrá un efecto positivo sobre el capital estructural por medio de la institucionalización del conocimiento individual de los empleados en cultura, rutinas y procesos (Jardon & Martos, 2012). Agregan estos autores que los procesos y sistemas de la empresa generan un conocimiento más preciso de los clientes y proveedores, facilitando las relaciones con ellos. Plantean que estas relaciones -capital relacional- y los recursos tangibles de la empresa influyen en un mejor desempeño.

Ahora bien, de acuerdo con la revisión de la literatura del CI, no existe hasta el momento un trabajo que permita identificar cuáles son los principales hallazgos que se han podido establecer acerca de las interrelaciones entre los componentes del CI y su efecto sobre el desempeño de las organizaciones. Motivo por el cual, éste se constituye en el principal objetivo del presente artículo. Esperando contribuir de esta forma a promover una mayor investigación empírica dentro de esta línea del CI. El resto del documento está estructurado de la siguiente manera: metodología, presentación y discusión de los hallazgos y conclusiones.

2. Metodología

El estudio comprendió la revisión sistemática de los artículos pertenecientes a la línea de investigación relacionada con la validación empírica del CI y su efecto sobre el desempeño de las organizaciones, en el período 2004-2014. Se adoptaron los principios de una revisión sistemática utilizada en el trabajo de Aisenberg et. al. (2015), que comprende las siguientes etapas: explorar el campo de estudio para determinar el alcance de la revisión, investigación exhaustiva, evaluación de la calidad, extracción de información, síntesis y escritura.

Los criterios de inclusión fueron: publicaciones en el período 2004-2014;  no obstante, se incluyeron en el análisis los trabajos de Bontis (1998) y Bontis et. al. (2000), debido a que son considerados pioneros dentro de esta línea de investigación del capital intelectual; en idiomas Inglés y Español encontrados en las bases de datos de Scopus, Web of Science y Academic Source Complete. Libros y reportes no académicos, representan los criterios de exclusión. De otra parte, es importante anotar que los estudios que utilizan el VAIC  (Value Added Intellectual Coefficient) no fueron considerados, pues este indicador representa un concepto diferente del CI, al convertir los componentes en cifras financieras, además de no considerar el capital relacional (Ståhle et. al., 2011). 

Así, se realizó una exploración en las bases de datos utilizando las palabras clave: TI "intellectual capital" and "business performance"; TI   "interactions among dimensions intellectual capital"; "inter-relationships between components of intellectual capital"). Este procedimiento produjo una selección final de 17 artículos, los cuales cumplen con los criterios establecidos para el análisis.

3. Las interrelaciones entre los componentes del CI desde una perspectiva causa-efecto: presentación y discusión de los hallazgos

Keong (2008) afirma que a pesar de los diferentes modelos de clasificación del CI, la mayoría de los investigadores han adoptado las tres categorías propuestas por Sveiby en 1997: capital humano –CH-, capital estructural –CE-, y capital relacional –CR-, este último con una dimensión más amplia de relaciones que el capital cliente. De igual manera, algunos estudios suelen dividir el capital estructural en capital procesos y capital innovación.

Estos tres componentes del CI representan y comprenden los activos intangibles que posee una organización y, la creación de valor se lleva a cabo cuando el conocimiento es intercambiado entre estos tres elementos (Yitmen, 2011). Por tanto, el CI es un fenómeno de interacciones y complementariedades (figura 1), que hace posible influir en varios aspectos de la empresa mediante la inversión en uno sólo de sus componentes  (Cabrita & Bontis, 2008; Wang & Chang, 2005); por ejemplo, aumentar la cualificación del capital humano podría conducir simultáneamente en mejorar los capitales organizacional/estructural y cliente (Jardon & Martos, 2012). Sin embargo, cabe señalar que esta relación causa-efecto es difícil de observar de una manera directa en circunstancias reales de la empresa (Cohen & Kaimenakis, 2007).

Fuente: Elaboración propia
Figura 1: Componentes del capital intelectual

El capital humano y sus interrelaciones con los capitales estructural y relacional

Jardon & Martos (2012) sugieren que el capital humano crea capital estructural, y este último el capital relacional (capital intelectual con el entorno); indican que este es el proceso básico de creación de conocimiento. Por consiguiente, las capacidades de los empleados, experiencia y conocimientos, influyen directamente sobre el capital estructural y relacional, lo cual tiene un impacto sobre el desempeño de la organización (Mura & Longo, 2013).

Las personas tienen el conocimiento, pero las organizaciones pueden institucionalizarlo en cultura y procesos (Jardon & Martos, 2012), con el fin de impactar positivamente en el desempeño. No es suficiente para una organización contratar y promover a las personas más capaces, también debe apoyar e incentivar a estos individuos para que compartan sus conocimientos; la clave está entonces en la capacidad de aprendizaje de la organización (Kim et. al. 2012; González-Loureiro & Dorrego, 2012), que podría a la vez, proporcionar beneficios en términos de capacidades de innovación (Subramaniam & Youndt, 2005).

En consecuencia, la relación positiva observada entre el capital humano y el capital estructural (Bontis, 1998; Bontis et. al. 2000; Wang & Chang, 2005; Martínez, 2006; Cohen & Kaimenakis, 2007; Cabrita & Bontis, 2008; Halim, 2010; Maditinos et. al. 2010; Shih et. al. 2010; González-Loureiro & Dorrego, 2012; Kim et. al., 2012; Jardon & Martos, 2012; Adekunle & Bontis, 2012) implica que las organizaciones transforman el conocimiento individual de sus empleados en conocimiento organizacional (estructural). De este modo, los gerentes deben incentivar a sus empleados para decodificar y externalizar su conocimiento tácito (Kim et al., 2012).

El efecto positivo del capital humano sobre el capital cliente/relacional  (Bontis, 1998; Bontis et al., 2000; Cohen & Kaimenakis, 2007; Cabrita & Bontis, 2008; Halim, 2010; Maditinos et. al. 2010; Chen et al., 2010; Shih et. al. 2010; Nava-Rogel & Mercado-Salgado, 2011; Kim et al., 2012; Feng et. al. 2012; Adekunle & Bontis, 2012) implica que los gerentes deben desarrollar todo el potencial del capital humano para establecer una fuerte orientación hacia el cliente, satisfacción y lealtad, así como una elevada participación en el mercado y una buena reputación (Kim et al., 2012). En otras palabras, empleados más competentes en la organización entenderán mejor las necesidades del cliente y ayudarán a mantener su lealtad (Bontis et al., 2000). 

El capital estructural y el capital relacional

El impacto positivo del capital estructural/organizacional sobre el capital cliente/relacional (Martínez, 2006; Cabrita & Bontis, 2008; Halim, 2010; Kim et al., 2012; Jardon & Martos, 2012; Adekunle & Bontis, 2012) implica  que través de los procesos internos una empresa proporciona servicios de calidad a sus clientes. Así mismo, los sistemas de información dan un mayor conocimiento de los clientes y proveedores, y facilitan la conservación de las relaciones (Jardon & Martos, 2012). Según Wang & Chang (2005) el capital proceso es un elemento líder del CI que influye positivamente sobre el capital cliente, y este por su parte en el desempeño financiero.

Contrario a los hallazgos de los estudios anteriores, (Bontis et. al. 2000; Maditinos et. al. 2010; Shih et. al. 2010) observaron una influencia del capital relacional sobre el capital estructural; indican que las empresas orientadas hacia el mercado, eventualmente podrían crear rutinas organizacionales y procesos eficientes que dan servicio al cliente.

El capital intelectual y la influencia sobre el desempeño

Algunos estudios muestran una influencia indirecta del capital humano sobre el desempeño de la organización, a través de los capitales estructural y relacional (Bontis, 1998; Cabrita & Bontis, 2008; Kim et. al., 2012).  Otros por su parte, indican sólo el efecto directo del capital estructural (Bontis et. al., 2000; Maditinos et. al., 2010; González-Loureiro & Dorrego, 2012); lo cual podría implicar que organizaciones con un fuerte capital estructural invierten en trabajo y aprendizaje colaborativo para lograr un alto desempeño (Mura & Longo, 2013). De otro lado, en los trabajos de Wang & Chang (2005) y Adekunle & Bontis (2012) el capital cliente es el responsable de influir positivamente en el desempeño.

Se ha observado también la influencia directa de los tres componentes del CI sobre la innovación en las organizaciones (Martín de Castro et. al., 2009); de igual manera, sobre la competitividad y los impulsores de la innovación (Yitmen, 2011). Para Cheng et. al. (2010) si las empresas quieren utilizar el CI para mejorar su desempeño, deben ser considerar en primer lugar la capacidad de innovación y la eficiencia de los procesos de operación de la organización.

Por último, el análisis de los estudios encontrados se presenta en la tabla 1, la cual resume las características de estas investigaciones: método de investigación, fuente, tamaño de muestra, unidad de análisis y análisis de los hallazgos. En la figura 2 se visualizan las relaciones positivas o de influencia que se han podido establecer en los estudios empíricos analizados, entre los componentes del CI y el desempeño. No obstante, es importante advertir la existencia de una alta heterogeneidad en las características de las investigaciones.

Fuente: Elaboración propia
Figura 2: Interrelaciones entre los componentes del capital intelectual

Tabla 1: Resumen de investigaciones del capital intelectual


Tabla 1

Tabla 1

Tabla 1

Tabla 1

4. Conclusiones

El primer estudio empírico sobre la influencia del CI en el desempeño de la empresa fue realizado por Bontis en 1998, a partir de ese momento comenzaron a desarrollarse una serie de trabajos que han aportado evidencias del papel de los activos intangibles para el logro de resultados estratégicos en las organizaciones, tales como: la generación de ventajas competitivas, una mayor innovación, generación de conocimiento y mejor desempeño financiero.

Sin embargo, estas investigaciones aún no han demostrado la naturaleza exacta de las relaciones entre algunos de los componentes del CI. Así, mientras que en la mayoría de los estudios se han podido establecer relaciones causa-efecto entre el capital humano y los capitales estructural y cliente/relacional, todavía no hay un consenso sobre el orden de influencia entre el capital estructural y el capital relacional. De acuerdo con el modelo de gestión de Administración basada en la relación con los clientes (conocida como CRM por sus siglas en inglés, customer relationship management), las inversiones en tecnologías de la información permiten crear mejores relaciones con los clientes y una mayor comunicación. Lo cual, desde nuestro punto de vista, aporta una base racional para postular que el capital estructural afecta de manera positiva el capital cliente/relacional.

Sin duda el campo del CI necesita seguir avanzando en pos de conectar la teoría con la práctica; es decir, con el propósito de mejorar la comprensión de cómo estos componentes o activos intangibles se combinan y complementan para generar valor en la organización. Por ello,  es necesaria una mayor contrastación empírica, apoyada en la utilización de métodos de triangulación, indicadores de medición objetivos o estudios de carácter longitudinal, que podrían ofrecer evidencia adicional de la gestión del CI y su impacto sobre el desempeño. Pues la mayoría de estudios analizados están basados en ecuaciones estructurales o Partial Least Square, que emplean datos subjetivos al recoger las percepciones de los directivos o empleados.

El presente estudio provee una base útil a investigadores interesados en contrastar hipótesis relacionadas con el efecto del CI sobre el desempeño, ya que presenta una visión de las interrelaciones que se han podido establecer dentro de esta línea de investigación. Facilitando por tanto, la construcción y posterior validación de modelos teóricos del CI.

De otra parte, las relaciones que se han observado entre los componentes del capital intelectual proponen a la administración orientarse hacia un uso más eficiente y eficaz de los activos intangibles, a fin de alcanzar mejores niveles de desempeño y competitividad en las organizaciones. En este sentido, el capital humano se concibe como la principal fuente de creación de valor para la organización; no obstante, es necesario que los conocimientos que residen en la mente de los empleados sean compartidos para contribuyan efectivamente al logro de la misión.

Finalmente, dado el proceso de búsqueda de los estudios, el presente trabajo no cubre de manera completa las investigaciones realizadas sobre esta línea de investigación. Sin embargo, creemos que la revisión comprende una buena parte de los trabajos que han estudiado las interrelaciones entre los componentes del CI y su efecto sobre el desempeño de las organizaciones.

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1. MSc. en Administración, Universidad Nacional de Colombia-Sede Manizales. Profesor Universidad de Caldas y Universidad Nacional de Colombia-Sede Manizales. Email: jhon.salinas@ucaldas.edu.co
2. PhD. en Ingeniería de Proyectos, Universidad Politécnica de Catalunya. Profesor Universidad Nacional de Colombia-Sede Manizales. Email: jatamayoar@unal.edu.co


Vol. 37 (Nº 14) Año 2016

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