Espacios. Vol. 24 (1) 2003

Cienciometría y política científica en la periferia: el caso de Venezuela

Scientometrics and scientific policy on the periphery: Venezuelan case

Iván de la Vega*


Contenido


RESUMEN

Una de las aristas que se desprenden de la discusión sobre las razones por las que unos países son más desarrollados que otros, tiene que ver directamente con el hecho de conocerse bien a sí mismos. Esto pasa por tener información organizada para la toma de decisiones de las actividades que se realizan y el valor y uso que se le da a la misma. El caso que se analiza en este trabajo es el siguiente: País en desarrollo: Venezuela. Ámbito de actuación: científico-tecnológico. Institución examinada: el CONICIT. Objeto de estudio: Programa de Becas, desde la perspectiva de la información organizada y las políticas generadas. El objetivo de la investigación es demostrar las dificultades que tienen los países en desarrollo para sustentar la toma de decisiones y la gestión.

ABSTRACT

One edge of the discussion about why some countries are more developed than others, directly deals with the fact of the self-knowledge. This is possible having organized information for decision making in developed activities and useless value gave to it. this time, The analyzed case is the following: Undeveloped country: Venezuela. Action area: science and technology. Evaluated institution: CONICIT. Objectives: Scholarship Aid programs, from the perspective of organized information and derived policies. The objective of the research is to demonstrate the obstacles in undeveloped countries to support decision making and management.

Cienciometría y política científica en los países desarrollados

El contexto actual de producción de conocimientos y de desarrollo científico, tecnológico e innovación plantea una constante renovación de los métodos cienciométricos dirigidos a contar con instrumentos que se adecuen a la realidad cambiante de las sociedades, para así poder tomar decisiones con mayor precisión y eficiencia. Pero ese proceso no es sencillo; uno de los resultados de la transformación de las sociedades modernas en sociedades de conocimiento está en su creciente vulnerabilidad y en particular en una crisis de dominio, planificación y gestión de problemas comunes. Controlar, planificar y predecir condiciones sociales se hace cada vez más difícil (Vessuri, 2002).

En los países centrales existe consenso en cuanto a que la comprensión y el análisis de esta nueva realidad, de su dinámica y complejidad, exige la producción, en forma regular, de mediciones cienciométricas que permitan por un lado, el aprendizaje de las nuevas formas de construcción, difusión y transferencia de conocimientos científicos y, por el otro, la caracterización, de manera detallada, del esfuerzo nacional de I+D en el actual contexto mundial de producción de conocimientos y de desarrollo tecnológico (Gusmão, R. 2002), con la finalidad de poder tomar decisiones certeras, entre ellas las correspondientes al diseño de las políticas de C-T-I, las cuales buscan entre otras cosas maximizar los recursos invertidos en esta materia.

Dado que la actividad de I+D está directamente relacionada con el crecimiento industrial y la competitividad de los países, su análisis y cuantificación resulta una práctica habitual en los más avanzados (Fernández et al., 2002). Además, esos países cuentan con una gama de metodologías e instrumentos que apuntan a la normalización de la información que sirve para la comparación y para el diseño de las políticas a mediano y largo plazo.
El debate actual en los países centrales sobre el tema de la cienciometría gravita sobre la discusión del nuevo paradigma tecno-económico en el cual se enmarca la gestión de la I+D y la necesidad de nuevos instrumentos de medición, monitoreo y evaluación de la actividad, pero también, nuevas propuestas de sistemas de indicadores para este tipo de gestión en los países periféricos (Licha, 1998). Es decir, existe consenso en los países centrales en cuanto a que se debe conocer con mayor precisión lo que acontece en otras realidades y que además deben ser abordadas con otras metodologías.

Todas las sociedades del planeta están vinculadas por la “red”, por el auge de los transportes aéreos y por la multimedia; en mayor o menor grado resulta imposible actuar, administrar una empresa o gobernar un país sin recurrir a los datos de la ciencia, ya sea en tanto asesoría, método, prueba, resultado e incluso como promesa (Salomon, 2001). Además, el proceso de investigación y sus articulaciones con la sociedad no es en absoluto un encadenamiento lineal, secuencial ni mecánico. De las enseñanzas de la economía y de la sociología de las ciencias se desprende un esquema descriptivo de los procesos en marcha en las relaciones investigación-sociedad que no es más que el funcionamiento en red, donde una diversidad de actores internos y externos a la investigación se encuentran en interacción, comprometidos simultáneamente en la creación, la validación y la difusión de conocimientos (Barré, 2002). Se habla de los sistemas nacionales de innovación como base para interactuar en un mundo cada vez más interconectado pero también más complejo. No obstante, hay grandes diferencias entre los países que cada vez aprovechan más el conocimiento y los que se rezagan al no poder insertarse al mismo ritmo en la dinámica de la globalización y el avance tecno-económico. Una de esas diferencias se refiere al valor y uso que se le da en unos y otros a la cienciometría, que a fin de cuentas pasa a ser uno de los pilares fundamentales de los sistemas nacionales de innovación.

Países periféricos: Información y política científica en América Latina

Aún cuando la cienciometría en América Latina se inició hace más de tres décadas y las experiencias realizadas, aunque muy discontinuas, incluyen a casi todos los países de la región (Martínez, 1998), es claro que la evolución en esta materia ha estado caracterizada por la incomprensión sobre la importancia de la información cuantitativa organizada para la toma de decisiones, lo cual forma parte de un círculo vicioso de mayor espectro que no permite avanzar a la región al mismo ritmo que otros países como los “tigres asiáticos” que han podido alcanzar un desarrollo significativo.

Una de las mayores debilidades de los sistemas de ciencia y tecnología en América Latina es la carencia de canales formales de interacción que promuevan objetivos colectivos. Igualmente, los procesos y dinámicas de las actividades de la ciencia, la tecnología y la innovación (C-T-I) que se requieren para encarar la globalización suelen verse truncados por la ausencia de información confiable y relevante. Lo anterior, sumado a la tradicionalmente baja inversión y escasa demanda de conocimientos científicos e innovaciones tecnológicas, se traduce en importantes obstáculos al desarrollo de las sociedades latinoamericanas (Ordóñez, 2002)1.

Lo cierto es que en América Latina se aprecia una escasa utilización de los indicadores científicos para el establecimiento y la evaluación de políticas públicas. Esto no significa en modo alguno, que esos indicadores no deberían ser compilados o que los mismos no tengan posibilidades de desempeñar un papel fundamental para tales fines. Por el contrario, es evidente que la necesidad de contar con información para la política de C-T-I nunca había resultado tan urgente como lo es ahora, en un momento en el cual, además, adquirió significado estratégico (Velho, 1998). Sin embargo, pareciera que gran parte de los responsables de la conducción de instituciones públicas y privadas, académicas o no, no asignan la debida importancia a la recopilación y procesamiento de datos que son, a todas luces, vitales para sus respectivas funciones y para la planificación de sus futuras acciones. Esto trae como consecuencia una notable falta de interés a todos los niveles institucionales por el suministro, recolección, ordenamiento y preservación de la información existente o en producción, que pudiera ser de utilidad (Bemporad: 369, 2003).

Es bien conocido que la cienciometría que tradicionalmente se ha utilizado en la región ha permitido la posibilidad de comparar la información gruesa con la de otros países, pero no ha servido como insumo a la toma de decisiones y la gestión (Martínez, 1998). Si bien es importante cotejar internacionalmente los datos, el problema en América Latina ha sido la falta de aprovechamiento de ellos en cada uno de los países, e, inclusive, avanzar en la organización de información específica de cada país, cada región y localidad. Esto se pudiera concatenar con lo que se desprende de la naturaleza de la I+D mundial, que hace difícil su incorporación como un paquete “intacto”, inmodificable, una vez trasladada de su ambiente original social, económico y político. La transferencia de conocimiento de C-T-I, en éste caso las metodologías e instrumentos utilizados para el manejo de la información, requiere no sólo de un portador de conocimiento (el donante) sino también un receptor, que tenga las condiciones apropiadas como para que la transferencia sea efectiva (Vessuri, 1984). Un aspecto central es la capacidad de interlocución necesaria para realizar este tipo de transferencia. Además de los problemas de orden estructural y cultural, los países periféricos tienen déficit de científicos y tecnólogos, lo que dificulta aún más la lectura y transferencia correcta de los procesos de adaptación que sean factibles de realizar.

Los indicadores científicos tienen grados variables de validez cuando se conoce la naturaleza, el carácter, el funcionamiento y la organización de la investigación científica que se está cuantificando. Así, dichos indicadores presuponen la existencia de una teoría que les da respaldo, validez y legitimación. Para establecer un sistema de indicadores científicos en América Latina, se acepta el principio, innumerables veces señalado por analistas de las más diversas tendencias teóricas, que es necesario conocer la especificidad de los fenómenos en los países de la región. Estos aspectos deben necesariamente ser comprendidos antes de proceder a la formación de bases de datos y antes de definir un conjunto de indicadores para la planificación, la evaluación y el diseño de las políticas de C-T-I (Velho, 1998). Esto ocurre porque el contexto internacional está caracterizado por una creciente complejidad de la actividad tecnoproductiva. Esa dinámica contrasta con la región, debido a que la misma no ha podido reencontrarse con el camino del desarrollo, y esto determina una serie de exigencias de cara a la nueva realidad política y económica mundial. Los múltiples problemas de la región registrados por los indicadores tradicionales se ha traducido en una caía estrepitosa de la calidad de vida de amplios sectores de la población en las últimas dos décadas (Mercado y Testa, 2001). Una de las consecuencias directas de este proceso ha sido la poca atención a las actividades científico-tecnológicas y de innovación, y, evidentemente, el conocimiento cuantitativo de la dinámica regional, nacional y local, aún cuando ha estado en el tapete, su avance ha sido lento2.

La comprensión del fenómeno del manejo de la información en los países subdesarrollados tiene la arista de la geopolítica en cuanto al poder establecido en el nivel mundial. Así, podemos establecer que “las redes son estructuras abiertas, capaces de expandirse sin límites, integrando nuevos nodos mientras puedan comunicarse entre sí, es decir, siempre que compartan los mismos códigos de comunicación (por ejemplo, valores o metas de actuación)”. Pero también se puede ver su contraparte, “El informacionalismo crea una aguda divisoria entre pueblos y localidades valiosos y sin valor. La globalización avanza de forma selectiva, incluyendo y excluyendo a segmentos de economías y sociedades dentro y fuera de las redes de información, riqueza y poder que caracterizan al nuevo sistema dominante” (Castells, 1997).

Otro de los factores que se deben tomar en cuenta, tiene que ver con las actividades de CyT que por sí solas no pueden ser socialmente eficaces a menos que participen de un compromiso de largo plazo con el desarrollo. Un nuevo pensamiento en política CyT dirigido a inducir cambios deseables podría tener potencial de ejercer influencia significativa en la actividad e instituciones científicas, tomando en cuenta que los factores institucionales, sociales, culturales y políticos pesan tanto o más que los económicos y científicos (Vessuri, 2000).

Un ejemplo interesante que puede describir el caso de América Latina en materia de información organizada para la toma de decisiones en materia de C-T-I, son las palabras introductorias del Presidente de FAPESP de Sao Paulo, Brasil, en el volumen de Indicadores publicados por esa institución, cuando dice, “Los investigadores que contribuyeron para esta obra realizaron un trabajo extremadamente difícil. Puesto que no hay en nuestro país una tradición de levantamiento de indicadores en esta área. No deja de ser contradictorio, pues es una traba para la planificación de las políticas para CyT, lo cual hace que se diseñen de manera poco científica y sujeta a subjetividad y accidentes de interpretación” (De Brito Cruz, 2002). Hablamos del país más grande de la región y tal vez el que tenga mayor tradición en materia de información en el ámbito de la C-T-I. Se puede observar que reconocen que se trata de un proceso de comprensión paulatino y difícil.

[Volver al inicio] [siguiente]


  1. No obstante, el mosaico de la región presenta casos de países que han comprendido mejor este asunto del manejo de la información en el ámbito de la C-T-I y han logrado avances interesantes; entre los más importantes se encuentran Chile, Brasil y México.
  2. En el volumen de Indicadores de Iberoamérica (RICyT 1998) se señala lo siguiente: Esta publicación, pese a constituir una fotografía bastante precisa del esfuerzo regional en C y T, refleja muchas limitaciones que, en algunos casos, son producto de una baja normalización de las técnicas estadísticas, la falta de tradición informativa en esta materia y la poca experiencia de los equipos formados para estos propósitos en los ONCyT‘s (RICyT 1998: 08).

Vol. 24 (1) 2003
[Editorial] [Índice]